Zabier Hernández Buelvas
@ZabierHernndez
El paro se ha convertido en un fantasma que recorre calles, plazas y carreteras, imposible de atajar, de agarrar, de extinguir. Los puertos, puentes y pasos de resistencias surgen como lava volcánica, por donde menos se piensa, pero la energía es la misma, es la energía de un pueblo con su juventud diciendo basta.
La no negociación como factor inédito generó un final abierto que en esencia no es final. Las incógnitas alcanzan sentido en los desarrollos en curso y venideros. El paro a estas alturas deja logros concretos, pero deja más preguntas sin resolver que soluciones, deja lecciones aprendidas y por estudiar y deja sin piso la idea tradicionalista de que todo paro debe terminar en negociación, así sea que se sepa de antemano que en esa negociación no se ganará nada, partiendo del hecho real e histórico que estos gobiernos nada cumplen.
Adquirir conciencia de esto, en la lucha contra un régimen sucio y criminal como el colombiano es una gran victoria. Mas aun, si el régimen parece haber agotado todos los discursos y estrategias, estancado en su insistencia en desprestigiar, desgastar y tratar como enemigos de guerra a todo lo que se ubique en la crítica a sus políticas, y esto, más que coherencia es agotamiento de una derecha que tiene armas, pero no tiene ideas.
El paro alcanzó una potencia tal que sufre hoy una conversión de una acción concreta en un proceso continuo. En literatura es lo que llamamos un final abierto. En política es realmente una transformación cualitativa de la lucha. Es increíble, el pueblo en paro, transformó la intensión del Gobierno de someternos a un Estado de excepción autoritario y antidemocrático y creó un Estado de excepción a la inversa, es decir el pueblo ha declarado su asamblea permanente y decide poner todo en entredicho, las leyes que los afecta, los gobiernos que no actúan en su beneficio, los políticos que no se ponen a su lado y las instituciones que han decidido actuar en su contra, como la policía, por ejemplo.
Ahora quienes están en entredicho son ellos. El primer signo del Estado de excepción popular construido como respuesta al Estado autoritario y criminal es la pérdida del miedo. Sin miedo todo es susceptible de ser cambiado en nuestra sociedad, en el gobierno y el Estado.
Se han descubierto para el pueblo nuevos caminos. El precio ha sido alto, el régimen ha sido implacable, pero no logró doblegarnos, al final ganamos en la calle lo que no iba a ser posible ganar en una mesa, al final ganamos la posibilidad de seguir uniendo, organizando y construyendo las bases de una victoria popular que se abone al proceso de rupturas y cambios políticos en desarrollo hoy en América Latina
Autoconciencia, ruptura, viraje, innovación, creatividad y aprendizajes de nuevas lecciones son las marcas de lo inédito en este paro. Ratificar la continuidad del paro, desde esta perspectiva literaria y política, no tiene que ver con que haya o no bloqueos y movilización todos los días, es la disposición de una nueva conciencia de cambio en los y las excluidas, la que le da sentido a esta continuidad. Pero claro, esto no lo entienden quienes creen que negociar y dar órdenes debía ser el final cerrado de esta historia.
La lucha no ha terminado. Este final abierto nos permite parar para avanzar.