Los teóricos del neoliberalismo se esfuerzan en remozar un modelo que ha entrado en su más prolongada crisis y en donde los trabajadores se levantan con renovadas energías reclamando ser parte de la solución
Ricardo Arenales
El estado de salud del capitalismo, sus problemas, sus crisis frecuentes y la necesidad de repensar el modelo en pos de una corrección del sistema, fueron los temas medulares del 50 Foro Económico Mundial, que entre el 21 y el 24 de enero pasado sesionó en la ciudad de Davos, Suiza.
Al menos cuatro fórmulas fueron presentadas a consideración del foro, en la idea de buscar un modelo de capitalismo “más conectado” con los problemas de la sociedad. Pero la fórmula de mayor aceptación fue la que en líneas generales se le denominó el “capitalismo de participación”, sugerida por el economista Klaus Schuab, teórico neoliberal, consultor de gobiernos y empresas transnacionales, cofundador y actual director del Foro Económico Mundial.
Ante las crisis cíclicas del modelo neoliberal, la emergencia por el cambio climático, y la ola de protestas sociales que sacuden al mundo, teóricos del modelo admiten que este debe ser repensado. La teoría de Schuab entra en escena y sugiere un “capitalismo de las partes interesadas”, mediante el cual las grandes corporaciones se conviertan en “fideicomisarios de la sociedad”, y de esta manera se convierta en el motor principal para resolver los conflictos sociales y ambientales del mundo contemporáneo.
Cada vez más salvaje
Necesitamos reemplazar el “capitalismo de accionistas”, porque el “enfoque exclusivo en las ganancias provocó que el capitalismo de accionistas se desconectara cada vez más de la economía real. Es un modelo insostenible”, dice Schuab.
Todo este planteamiento es una solemne majadería, es una teoría engañosa, responde por su parte Nick Buxton, un analista económico más realista: “el afán de lucro siempre ganará” en las relaciones capital-trabajo, sentencia este analista. Y, por el contrario, lejos de una ‘humanización’ del modelo, hay una elevada probabilidad de que el capitalismo se haga cada vez más salvaje. La geoeconomía, con recursos cada vez más escasos, tenderá a la militarización y a amenazar a toda la humanidad.
Este camino parece más probable. Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional, dijo ante los más de tres mil grandes empresarios reunidos en Davos: “el mundo vive una recuperación perezosa; estén listos para actuar si el crecimiento se ralentiza de nuevo”. De acuerdo con la funcionaria, el crecimiento global tiende a la baja: para el 2019, del 2.9 por ciento; para el 2020 del 3.3 por ciento, y para el 2021, del 3.4 por ciento.
Otro mundo es posible
Los trabajadores sufrirán en carne propia estos comportamientos económicos. En el mismo escenario, la Organización Internacional del Trabajo, OIT, presentó su informe anual, donde advirtió que, para este año, la cifra de desempleo aumentará en números absolutos, de 187 millones de parados en 2019, a 190.3 millones en 2020.
El informe advierte no solo del aumento del desempleo, sino de la precariedad de los cargos existentes, por los bajos salarios, la inestabilidad en el empleo, la falta de seguridad social y de un régimen de pensiones confiable. A este cuadro se agregan 165 millones de subempleados y 119 millones más que dejaron de buscar trabajo.
También Oxfam presentó su informe anual sobre la desigualdad, en el que indicó que 2.153 multimillonarios en el mundo hoy tienen más riqueza que 34.600 millones de personas, esto es, el 60 por ciento de la población global. Y este es el liderazgo corporativo que pretende ‘conectarse’ mejor con la sociedad, para un capitalismo más humano.
Lo que reclaman los trabajadores en Chile, en Francia, en Colombia y en medio mundo, no es la reformulación del modelo, sino otro mundo posible, diferente al modelo neoliberal y a la economía de mercado, que arruinaron el bolsillo de los trabajadores a lo largo y ancho del planeta.