Freno a los arsenales nucleares

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Misil con cabeza nuclear del Ejército de la India

Avanza el derecho internacional para la paz con la entrada en vigor del Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares y la ratificación del Tratado sobre la Reducción de Armas Estratégicas, Start III

Ricardo Arenales

El pasado mes de enero trajo dos muy buenas noticias para los luchadores contra la carrera armamentista y los arsenales nucleares en el mundo. La primera es la entrada en vigor, el 22 de enero, del Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares, (TPAN, por sus siglas en inglés), y seis días después, la ratificación, por cinco años más, por parte de los presidentes de Estados Unidos y de Rusia, del Tratado sobre la Reducción de Armas Estratégicas, conocido también como Start III.

El presidente ruso, Vladimir Putin, anunció el 29 de enero, que había sancionado una ley para extender por un quinquenio, el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas. La norma anterior tuvo vigencia hasta el 5 de febrero.

“La prórroga del Tratado redunda en intereses nacionales de la Federación Rusa, permite preservar la transparencia y la previsibilidad de las relaciones estratégicas de Rusia y Estados Unidos, apoyar la estabilidad estratégica en el mundo, así como favorecer el entorno internacional y contribuir al desarrollo del proceso del desarme nuclear”, señaló un comunicado del Kremlin.

El 27 de enero, el vicecanciller ruso, Serguéi Riabkov, anunció que Rusia y Estados Unidos acordaron prorrogar el tratado Start III, aceptando las condiciones planteadas por Moscú: “Cinco años sin condiciones previas, sin ningún añadido ni apéndices”.

No a las armas nucleares

“Esperamos aprovechar este tiempo para desarrollar unas negociaciones intensas y profundas con Estados Unidos sobre el futuro control de armas, con el fin de elaborar una nueva ecuación de seguridad que cubra todos los factores que afectan el mantenimiento de la seguridad internacional y la estabilidad estratégica”, dijo el funcionario. El día anterior, los presidentes de las dos potencias mantuvieron una primera conversación telefónica donde abordaron cuestiones de interés mutuo, entre ellas el Start III.

Por otro lado, el Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares, TPAN, entró en vigor el 22 de enero, después de que 50 naciones del mundo lo ratificaron de manera oficial. Este instrumento internacional fue concebido por las Naciones Unidas luego de que el anterior Tratado de No Proliferación Nuclear fue incapaz de frenar la carrera armamentista nuclear.

Este tratado representa el primer instrumento multilateral jurídicamente vinculante para el desarme nuclear donde los estados parte se comprometen a nunca, bajo ninguna circunstancia, ensayar, desarrollar, poseer o almacenar armas nucleares.

Y aunque la aprobación de ambos tratados introduce un ambiente de cierta tranquilidad, sobre todo si se compara con lo que fue el mundo en materia de armamentos bajo la administración Trump, los especialistas se preguntan si esto es suficiente. La respuesta no se hace esperar. La situación que tenemos en el mundo es muy peligrosa.

Eliminar todos los arsenales

Nueve naciones en el mundo: Rusia, China, Estados Unidos, Corea del Norte, Francia, India, Israel, Pakistán y Reino Unido, poseen en conjunto 14 mil armas nucleares, suficientes para destruir el planeta tres o cuatro veces.

“Seamos claros, no hay manos seguras para estas armas inseguras de aniquilación masiva”, dijo a IPS la experta Rebecca Johnson, ex presidenta de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, en inglés). “Es por eso que tantos gobiernos decidieron prohibir y eliminar las armas nucleares en 2017, junto con todas las actividades que permiten o ayudan a cualquiera a poseerlas, desplegarlas y usarlas”, señaló. A su juicio, “no se trata solo de la competencia de los líderes y el tamaño de los arsenales, aunque ambos son preocupantes. Hasta que se eliminen todas las armas nucleares, la humanidad seguirá enfrentándose a amenazas de extinción”.

Cualquier estallido nuclear, así sea por un accidente, o impericia, puede provocar una guerra nuclear, por la capacidad de respuesta de las potencias, aseguran los expertos.

Lo grave, además, es que los ingentes recursos que se gastan en armamento nuclear, es dinero que se quita a las necesidades reales de seguridad humana, a salud pública, a contrarrestar los efectos del cambio climático, a la lucha contra la pandemia del coronavirus.

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