Hernán Camacho
@camachohernan
La masacre del 9 de septiembre en Bogotá mostró la cara asesina del poder. Usan las armas para hacer política, la antítesis del Acuerdo de Paz del Teatro Colón. La cúpula militar y el ministro de Defensa, estuvieron en el Puesto de Mando Unificado la noche de la masacre, liderado, según Carlos Holmes por Iván Duque. ¿Allá dieron la orden?
La Constitución se violó, servidores públicos dispararon a matar contra los ciudadanos. No se trataba de cuidar los CAI como una posición de guerra. El CAI o centros de tortura era lo de menos, se trataba de asesinar a una juventud que ya no es sumisa al abuso.
Los policías que recibieron la orden de abrir fuego, cumplieron. Abundante evidencia en redes sociales. Duque le cumplió al ala fascista del Centro Democrático vistiendo el traje de los asesinos. Sin Fiscalía y con una Corte Suprema amedrentada con operaciones mediáticas de guerra sucia, va a reinar la impunidad.
La reacción del pueblo fue natural, protestó por el abuso policial que se creía naturalizado. Hoy en el barrio se le tiene miedo al tombo, porque extorsionan, son cómplices de pícaros, persiguen a los jóvenes, quedan debiendo en las tiendas, y a veces son los jefes de la criminalidad local. Altaneros con sus armas. La gente lo sabe y decidió decir no más.
Un día después de la masacre, de nuevo botas militares, motos policiales y patrullas parapoliciales, salieron a las calles motivados para golpear y seguir cumpliendo la orden. Los allanamientos y las falsas acusaciones eran las operaciones de intimidación subsiguientes. Autoritarismo, militarismo, paramilitarismo y justicia del enemigo es la estrategia para generar terror. El momento histórico no acepta vacilaciones en la unidad de los demócratas, liberales, progresistas y revolucionarios junto a la ciudadanía, contra el asomo del fascismo. No es momento de distracciones o discusiones insulsas, el diálogo político es por acciones concretas en defensa de lo poco que queda de la democracia.
La lucha también es contra las medidas económicas del uribismo que privilegia a los ricos, así como en los regímenes fascistas. La pandemia demanda pensar distinto en materia económica, pero se repitió la receta: asegurarle la ganancia al capital, salvar los bancos antes que la gente, negar la renta básica y garantizar rentabilidad a las EPS.
La comunidad internacional se declara conmocionada por la grave situación en el país. Nos están devolviendo a la guerra por la efectiva vía del fascismo. Los sindicatos ingleses y organizaciones defensoras de derechos humanos piden a sus gobiernos pronunciamientos ante la desaforada violencia oficial y paramilitar desatada por el partido de Gobierno.
El Centro Democrático ataca los Acuerdos de Paz y la JEP por ser base para el cambio social y verdad. Estigmatizan a los campesinos por reclamar tierra y la defensa del territorio. Señalan de criminales a indígenas por tumbar estatuas de genocidas mientras son tiroteados en el Cauca o en Catatumbo. Esta envalentonado el paramilitarismo, tienen en el discurso vacío presidencial gabelas para matar.
La lucha no es fácil, se requiere derrotar el proyecto político fascista para salvaguardar la vida y la democracia. Con él no se cohabita, ni se negocia, se le responde con firmeza. A la juventud mis respetos, son el motor de la resistencia y quienes están pagando con su vida la cuota de sacrificio en la lucha. Ante la tiranía, movilización internacional y nacional urgente.
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