
La Liga Profesional de Fútbol Femenino de Colombia se disputa desde 2017. El último torneo se jugó solo en 57 días y la Dimayor propone que la edición de este año tenga una duración de 45 días
Valentina Castro – David Lozano
Poca estabilidad económica y laboral, escasa continuidad y duración de las ediciones de las ligas femeninas, necesidad de buscar otros empleos y salarios cuyo promedio son $903.594 pesos fueron algunos de los hallazgos de este rastreo de datos sobre la precariedad del fútbol femenino en Colombia durante 2020.
La imposibilidad de vivir del fútbol
La británica Nettie Honey -activista de los derechos de la mujer- fundó en 1874 el primer club deportivo femenino del mundo: British Ladies Football Club. Catorce décadas después, la lucha de Honey para erradicar la exclusión femenina del deporte, para tener ligas de fútbol dignas y lograr equidad de género en el ámbito deportivo -tanto laboral como salarialmente hablando- sigue siendo un reto.
De la Inglaterra del siglo XIX a Colombia en el siglo XXI las diferencias son pocas. Así lo expresa la futbolista colombiana Aura Hoyos, jugadora de Independiente Medellín: “En Colombia, el panorama del fútbol femenino es cada vez más devastador. Realmente estamos retrocediendo a pesar de los esfuerzos y de la lucha constante que hacemos a diario”.
Al comparar la historia del fútbol femenino de Colombia con diferentes países, es notoria la falta de apoyo y representación a los equipos femeninos del país. Mientras que, para 1970 Inglaterra, Italia, Estados Unidos y Japón ya promovían la práctica del fútbol femenino (la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol -UEFA- se encargó de la gestión para la creación de tales ligas profesionales) en Colombia solo hasta 2017 se aprobó el nacimiento de las ligas profesionales fútbol femenino.
Según Lina Gómez, jugadora de Millonarios Fútbol Club, desde que la rama femenina del balompié nació en Colombia, han existido vulneraciones a las deportistas. Al respecto, la futbolista del conjunto embajador dice: “En el país no se puede hablar de fútbol profesional femenino ya que este carece de una estructura económica rentable. Además, muy pocas jugadoras pueden vivir del fútbol”.
Falta patrocinio
Lina también se refirió a los patrocinadores en el campo del fútbol femenino: “Es entendible que muchas empresas no quieran patrocinar al fútbol femenino, pues no es rentable para ellos invertir y mostrar su producto por dos o tres meses no más”. Empero, los patrocinadores son parte fundamental del motor económico que hace funcionar los equipos de fútbol a nivel mundial. En Colombia, según Lucero Robayo de Independiente Santa Fe, “los pocos patrocinadores que tienen los equipos apoyan lo que pueden; de todas maneras, falta mayor patrocinio. Hoy en día las plataformas son de gran ayuda para difundir y generar ganancias, prueba de ello son las 127 mil visualizaciones que registró el video del lanzamiento de la indumentaria de la Selección Argentina en la Copa América”.
Para Gabriela Huertas, mediocampista de Independiente Santa Fe, el balompié femenino en Colombia “se ve estancado por la falta de una liga larga y continua. Lo anterior contribuye a que muchas jugadoras quieran y estén buscando la posibilidad de salir del país para una mejor calidad de vida deportiva”.
El mercado laboral
De acuerdo con Gabriela -campeona de la última edición de liga con ‘Las Leonas’- “la mayor dificultad en el fútbol femenino es el tiempo laboral, pues con una liga de dos o cuatro meses al año nadie puede generar una estabilidad laboral. Además, un deportista se hace con la competencia, pues los equipos profesionales disputan mínimo 10 partidos al año, ¿Y nosotras? Hay que tener en cuenta que los entrenamientos antes de las ligas en muchos casos son sin remuneración y sin seguridad social”.
Cuando se habla mujeres y el fútbol es evidente que el mercado laboral en comparación con los hombres es menor. De acuerdo con un artículo publicado en el diario La Jugada Financiera, los 40 millones de dólares del sueldo de Neymar equivaldrían al salario anual de 1.693 mujeres de las principales ligas de fútbol femenino. Esto sin contar a Colombia que no entra en tal lista de competencias.
En Colombia, las jugadoras tienen dificultades para vivir exclusivamente del fútbol, caso contrario al de los hombres. Al respecto, Lina Gómez, futbolista de Millonarios, dice lo siguiente: “Ninguna chica en nuestro país puede decir que vive estable del fútbol. Aquí se ven casos en los que no recibes un salario o no firmas contratos formales. Además, es complicado conseguir un trabajo estable en otra área si en cualquier momento debes dejarlo para jugar durante el tiempo que dure la liga”.
Que reconozcan el potencial que tenemos
Aura Hoyos, de Independiente Medellín, expresó que existe otra variante para sustentar la diferencia que existe entre mujeres y hombres en el ámbito deportivo, y es que “el juego masculino tiene mayor audiencia…”. Para Aura, la desigualdad previamente mencionada nace de múltiples razones, y una de ellas es la falta de inversión en la liga femenina. “Hay dos o tres equipos que tratan de llevar un proceso serio y decente de la liga; el resto solo tiene equipo femenino para cumplir con el requisito de la Conmebol”.
El requisito al que se refiere Aura nació en 2016, cuando en el artículo 90, criterio D.04 del Reglamento de licencia de clubes la Conmebol anunció que cualquier club sudamericano que desee participar en Copa Libertadores debe tener un equipo femenino y otro juvenil.
Es por este tipo de situaciones que Lucero Robayo, dice: “Necesitamos directivos que sean diligentes con el fútbol femenino. Que no hagan las cosas porque les toque o porque sea obligación sino porque realmente quieran ayudar al gremio. Necesitamos personas que se den cuenta del potencial que existe en el país y que quieran apostarle”.
Así, desde las voces de las futbolistas, quedan claras las condiciones que no permiten hablar de estabilidad deportiva y laboral en el fútbol femenino y para las competidoras. En la próxima entrega de este reportaje encontrará una profundización en los términos de contratación que ofrecen los clubes, la oscilación salarial de las jugadoras y otras condiciones de tipo deportivo que no permiten que en Colombia se pueda hablar de una liga femenina digna.
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