
La difícil experiencia del seleccionado de Zaire en el mundial de 1974, así́ como la gloria de Argentina en el mundial de 1986, evidencian que muchos compromisos futbolísticos trascienden lo deportivo
Laura Doncel
@LauraDoncel1
La Copa Mundial de 1974, celebrada en la Alemania Federal, es recordada no solo por las tensiones propias de la guerra fría (como el enfrentamiento en el campo de juego entre las dos Alemanias), sino especialmente por el reflejo futbolístico de un mundo que experimentaba la descolonización africana y la configuración de nuevas relaciones geopolíticas entre el centro y la periferia.
El drama de Zaire
El peor rendimiento deportivo lo tuvo el seleccionado nacional de Zaire (actual República del Congo), un país africano que se había independizado de Bélgica en 1960. Para entonces era gobernada por Mobutu Sese Seko, quien dio un golpe de Estado al héroe independentista y líder anticolonialista Patrice Lumumba en 1965, acción violenta apoyada por los Estados Unidos.
Mobutu Sese Seko decidió invertir en deporte y se propuso a toda costa que la selección africana llegara al mundial de 1974, para ello contrató al entrenador yugoslavo Blagoie Vidinic, quien clasificó a Marruecos al mundial de México 70. Por fortuna para Mobutu, el entrenador balcánico los llevó sin dificultad al certamen mundialista.
Sin embargo, al ser un equipo sin experiencia tuvieron resultados pésimos, fueron derrotados en todos los partidos y por consiguiente eliminados en fase de grupos. Por tal motivo, el tiránico mandatario negó todos los beneficios prometidos y amenazó con quitarles la vida al llegar a su país si perdían el último partido ante Brasil, razón por la cual los jugadores se negaron a salir a la cancha.
Dado el compromiso y las presiones por parte de la FIFA los jugadores de Zaire resultaron saliendo a la cancha a disputar su último partido. Para el minuto 79, Brasil ya ganaba el encuentro con un marcador de 3-0; fue tal la tensión en medio del partido que, cuando Rivelino se disponía a cobrar un tiro libre, un jugador de Zaire le arrebató el balón para impedir que cobrara, ocasionando burlas en todo el mundo. Los jugadores regresaron al país y no se les quitó la vida, pero tras ser una “vergüenza nacional”, muchos acabaron en la pobreza y se retiraron del deporte para siempre.
“La mano de Dios”
Para el mundial de México en 1986, las eliminatorias hacia los cuartos de final dieron luces a lo que sería un verdadero partido de ataque; el enfrentamiento entre Argentina e Inglaterra sería visto por todos los argentinos como una revancha, no por el duelo deportivo, sino porque aún se respiraban aires de tensión por el conflicto de 1982 en las Islas Malvinas.
Las relaciones diplomáticas estaban rotas, así que este partido sería esperado por el mundo entero. Con esfuerzo y gracias al “pibe de oro”, Diego Armando Maradona, la selección argentina logra vencer con un contundente 2-0. Lo paradigmático es que los dos goles son recordados, uno por ser quizás el gol más bello en la historia de los mundiales, el otro por ser la famosa “mano de Dios”, aquel tanto logrado con la mano del 10 argentino ante la salida desesperada del arquero Peter Shilton.
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