Los resultados fortalecen a los alternativos. La fuerza política de la unidad en el poder local, Colombia Humana – UP, logra varios triunfos
Redacción Política
Aunque la mayoría de las elecciones en el país son cantadas, pactadas y ganadas por los de siempre, las celebradas el pasado domingo 27 de octubre dejan la particularidad de ser en dos décadas la derrota del uribismo duro y puro, la izquierda atomizada se reencontró por la vía electoral, un Partido Verde como una fuerza que va a administrar un porcentaje importante del país y unas fuerzas tradicionales cuya principal razón para seguir ganando es que tuvieron que ir juntos para mantener otra considerable porción del poder municipal y departamental.
Se estrenaron las coaliciones de partidos minoritarios y los coavales a corporaciones uninominales. Eso permitió que la izquierda se juntara. Ganó la tesis orientadora de los congresos recientes del Partido Comunista Colombiano y la Unión Patriótica: “Unidad, unidad, unidad”. Hubo debates sobre las formas de unirse, pero sin duda los proyectos políticos que decidieron jugar allí hoy presentan reportes de avance, victoria o consolidación de su fuerza. Al final es un balance positivo pues de cero representaciones locales a tener participación en gobiernos y presencia en corporaciones, es ganancia.
Gobiernos humanos
La UP vuelve a ocupar un lugar destacado en la política nacional, saldó su alianza electoral con Colombia Humana. Ese hecho político movilizó otras alianzas que en algunos lugares fueron más fáciles que en otros, es apenas natural, la política regional tiene una dinámica propia. La campaña ha servido para movilizar un contingente de voluntades, gente de carne y hueso en la calle enfrentando en desiguales condiciones a políticos patrocinados por mafioso. Valeroso y esperanzador.
Entre el poder local alcanzado por la Colombia Humana se encuentran en la Gobernación de Huila con Luis Ernesto Dussán coavalado con los verdes y el Partido Liberal, la gobernación del Magdalena con Carlos Caicedo. Además, las alcaldías de Turbaco con Guillermo Torres, Guapí, Cauca con Marino Grueso; Villavicencio, Meta con Felipe Harman; Teorama, Norte de Santander con Róbinson Salazar Benites; Buenaventura, Valle del Cauca con Víctor Vidal, Virma Jhonson en Santa Marta y Agustín Codazzi, Cesar con Omar Enrique Benjumea.
La tarea de estos gobiernos humanos y de los próximos que por el proceso de escrutinio se puedan contar como alcaldías electas para la Colombia Humana UP, será materializar una forma de gobierno ajena a los vicios y prácticas de los partidos tradicionales. El voto de confianza la ciudadanía se lo entrega a quienes en campaña propusieron que la lucha contra la corrupción encabezara su agenda de gobierno.
Por eso lo señalaba Aída Avella en su recorrido nacional: “Los gobierno elegidos por las banderas de la Colombia Humana UP y que no honren el compromiso con la causa de la lucha contra la corrupción seremos nosotros, los dirigentes políticos que los avalamos, los primeros en señalarlos y llevarlos de la mano a la cárcel a quienes sean cooptados por los corruptos. Ese es un compromiso nuestro para con el país”.
FARC en elecciones
Son las primeras elecciones locales después de la firma del acuerdo de paz, luego el partido FARC se estrena jugando en el territorio y sin desconocer las más duras complejidades de la implementación de lo acordado, ver a la militancia fariana disputando un espacio político en las calles y defendiendo sus propuestas programáticas quiere decir que la paz va ganando y su poder transformador está intacto.
Bogotá saludó la llegada de FARC a la escena política local con poco más de 23 mil votos al concejo de Bogotá. No alcanzaron resultados positivos para alcaldías, pero se estrenaron en política local, en tejer alianzas, en superar adversidades propias del sistema electoral y sobre todo hicieron una campaña que permitió movilizar la base de su partido y afianzar la estrategia de no dejarse aislar por los enemigos de la paz. FARC cumple su palabra.
El establecimiento aturdido
El uribismo recibió su derrota más estruendosa en el poder local. El común de la gente señala a Uribe como culpable del retorno de la guerra. El Presidente Duque tiene el récord de acumular la peor gestión política y administrativa de un presidente, superando a Pastrana de lejos. Uribe, acorralado por las acusaciones judiciales comete errores de principiante. El uribismo, aunque es derrotado por perder su capital político y presencia nacional en significativas representaciones, gana una nutrida presencia en asambleas y son dueños del mapa político del sur del país, territorios como Amazonas, Guaviare y Vaupés, lugares con menos sufragantes, más abandonados y con menos acceso a información.
Se ha desgastado el uribismo y el establecimiento tomó la decisión de irse en coalición pues a los partidos de la clase política tradicional ya no les es posible ganar solos. Atlántico fue uno de los lugares en donde todos los partidos de la derecha se aliaron para sacar a la gobernadora electa Elsa Noguera. Pero departamentos como Valle del Cauca o Cesar serán gobernados por los partidos de la U, Cambio Radical, Conservador y Liberal. Esas colectividades ganaron las asambleas en la mayoría de los departamentos. Las fuerzas tradicionales siguen ganando elecciones con la compra votos y la manipulación de resultados.
Los resultados electorales de Medellín y Cúcuta son la fotografía que queda en la memoria del pasado domingo. En la capital antioqueña no solo se derrotó a uno de los alfiles más encopetados del uribismo, Luis Ernesto Ramos, sino a la empresa de encuestas Guarumo que le apuntó a Ramos una victoria de casi tres a uno contra Daniel Quintero, quien es el alcalde electo de Medellín y acaba de derrumbar un mito electoral: “Medellín es uribista”.
No todo es bueno
La Registraduría, los jurados y los contratos, la compra de votos, el software que sistematiza los votos y entrega resultados siguen en manos de contratistas. Supimos de compra de votos mediados por el “paga-diario” que agobia a la gente humilde a cambio de votos. Los partidos tradicionales hoy no son más que mandaderos de la mafia y en peligro puede estar la contratación pública. El país sigue en un mar picado de inconformidades a la par del crecimiento de rebeldías sociales, resistencias y radicalidad en las causas humanas.