Gasto militar e inversión en salud en medio de la pandemia

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La mayoría de los países registran graves deficiencia en los sistemas públicos de atención en salud.

En manifestaciones públicas, sobre todo estudiantiles, los muchachos suelen levantar la consigna “más escuelas, menos fusiles”, o “más hospitales, menos cuarteles”. Pero resulta ingenuo pensar que a menor gasto militar más inversión en salud. No siempre la premisa se cumple

Redacción internacional

La dinámica del contagio del coronavirus ha provocado que estudiosos de la problemática social hagan diversas miradas de las consecuencias del confinamiento a que han sido sometidas millones de personas en el mundo. Desde luego, muchos de esos análisis examinan los presupuestos en salud de los gobiernos, las políticas de salud pública, los recursos humanos para atender a los pacientes, la cantidad de hospitales y camas disponibles, la producción de insumos médicos, la generación de vacunas, etc.

Lo que el contagio del coronavirus ha opuesto en evidencia es la desarticulación de los sistemas de salud pública, la privatización de la salud y la incapacidad de muchos Estados para ofrecer camas hospitalarias y centros de atención de urgencia para atender al creciente número de contagios.

La desfinanciación de la salud pública contrasta con el gasto militar, que ha batido récord en la gestión fiscal del año pasado. En efecto, el gasto militar el año pasado experimentó un crecimiento récord respecto a la última década. El gasto militar global, para 2019 alcanzó los 1.91 billones de dólares, un incremento del 3.6 por ciento respecto al año anterior, es decir, el mayor aumento respecto a la última década, según el anuario elaborado por el Instituto de Investigación Internacional para la Paz, de Estocolmo, Sipri.

Un máximo histórico

Nunca se había gastado tanto en armamento desde el final de la Guerra Fría, en 1989, dijo el instituto, y recordó que desde 2010 se ha experimentado un crecimiento anual del 7.2 por ciento en gastos de Defensa. El año pasado ese gasto representó el 2.2 por ciento del PIB mundial, aproximadamente 249 dólares por persona, considerado el conjunto de la población mundial. “Es el nivel más alto de gasto desde la crisis de 2008 y representa probablemente un máximo histórico”, concluye el Sipri.

Lo que lamentan organizaciones sociales populares y defensoras de derechos humanos, es que en los países pobres no hay ventiladores mecánicos suficientes, no hay mascarillas, ni para los ciudadanos ni para el personal médico. El mundo notó con asombro que la primera potencia del mundo, los Estados Unidos, no tenía tapabocas suficientes cuando empezó a diseminarse el virus en su territorio.

En contraste el mundo gasta enormes sumas en pertrechos militares. Entre 2018 y 2019, quienes más invirtieron en armas fueron China, Estados Unidos, India, Japón, Alemania, Corea del Sur, Israel, Italia e Irak. Algunos de ellos tienen fuertes tensiones políticas con sus vecinos.

Presupuesto comparado

En Colombia, en manifestaciones públicas, sobre todo estudiantiles, los muchachos suelen levantar la consigna “más escuelas, menos fusiles”, o “más hospitales, menos cuarteles”. La consigna se repite a lo largo de muchos países en diferentes continentes. Pero resulta ingenuo pensar que a menor gasto militar más inversión en salud. No siempre la premisa se cumple.

Lo primero que se debe observar es que invertir más recursos en salud no significa que no se destinen sumas suficientes para defensa. O que, los gobiernos, si se les obliga a reducir sus inversiones en armamento, automáticamente van a incrementar los gastos en salud.

Ahora bien, comparando cifras actuales, el gasto global en salud es mayor que el de defensa. El primero corresponde al 10 por ciento del PIB, mientras el segundo representa el 2.2 por ciento, como se anotó arriba. La cuestión es que no todos los países tienen el mismo gasto militar ni el mismo gasto en salud.

Revertir la tendencia

Lo que pasa es que gastar más no significa gastar bien. Estados Unidos es el que más invierte en salud, pero es el epicentro mundial del covid-19, con el mayor número de contagios y de muertes. Es el que más gasta, pero hay una profunda desigualdad en el acceso a los servicios sanitarios para su población, no cuenta con cobertura universal.

La OCDE dice que Estados Unidos tiene el servicio de salud más deficiente entre las naciones altamente desarrolladas, lo que denota que no por gastar mucho, los recursos son bien empleados. Variar esta tendencia requiere que la sociedad civil tenga la mayor claridad sobre el tema y se movilice, no solo a detener la mano de los empresarios de la militarización y de la guerra, sino que los recursos que se liberen se reutilicen en la atención de los problemas básicos de la población.

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