
Mientras los países industrializados acaparan la producción de vacunas, América Latina hace esfuerzos para adquirir suficientes dosis e inmunizar a todos sus habitantes
Roberto Amorebieta
@amorebieta7
En momentos en que el mundo pasa por un segundo brote de contagios, más agresivo que el anterior, y ante la poco probable aparición de una cura al covid-19, el desarrollo de las vacunas y en algunos casos los programas de vacunación masiva se han convertido en el único motivo de esperanza para millones de personas. No obstante, cuando muchos esperábamos que la pandemia mostraría el lado más humano de las personas y de los gobiernos, la competencia entre los países por el acceso a las vacunas y la gestión que algunos de ellos han dado a la vacunación, han llevado a pensar una vez más que es preferible ser pesimista en la razón.
No solo ha sido la feroz competencia por el acceso a los elementos básicos de protección sanitaria, como al principio de la pandemia cuando vimos a las potencias -como si fuesen gángsters de película barata- arrebatarse cargamentos enteros de tapabocas y guantes quirúrgicos. Ahora es el acaparamiento que los países industrializados están haciendo de las vacunas.
Se estima que Europa y Estados Unidos, que representan algo más del 20% de la población mundial, han adquirido más de la mitad de la producción mundial. La situación es tan preocupante que el director de la Organización Mundial de la Salud, OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, instó a los países ricos a no cerrar más convenios bilaterales con las farmacéuticas, pues esto puede llevar a la escasez de vacunas en el mundo y su consiguiente encarecimiento, poniéndolas aún más lejos del alcance de los países pobres.
Narrativa hegemónica
Otro motivo de pesimismo ha sido el amañado manejo de la información que ha servido para construir toda suerte de relatos que intentan explicar al público lo que está pasando. En este aspecto se ha visto de todo, desde el cándido y vacío discurso de Iván Duque que presenta un paisaje optimista en medio de la peor crisis sanitaria de los últimos 100 años, hasta discursos que se usan desde la oposición como arma de crispación política para atacar al gobierno de turno.
Parte importante de esta matriz de interpretación se refiere a las vacunas que se están desarrollando por diferentes laboratorios alrededor del mundo. Según la narrativa hegemónica, se aplauden los desarrollos de las vacunas estadounidenses y británicas mientras se siembran dudas sobre la eficacia de la vacuna rusa Sputnik V. Asimismo, se ignoran o directamente se tergiversan las informaciones sobre el buen manejo que países como Venezuela o Cuba han dado a la pandemia.
Lo cierto es que las estadísticas son solo un estimativo de la situación real. Hay varios motivos: El bajo número de pruebas diagnósticas que impide identificar y rastrear todos los casos, los casos de pacientes que no reportan su condición a las autoridades sanitarias y se curan o fallecen en casa, los casos asintomáticos que no logran ser rastreados y expanden el contagio sin saberlo, entre otros.
No obstante, los gobiernos siguen trabajando en adquirir las suficientes vacunas para su población y por ello no está de más dar un repaso a los avances que han hecho algunos países de América Latina en su compra y en la implementación de programas masivos de inmunización.
Argentina
El presidente Alberto Fernández autorizó la compra de 21,5 millones de dosis de la vacuna rusa Sputnik V, 22,5 millones de dosis de la vacuna británica de la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca y 10 millones de dosis más a través del sistema de vacunas de las Naciones Unidas, COVAX.
La vacuna británica ya se está produciendo en territorio argentino en un proyecto conjunto con otros países de Sudamérica. A pesar de las voces de la oposición más conservadora que con teorías de la conspiración intentaron sembrar dudas sobre la eficacia de la vacuna rusa, esta ya se está aplicando a miles de personas en condición vulnerable y a miembros del personal de salud.
Brasil
La adquisición y distribución de vacunas es un ejemplo más de la forma como el negacionista Jair Bolsonaro parece cada vez más una figura decorativa en su gobierno que el verdadero presidente del país. Mientras continúa insistiendo en que el covid-19 es una gripecinha (una gripita), se niega a vacunarse, sigue convocando a manifestaciones a sus simpatizantes y sostiene en público que “¿para qué cuidarnos, si al final todos vamos a morir?”, el Supremo Tribunal Federal declaró obligatoria la vacunación de toda la población.
Por su parte, los estados están tomando decisiones sin esperar la autorización del gobierno federal. Bahía ya adquirió 20 millones de dosis y Paraná negocia los derechos de producción de la vacuna. El Ministerio de Salud, haciendo caso omiso de Bolsonaro, anuncia que avanzan a buen ritmo los programas de vacunación y que se adelantan negociaciones con las multinacionales farmacéuticas Pfizer, AstraZeneca-Oxford, Moderna, Janssen y Bharat Biotech.
México
El presidente Andrés Manuel López Obrador -quien en un principio reaccionó errática y equivocadamente ante las medidas de precaución frente al contagio- se adelantó y desde diciembre pasado convirtió a México en el cuarto país del mundo en adquirir la vacuna de la farmacéutica Pfizer.
El país negocia con Rusia la compra de derechos de fabricación de la vacuna Sputnik V, ya autorizó la compra de millones de dosis de la vacuna china y tiene una sociedad con el laboratorio AstraZeneca, el gobierno inglés y el gobierno argentino para adelantar investigaciones. Además, el laboratorio alemán CureVac iniciará pruebas de la fase III en territorio mexicano y mientras tanto las jornadas de vacunación se adelantan en los sectores de población más expuestos y vulnerables.
Venezuela
Como respuesta al ilegal bloqueo económico y financiero que el gobierno de Estados Unidos mantiene contra Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro adelantó rápidamente negociaciones con Rusia y China para la adquisición de sus vacunas.
Desde mediados de 2020, Venezuela se convirtió en uno de los países donde se hicieron las pruebas de la fase III de la vacuna rusa, lo que le valió tener uno de los primeros turnos en su adquisición. Ya se firmó el contrato de compra y se espera que esta primera fase de vacunación masiva comience en abril.
El presidente Maduro advirtió que a diferencia de su vecino Colombia -que negó la vacunación a inmigrantes en condición de irregularidad-, Venezuela vacunará gratuitamente a toda la población, independientemente de su condición migratoria.
Cuba
La estrategia cubana de contención de la pandemia ha consistido en fortalecer el ya robusto sistema de salud pública, basado en la promoción de la vida saludable como prevención de la enfermedad.
El impacto de la pandemia ha sido leve -en comparación con otros países del entorno- porque se han conjugado varias circunstancias. Su condición de isla facilita el control sanitario de los visitantes y la rápida detección y rastreo de los casos, el sistema de salud es de calidad y la disciplina de sus habitantes contribuye a frenar la expansión de los contagios.
Mientras tanto, la isla comenzará a producir la vacuna rusa y adelanta la investigación de su propia vacuna, la Soberana 01.
Colombia
El Invima autorizó el uso de la vacuna de Pfizer y el Gobierno anunció la compra a las farmacéuticas Pfizer y AstraZeneca de suficientes dosis para 10 millones de personas. Aún no se ha hecho la adquisición. Se anunció que la vacunación comenzará en febrero, pero aún no hay una fecha confirmada. Incertidumbre.
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