Gerardo Molina: Una vida al servicio de la democracia

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Gerardo Molina. Foto archivo

Bosquejo de la trayectoria política de un gran aliado de revolucionarios y comunistas. Su gran objetivo fue una Colombia democrática y pluralista. Para lograrlo, planteó la conformación de un amplio frente popular

RetroVOZ

El viernes 29 de mayo de 1991, a la edad de 85 años y a causa de un infarto cardiaco dejó de existir el abogado, pensador socialista, periodista, defensor de derechos humanos, dirigente político de izquierda y demócrata Gerardo Molina Ramírez.

Liberal progresista en los inicios de su vida política, figuró en los años treinta por su acción en defensa de las tesis de Alfonso López Pumarejo, impregnado en el programa progresista en el primer periodo de gobierno (1934-1938), del interés de impulsar reformas democráticas en el país y al interior de su partido, el liberal.

Lucha contra el fascismo

En la década del cuarenta, junto al dirigente comunista Juan Francisco Mújica y Diego Luis Córdoba, entre otros, integró un grupo de intelectuales por el socialismo. A raíz de la Segunda Guerra Mundial se incorporó al Frente Antifascista que se prospectó en Colombia.

En 1944 fue nombrado rector de la Universidad Nacional de Colombia. Molina se vio obligado a partir hacia el exilio permaneciendo en Francia de 1948 hasta comienzos de 1954 a causa de la cruenta represión desatada por los gobiernos conservadores de Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez.

Con la lucha popular

A su regreso al país ocupó por dos periodos consecutivos la rectoría de la Universidad Libre, donde a pesar de su investidura no vaciló en respaldar las luchas estudiantiles por reformas educativas y contra el alto costo de la vida, hecho que le ganó la enemistad de sectores militaristas de las Fuerzas Armadas.

Su pluma crítica dio a luz los libros Breviario de Ideas Políticas (1987), Las Ideas Liberales en Colombia (1970), La formación del Estado en Colombia y otros textos políticos (1994), y Proceso y Destino de la Libertad (1955), éste último reimpreso en 1988. Para la reedición del libro permanecía Molina en el movimiento Firmes del cual hizo parte hasta su muerte.

Férreo opositor al Frente Nacional que introdujo el bipartidismo excluyente y que fue establecido en el país a raíz del plebiscito de 1957 que marca el fin de la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla, Gerardo Molina se inclinó por la conformación de un Frente Popular con miras a construir un nuevo poder de esencia democrática y pluralista.

Molina no profesó el anticomunismo

Se equivocan quienes al hacer el balance de su vida y de su obra lo alinean en las filas del anticomunismo o pretenden alejarlo de sus afectos hacia los comunistas colombianos, definiéndolo como liberal socialista a secas.

La realidad es otra; la acción política de Molina desde su emergencia en las canteras del socialismo democrático está ligada a la de los comunistas, a los que nunca miró como enemigos y por el contrario no vaciló en integrar coaliciones con ellos por distintas causas democráticas o revolucionarias.

Así ocurrió en 1982 cuando como candidato presidencial del Frente Democrático simultáneamente encabezó la lista para el Senado de la República en una coalición formada por el Partido Comunista (principal fuerza), el movimiento Firmes, el Partido Socialista Revolucionario, la Unión Nacional de Oposición y el Partido Socialista de los Trabajadores. Molina fue electo senador con la suplencia de Humberto Criales de la Rosa y obtuvo en la contienda presidencial más de 80 mil votos. La victoria fue para el conservador Belisario Betancur Cuartas.

Portada de la edición 1185 del semanario VOZ Proletaria llamando a votar por Gerardo Molina
como candidato presidencial por el Frente Democrático en 1982

Mientras haya hambre no habrá paz

La campaña electoral de 1982 liderada por Gerardo Molina se dio en medio de grandes altibajos, signados por la carestía, la criminal acción paramilitar desatada por el MAS y la respuesta del Frente Democrático a la impunidad y la complicidad militarista. Contra esto, Molina llamó a forjar la más amplia unidad.

“Unirse para impedir que esa situación cristalice, presionar al gobierno para iniciar los esfuerzos que conduzcan a la adquisición de un nivel de vida satisfactorio para el hombre común, son deberes inaplazables. Una cosa es cierta, mientras haya hambre no habrá paz en Colombia”.

El 23 de enero de 1982 en la Plazoleta del Concejo Municipal de Armenia manifestó: “¿Tienen los trabajadores libertades para expresar su protesta a través de huelgas? ¡No!, porque las huelgas son declaradas ilegales por el gobierno con cualquier pretexto (…) Y también están amenazadas las libertades del pueblo. Libertades en cuanto a la seguridad personal. El día menos pensado son llevados a la cárcel sin saberse por qué. Un día cualquiera, un tribunal de guerra los condena a prisiones largas; todo por haber ejercido el llamado derecho a la protesta”.

También en esa campaña dijo: “En vez del helicóptero que arroja bombas, en vez de la orden de exterminar a los inconformes, pedimos la presencia del Estado en la forma de maestros, hospitales, tierra que cultivar, crédito y semillas. Seguros de lo que decimos, afirmamos que mientras subsista la desigualdad ultrajante entre ricos y pobre, la paz no será posible”.

Guerrilleros son necesarios en la lucha democrática

En el mes de marzo, siguiendo el hilo de las giras electorales Molina visitó Huila y Caquetá y refiriéndose al decreto de amnistía promulgado por el gobierno Turbay Ayala precisó: “Mi tesis concreta es que si ese decreto por la paz fracasa, no debemos identificarlo como una derrota en la causa eterna de la paz. ¡No!, será un fracaso transitorio que se puede remediar. Debemos aprovechar la Comisión de Paz, debemos aprovechar todas las fuerzas democráticas, a efecto de presionar al gobierno, a éste y al futuro y a los futuros, para que al fin se decrete la amnistía tal como la piden los grupos alzados en armas”.

Para Gerardo Molina, para lograr cualquier acercamiento de paz era necesario prescindir de figuras constitucionales obsoletas: “Yo encuentro que los guerrilleros tienen razón al pedir que primero se levante el Estado de Sitio antes de entregar las armas”.

En Florencia fue más allá cuando dijo: “Quiero decirles a los guerrilleros que nosotros los esperamos y los necesitamos en estos combates que estamos adelantando por una Colombia nueva”.

Por el socialismo

30 años después del fallecimiento del maestro Gerardo Molina, fuerzas democráticas y movimientos sociales lo recuerdan por su don de la palabra cristalina, por sus discursos en defensa de la gente y de la clase trabajadora, por sus ideas socialistas plasmadas en sus libros y cátedras.

Hoy, cuando la socialdemocracia quema a tantas mariposas, es bueno releer las páginas del pensamiento del maestro Gerardo Molina, quien, en entrevista concedida a Manuel Cepeda Vargas, planteaba la importancia de la unidad democrática y la política estratégica del cambio: “Somos abanderados de la causa más justa: la causa de la lucha por la liberación y el socialismo en Colombia”.

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