A la edad de 81 años falleció en Bogotá el renombrado periodista víctima de un cáncer de páncreas, dolencia que manejó con ejemplar serenidad
José Luis Díaz-Granados
Germán Castro Caycedo había nacido en Zipaquirá, cerca de la legendaria Catedral de Sal, el 3 de marzo de 1940. Realizó estudios secundarios en el Gimnasio Germán Peña y posteriormente cursó tres años de antropología en la Universidad Nacional de Colombia.
En el entreverado de las primeras investigaciones académicas, se dio cuenta que su destino estaba en contar y describir los asuntos que observaba en el diario vivir, y optó por abandonar la carrera para dedicarse por entero al periodismo en sus diversas modalidades de comunicación, tanto en la prensa escrita como en la radio y la televisión.
Una vez consolidada la vocación por “el más bello y noble de los oficios”, como lo denominó Albert Camus, consagró desde entonces lo mejor de sus energías intelectuales al cultivo de la crónica, género en el cual descolló hasta situarse en el primer plano del periodismo nacional. En este sentido, en la pluma de Germán Castro Caycedo sobresalieron de manera peculiar sus graves denuncias y las más inusitadas revelaciones del acontecer político y social del país.
Una vez consolidada la vocación por “el más bello y noble de los oficios”, como lo denominó Albert Camus, consagró desde entonces lo mejor de sus energías intelectuales al cultivo de la crónica, género en el cual descolló hasta situarse en el primer plano del periodismo nacional. En este sentido, en la pluma de Germán Castro Caycedo sobresalieron de manera peculiar sus graves denuncias y las más inusitadas revelaciones del acontecer político y social del país.
Periodista y cronista
Castro Caycedo cubrió eventos taurinos para la revista El Ruedo. Luego hizo parte de la redacción de La República y El Espectador y más tarde fue redactor y columnista del diario El Tiempo entre 1967 y 1977.
Durante 20 años dirigió Enviado Especial, programa televisivo donde a través de audaces entrevistas y reportajes desenmascaró muchas ollas podridas de diferentes administraciones presidenciales. Fueron aproximadamente 1.020 episodios de media hora cada uno, por lo cual el programa recibió una veintena de galardones y reconocimientos tanto nacionales como extranjeros. Su entrevista con Gabriel García Márquez, que fue sin duda alguna la mejor y más completa concedida por el Premio Nobel a reportero alguno en el mundo, está considerada como un clásico del periodismo nacional en su modalidad específica.
A lo largo de sesenta años de incansable labor de periodista y escritor público, Castro Caycedo obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el Premio América Latina SIP Mergenthaler, el Premio Nacional APE al Mejor Programa de Televisión, el Premio Rodolfo Walsh por su libro El Karina, como el Mejor Libro de No Ficción publicado en España y el Premio Simón Bolívar en la categoría Vida y Obra de un Periodista en 2015.
Ameno, sencillo y directo
Germán Castro Caycedo publicó más de 25 libros, la mayoría de ellos, auténticos best-sellers -o sea, libros con los mayores éxitos en ventas-, gracias a su estilo ameno, sencillo y directo, abundante en episodios interesantes y reveladores de innumerables denuncias y acontecimientos históricos desconocidos por la mayoría de sus lectores.
Uno de esos libros, el titulado La bruja, publicado en 1994, denuncia el increíble poder que una pomposa hechicera al servicio de la “gente de bien” del país, ejercía sobre un presidente de la república, tristemente célebre por su entrega servil al militarismo, la imposición de un perverso estatuto opresor del pueblo, la persecución a decenas de luchadores populares, por su intento de detener a Gabriel García Márquez, bajo la falsa acusación de guardar armas para el M-19, y el allanamiento y detención arbitraria del anciano poeta comunista Luis Vidales, quien fuera llevado en horas de la madrugada a las caballerizas de Usaquén,donde permaneció un día entero vendado e incomunicado, hasta que fue puesto en libertad gracias a la presión nacional e internacional —encabezada por Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir—, incluso por la intervención del expresidente Alberto Lleras Camargo, amigo de la infancia de Vidales, quien llamó al presidente para decirle que la detención del poeta “no sólo era un error sino una estupidez”.
Otros libros de Castro Caycedo, maravillosos y acusadores, retadores del secretismo oficial y el fariseísmo reinante, son los titulados: Colombia amarga, Perdido en el Amazonas, Mi alma se la dejo al diablo, El Karina, El hueco, El cachaladrán amarillo, La muerte de Giacomo Turra, Colombia X, Con las manos en alto, El palacio sin máscara, Operación Pablo Escobar, Nuestra guerra ajena, Una verdad oscura y Huellas.
Los laberintos del ser colombiano
Durante su larga y exitosa carrera periodística, Castro Caycedo siempre expresó su gratitud para con su maestro Germán Pinzón Moncaleano, quien, además de brillante novelista y cuentista, se destacó como el cronista estrella de todos los medios en los que laboró.
“Con Pinzón aprendí todos los secretos y recovecos del buen periodismo, mucho más de lo que me hubieran podido enseñar las facultades de comunicación o los diplomados en el exterior”, afirmó Castro Caycedo en una entrevista. Al igual que García Márquez y otros paradigmas del oficio, supo que la mejor enseñanza es la de la práctica cotidiana frente al teclado y la observación minuciosa de las personas y los aconteceres, siempre del brazo de la verdad y a objetividad.
Por ello, Germán Castro Caycedo dedicó sus mejores energías mentales al conocimiento profundo del país con sus bondades y crueldades, su selva inexplorada, las etnias y las culturas ignoradas y olvidadas, el porqué del narcotráfico, del conflicto armado, de la guerra sucia, de la inequidad social, y en fin, la inmersión en los laberintos inextricables del ser colombiano con todas sus virtudes y debilidades, para hacer conocer al mundo lo que es en realidad “esta esquina de América” a través de una invalorable obra periodística, extensa, intensa y reveladora.