El exrepresentante a la Cámara y abogado defensor de derechos humanos habla con VOZ sobre el caso Santrich, las decisiones de las altas cortes, el negativo balance de la actual administración uribista y el momento político de cara a las elecciones de octubre que definirá el poder local en los territorios del país
-Usted fue quien representó a Santrich en el proceso que lo reconoce como representante a la Cámara y que hoy lo tiene en libertad. ¿Cuáles fueron los argumentos jurídicos para que el fallo saliera a favor?
–Yo representé a Jesús Santrich ante el Consejo de Estado en un proceso por pérdida de investidura. Allí la Cámara de Representantes había oficiado a esta institución judicial para que definiera si había lugar a la pérdida de investidura o no del señor Santrich, teniendo en cuenta que no se había posesionado como congresista.
El debate jurídico estuvo en torno a saber, si efectivamente él no había concurrido a la Cámara por voluntad o por fuerza mayor, ya que el artículo 183 de la Constitución Política prevé la fuerza mayor. En el caso de autos, lo que nosotros debatimos en el Consejo de Estado era precisamente que el eje más importante de la negociación de paz, era precisamente la participación política.
Desde nuestro punto de vista, esa facultad de posesionarse como congresista no se había podido realizar gracias al montaje de la Fiscalía y que eso se configuraba en una fuerza mayor. Recordemos que él estando en la cárcel, mandó derechos de petición, acciones de habeas corpus y tutelas, y nunca lo dejaron posesionar.
Lo que resuelve entonces el Consejo de Estado en fallo de primera y segunda instancia, es que efectivamente hubo una fuerza mayor, que Jesús Santrich no perdía su investidura por no haberse posesionado como todos los congresistas el pasado 20 de julio. Ese fallo es muy importante, primero porque queda claro que Santrich tenía la voluntad para posesionarse como congresista, donde incluso tenía la credencial, y segundo, porque se resuelve el debate jurídico de quién es competente para investigarlo de los delitos que se le acusan, es decir, la Corte Suprema de Justicia por su fuero parlamentario.
–¿Por qué es importante esta decisión en todo el proceso que se adelanta contra el líder político del partido FARC?
–Los efectos jurídicos, pero esencialmente políticos, de este fallo modifican el caso, porque la Corte Suprema de Justicia asume la competencia, decidiendo que todas las diligencias hechas en la legalización de la recaptura, la imputación de cargos, etc., habían sido ejecutadas por un fiscal y un juez de control de garantías que no tenían competencia para hacerlo. Es por eso que la Corte resuelve declarar nulo lo que pasó y ordenar la liberación inmediata del congresista Santrich.
Las derrotas del uribismo
–El gobierno Duque no solo ha sido derrotado en su afán de extraditar a Santrich, también con las objeciones a la JEP que no prosperaron. ¿Cree usted que el uribismo no ha descartado la conmoción interior para lograr sus objetivos políticos?
–El de Duque es un gobierno perdido que, desde mi punto de vista, no tiene rumbo. Todo lo que hace le sale mal. Sin embargo, yo no creo que se vaya a decretar la conmoción interior. Las altas cortes vienen frenando el interés autoritario del uribismo en el poder.
La JEP, a pesar de las presiones, lo de Bermeo y los montajes, finalmente mantuvo una posición de no extradición en el caso de Santrich. El Consejo de Estado, tanto en sala de primera instancia como en sala plena, mantuvo la investidura del exguerrillero. La Corte Constitucional, le dio la razón a la oposición con respecto a la votación de las objeciones presidenciales en Senado que hundieron las pretensiones del uribismo de hacer trizas la paz al no querer reglamentar la columna vertebral del acuerdo.
Es decir, la rama judicial del poder público le notificó al Gobierno nacional que este no puede hacer lo que quiera. Desde mi punto de vista, Duque no decretó la conmoción interior porque tenía la certeza de que la Corte Constitucional la tumbaría, ya que no había ninguna situación grave que pusiera en riesgo la vida de la ciudadanía colombiana.
–¿Por qué el uribismo está tan obsesionado con hacer trizas la paz?
–Desde siempre, Álvaro Uribe Vélez, Iván Duque y el Centro Democrático, se opusieron e hicieron la campaña presidencial bajo el discurso de hacer trizas los acuerdos. Lo que nosotros vemos es que eso no va a ser posible, aunque somos conscientes que ellos van a seguir insistiendo en retrasar la implementación de los puntos progresistas que salieron de la mesa en La Habana. En otras palabras, la política del Gobierno y su partido será la de dilatar y dilatar todos los puntos que generen cambios en el país.
El proceso de paz
–El caso Santrich se suma a una cadena de incumplimientos por parte del Establecimiento con el Acuerdo de paz firmado. ¿Cree usted que estamos ante el fracaso del proceso de paz?
–Yo no creo que haya un fracaso de los acuerdos de paz, entre otras porque son ejemplares, son los únicos que contemplan en su contenido una política distinta de drogas, un sistema integral para la atención de las víctimas, una reforma política para ampliar la democracia, etc. Lo que todos sabíamos es que con Duque como presidente de la República, es decir Uribe y sus copartidarios, la implementación sería lenta y que la función de Gobierno sería obstruir el carácter progresivo de sus contenidos. Lo dijimos hace un año y eso es lo que estamos viviendo.
El momento electoral
–¿Cuál es su lectura sobre la próxima etapa del momento político, que será electoral? ¿Cree que las fuerzas democráticas del país están preparadas para la unidad?
–Si sumamos las votaciones de la primera y segunda vuelta, es claro que hay una oportunidad para las elecciones locales de octubre. Si uno cuenta esa votación, va a encontrar que en por lo menos 450 municipios y 16 capitales de departamento, entre ellas Bogotá, Cali, Bucaramanga o Riohacha, la votación de la coalición Colombia y Colombia Humana, representan más del 40%. Es decir, que existe la posibilidad de ser gobierno en alcaldías, gobernaciones y tener gran presencia en concejos y asambleas de diputados.
Es por eso que saludo con beneplácito la unidad programática entre la Unión Patriótica y la Colombia Humana, e invito a todas las fuerzas políticas de oposición en el país, es decir, Alianza Verde, Polo Democrático Alternativo, Mais, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común y todas las iniciativas alternativas, a que nos sumemos a tratar de conquistar el poder local por la vía de la convergencia.
Si eso no pasa, difícilmente podremos ganar en el 2022. A pesar de que el punto dos del acuerdo es uno de los que menos ha avanzado ya que solo se expidió el estatuto de oposición y quedaron en deuda tanto la ley de participación como la reforma política, en el mundo real el proceso de paz ha generado una apertura política que posibilitó los ocho millones de votos en la segunda vuelta por la propuesta alternativa y los 11 millones en la consulta anticorrupción. Creo que este año es de oportunidad política para las fuerzas que quieren un país diferente.