El golpe militar fascista en Chile

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Aleve ataque militar al Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973.

La historia en las páginas de VOZ

Hernando López

El semanario VOZ Proletaria registró en las ediciones posteriores al 11 de septiembre de 1973, sucesivas crónicas del golpe fascista de las Fuerzas Militares y de Carabineros contra el gobierno legítimo y constitucional de Salvador Allende Gossens de la Unidad Popular, que había derrotado por la vía electoral a la derecha chilena.

El golpe comenzó a fraguarse desde antes de la posesión de Allende. El grupo fascista “Patria y Libertad”, el 22 de octubre de 1970, asesinó al general René Schneider, comandante en Jefe de las Fuerzas Militares y quien había declarado su apego a la Constitución. Apenas habían pasado dos meses desde el triunfo electoral del médico Salvador Allende. Fue el comienzo de numerosas provocaciones, financiadas desde el exterior por el gobierno de los Estados Unidos a través de la CIA y de transnacionales como la ITT. Henry Kissinger, para la época Secretario de Estado de los Estados Unidos en el gobierno de Richard Nixon, declaró sin titubeos que había que derrocar al gobierno socialista de Chile. “No permitiremos otra Cuba”, aseveró el funesto personaje.

Vinieron después de la posesión de Allende días duros para Chile. De gigantescas movilizaciones populares, de la nacionalización del cobre, de la entrega de un litro de leche diario a los niños más necesitados y de otras medidas sociales progresistas, que desencajó a la derecha golpista que acentuó los actos de violencia en el país. Desde el exterior y dentro de Chile la CIA aceitaba la maquinaria golpista. El gobierno y el pueblo contaban con la solidaridad del campo socialista y con el firme apoyo de Cuba revolucionaria. De hecho Fidel visitó a Chile donde permaneció varias semanas y se conoció después que un agente de la CIA lo tuvo a mira de su pistola desde una cámara de televisión. Le faltó valor para asesinar al líder de la Revolución Cubana.

Lucha de masas y golpismo

En la medida que el gobierno popular ganaba terreno con el apoyo de los trabajadores, la derecha fascista incrementaba el accionar subversivo y criminal. El objetivo fue quebrar la economía con la ayuda de la oligarquía que comenzó a frenar la producción y a acaparar los artículos de primera necesidad. Se inició una guerra económica contra Chile desde el exterior. Estados Unidos contaba con el apoyo de las dictaduras fascistas del cono sur, en especial de Brasil. Entre tanto, en las Fuerzas Armadas aumentaba en silencio la preparación del golpe, a pesar de los esfuerzos para evitarlo del general Carlos Prats y de otros oficiales demócratas.

El Palacio de la Moneda fue bombardeado con el presidente Allende dentro. A sangre y fuego fueron asesinados miles de chilenos y chilenas, militantes de los partidos de la Unidad Popular, otros miles capturados y desaparecidos y varios torturados. Además de los miles que tuvieron que abandonar el país para salvar su vida. Dirigentes de la izquierda como Luis Corvalán, Secretario General del Partido Comunista, fueron confinados en la isla de Dawson, convertida en campo de concentración para altos funcionarios del gobierno y dirigentes populares y de izquierda.

Fueron días aciagos para Chile pero también de gran movilización latinoamericana y mundial. El 11 de septiembre de 1974, un año después del golpe, en Colombia se realizó la marcha de la solidaridad de Ibagué a Bogotá que ocho días después terminaría en la Plaza de Bolívar con lleno completo a reventar.

Como algo insólito en los gobiernos de la oligarquía, el de Colombia abrió sus puertas a los exiliados chilenos y denunció la violación de los derechos humanos por la dictadura de Pinochet, gracias a que el canciller era Alfredo Vázquez Carrizosa, figura democrática del Partido Conservador y quien fundaría después el Comité Permanente de los Derechos Humanos en Colombia y encabezaría la lista de la Unión Patriótica a la Asamblea Nacional Constituyente en la elección de 1990.

Lo de Chile en 1973 recuerda lo mismo que la oligarquía venezolana y el imperio yanqui y sus lacayos intentan en la República Bolivariana de Venezuela contra el proceso revolucionario y el presidente Nicolás Maduro.