José Ramón Llanos
La llegada al poder del neoliberalismo en Francia, con el presidente Felipe Enmanuel Macron y su política antiobrera, manifestada incluso contra los pensionados, propone, además, reformar y privatizar el servicio del transporte férreo, la congelación salarial y los intentos de debilitar el movimiento sindical. La respuesta del sindicalismo no se hizo esperar, siete organizaciones de trabajadores, entre otras la Federación Sindical Unitaria, FSU, la Federación General de Trabajadores, CGT, la Confederación Francesa de Trabajadores Cristianos, CFTC, convocaron una huelga que se realizó el jueves 22 del pasado mes. Los periódicos consideraron que esa movilización constituiría una especie de test para medir el grado de aprobación o rechazo del pueblo francés a las políticas macronistas.
La respuesta obrera y de diferentes sectores laborales y ciudadanos fue la movilización del 22 de marzo en París, Marsella, Lyon, Toulouse, Nantes, Reims y en otras ciudades galas. La Confederación General de Trabajadores, estimó que las calles de Francia fueron copadas por más de 500 mil protestantes. La consigna más coreada y más exhibida en las pancartas fue: “En defensa de nuestros derechos”. Los trabajadores de los ferrocarriles portaban pasacalles en que se leía: “Contra la degradación de las condiciones de trabajo”. “No a la reformas y privatización del servicio férreo”.
Participaron jóvenes trabajadores y algunos estudiantes universitarios, quienes protestaban por el salario que les ofrecen después de estudiar mínimo cuatro años, un poco más de lo que constituye el ingreso mínimo. Este sector de manifestantes, dada la energía y lo agresivo de sus consignas y sus actitudes, fue el más reprimido por las fueras policiales con chorros de agua y gases lacrimógenos.
La prensa burguesa considera que el presidente Macron salió bien librado de la huelga. Esta es la califcación natural de unos medios que son propiedad de los principales beneficiarios de las políticas macronistas, que son puro neoliberalismo. Macron con su política laboral pretende dar respuesta a la presión de los países de la Unión Europea, que consideran que la legislación laboral francesa debe ser más favorable a los empresarios.
Desde la perspectiva de los sindicalistas la movilización del jueves 22 de marzo, fue un gran éxito no sólo por lo masiva y la combatividad de los trabajadores, además, según la dirección de la Confederación General de Trabajadores, CGT, en versión de Felipe Martínez, la huelga es el primer paso del gran movimiento que se está gestando. El dirigente de los trabajadores le dijo a L’Humanité: “El balón está en el campo del gobierno”. El líder sindical, arengó: “Saludo esta movilización poderosa y propongo la organización de una jornada nacional de movilización interperprofesional el 19 de abril próximo”, según informa el periódico comunista francés L’Humanité.
Las posibilidades de que la oposición al gobierno de Enmanuel Macron crezca, están determinadas por el contenido de la reforma laboral, dentro del cual encontramos reducción de la indemnización por despidos injustos, en un momento en que están disparados estos; anulación del Código del Trabajo, ya que privilegia los acuerdos habidos entre el empresario y sus trabajadores, por encima de lo que determina el Código; reforma pensional que incluye el aumento de la edad de retiro y reducción del monto de la pensión. Introduce el caos en la jornada de trabajo la cual puede ser negociada, sin sujeción a las leyes laborales, entre el empresario y el trabajador, con lo cual se empodera aún más la capacidad de negociación del patrón.
El próximo capítulo de la confrotación el 19 de abril, mostrará si el movimiento sindical francés puede impedir que la reforma laboral macronista se implemente efectivamente.