Grietas y luces

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Jaime Cedano Roldán

La derrota del gobierno en la Asamblea de la OEA tiene un significado que va más allá de la no elección del tenebroso señor Bustamante. En ese voto faltante hay una grieta, pequeña y débil quizás, pero que puede verse como una luz al final del túnel, o por lo menos percibir que a América Latina tampoco ha llegado el fin de la historia y que el péndulo de la misma no se ha detenido. El bloque de las derechas no ha podido consolidar su hegemonía y sus fracasos económicos y sociales son estruendosos. Los reconocidos y prestigiados liderazgos de los gobiernos progresistas fueron reemplazados por la mediocre incapacidad de grises personajes como Duque, Bolsonaro, Macri, Piñera o Moreno que llegaron al poder mediante tretas y engaños, falsos positivos judiciales o escandalosas traiciones como la ecuatoriana.

Diversas señales y movimientos nos muestran que en la disputa entre el progreso democrático o la barbarie autoritaria hay señales, luces y contradicciones favorables. Hay resistencias a volver a ser el patio trasero en una disputa donde confluyen diversos actores e intereses. Habrá que estudiar como entra a jugar en este escenario el acuerdo firmado entre la Unión Europea y Mercosur, que seguramente no debe ser de mucho agrado para los norteamericanos que necesitan del control hegemónico de estos mercados para sus guerras comerciales y tecnológicas con China y con Rusia, y con la misma Unión Europea.

Hoy como siempre y como nunca antes, valga la contradicción, se requiere de generosos proyectos unitarios que logren derrotar en las calles y en las urnas a los proyectos nacionales plenamente regionalizados de la derecha recalcitrante. Amplia y firme unidad de lo que tradicionalmente llamábamos la izquierda y los sectores democráticos, las reservas democráticas que tanto señalaba Vieira o el progresismo como más genéricamente lo denominan algunos. Es posible un nuevo ciclo progresista, y es posible que contrario al anterior Colombia no vaya en contravía, por los caminos del embrujo autoritario.

El recambio en América Latina solo puede ser posible desde la amplitud y la inclusión. Por eso no puede haber espacio ni chance alguno para las actitudes y decisiones excluyentes, arrogantes y sectarias.  Son las líneas que han de demarcar el proyecto transformador en Colombia para conquistar un país donde no se destrocen banderas como en el pueblito paisa, no se extermine a la dirigencia social, no se pisoteen los referéndums populares y donde no se le impongan vetos y “cordones sanitarios” a quienes dejaron las armas, cumplen escrupulosamente lo pactado y tienen además iniciativa parlamentaria coherente y plenamente acorde con el ideario de cualquier proyecto democráticamente transformador.