Reinaldo Ramírez García*
El exministro de Estado, dirigente liberal y prolífico escritor Otto Morales Benítez, quien dirigió las conversaciones iniciales de paz con las FARC durante la administración de Belisario Betancur, en una extensa entrevista autobiográfica concedida al historiador Albeiro Valencia Llano, señaló: “Tengo la convicción de que la violencia es lo único que se ha planificado en el país. No se descuidó un detalle. Primero en las veredas y corregimientos, para cuando llegara a los pueblos, estos ya tuvieran desprotegidas las retaguardias.
“No había quien resistiera. Luego, intimidación en los campos: lo primero, quitar las cédulas a los campesinos; segundo, ponerlos de delatores contra sus amigos de la región para perseguir a quienes se identificaran como liberales; tercero, abuso sexual de las mujeres de las casas que se visitaban; cuarto, incendio donde hubiera la menor resistencia. Desde esa ápoca se desvió y pervirtió la mentalidad campesina, que era una fuerza de estabilidad en la república.” (Otto Morales Benítez. De la Región a la Nación y al Continente. 2005).
En la Manifestación del Silencio, del 7 de febrero de 1948, Gaitán alertó al gobierno de Ospina Pérez y a los terratenientes conservadores y liberales sobre la trascendencia de la disciplina de la multitud abigarrada, portando banderas rojas y negras, conteniendo sus emociones, sin gritos ni aplausos: “Bien comprenderéis que un partido que logra esto, muy fácilmente podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa… Amamos hondamente a esta nación y no queremos que nuestra barca victoriosa tenga que navegar sobre ríos de sangre hacia el puerto de su destino inexorable”.
La misión del TIAR
Alberto Lleras Camargo quien había sido amigo de juventud de Luis Tejada, precursor de la organización comunista en Colombia, dio una completa voltereta y se convirtió en anticomunista convicto y confeso. Desde la Secretaría General de la OEA continuó encabezando, hasta 1954, el aparato burocrático del “ministerio de colonias de EEUU” al cual antecedió la Unión Panamericana, de la que él mismo fue Director General. Desempeñando este cargo redactó el texto del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) de 1947, el cual determina: “un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado americano será considerado como un ataque contra todos los Estados americanos”.
Durante la IX Conferencia de la Unión Panamericana, celebrada en Bogotá, en abril de 1948, el TIAR se complementó con otras medidas que reforzaron la tutela imperial yanqui sobre gobiernos y ejércitos de Latinoamérica y el Caribe: la Declaración Anticomunista, la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Junta Interamericana de Defensa, ambas con sede en Washington.
Golpe en Guatemala
En marzo de 1954 se celebró en Venezuela la Décima Conferencia interamericana la cual aprobó la Declaración de Caracas, redactada por el secretario de Estado John Foster Dulles y siendo secretario general de la OEA Lleras Camargo, condenando al “movimiento comunista internacional” y considerando su “dominación o control de cualquier Estado del continente americano” como una “amenaza a la soberanía y la independencia política de los Estados americanos, poniendo en peligro la paz del continente”. El único país que votó en contra fue Guatemala, cuyo gobierno presidido por Jacobo Arbenz había expropiado a la United Fruit Co. en desarrollo de su programa de reforma agraria. Pocas semanas después de publicada la Declaración de Caracas la CIA derrocó al presidente Arbenz e implantó una dictadura militar.
Al dejar su cargo, en 1956, Lleras Camargo, ya como jefe único liberal, se empeñó en forjar la alianza con el jefe conservador Laureano Gómez denominada Frente Civil y, después, Frente Nacional, bajo cuyos gobiernos se extendió el manto de olvido e impunidad a los crímenes de lesa humanidad cometidos por las dictaduras conservadoras, civiles y militar, contra el gaitanismo, los comunistas y los trabajadores rurales y urbanos, a los cuales respondió la resistencia guerrillera.
El 18 de abril de 1948, en sesión secreta de una comisión del Congreso norteamericano, el Director de la CIA, Almirante Roscol K. Hillenkoetter, presentó un extenso informe sobre el 9 de abril en Colombia. Un abogado y académico norteamericano, Paul Wolf, investigador de estos hechos, tuvo acceso a una parte de los documentos desclasificados de la CIA y del Federal Bureau of Investigations (FBI).
Supuesta conjura
Constató que en los informes diplomáticos y de inteligencia se habla de contactos de la embajada soviética con miembros del partido comunista, aparentemente relacionados con Jorge Eliécer Gaitán y se acusa a dirigentes del partido venezolano Acción Democrática del suministro de fondos y armas, supuestamente para un alzamiento en Colombia. Eran indicios preconcebidos para justificar las acciones contra una supuesta conjura comunista internacional.
Sobre el informe de Hillenkoetter, Wolf comprobó que el Congreso había recibido 13 documentos secretos que el gobierno de EE. UU. se niega todavía a desclasificar, violando leyes sobre derecho de información, porque “liberar estos documentos al público pone en serio peligro la seguridad nacional de Estados Unidos”.
Gloria Gaitán ha publicado varios detalles provenientes de fuentes confiables. El coronel Virgilio Barco Céspedes (sin ningún parentesco con el personaje homónimo que llegó a ser presidente de la república) era el director de la Policía en el momento del magnicidio. Isabel, la madre del sacerdote guerrillero Camilo Torres Restrepo, le informó a Amparo Jaramillo, viuda de Gaitán, haber escuchado subrepticiamente la confesión de Barco sobre la relación de agentes norteamericanos con Juan Roa Sierra, el presunto único asesino, para la consumación del crimen.
En el año 60, durante una visita a Cuba, la hija de Gaitán tuvo acceso al video, sin editar, de la confesión del agente de la CIA John Mapples Spirito, nacido en Estados Unidos de padres sicilianos, capturado en la isla mientras ejecutaba acciones de sabotaje.
El agente reveló ante los interrogadores de la Seguridad cubana, que fue movilizado en 1947 a Bogotá desde Houston, donde funcionaron los cuarteles iniciales de la CIA antes de ser trasladados a Langley, Virginia, para hacer parte de la “Operación Pantomima”, coordinada por Thomas Elliot, cuyo objetivo era la eliminación de Gaitán. Mapples se matriculó en la Universidad Nacional, para encubrir sus tareas ilegales, con el nombre supuesto de Georgio Ricco.
Todavía hay muchas sombras en el crimen de Estado. Los miles de folios del Proceso Gaitán no han permitido esclarecer la autoría intelectual y generan sombras que se extienden mucho más allá de los l6 años de perdón y olvido del Frente Nacional.
Ese acto violento, aparentemente individual, desató las furias de la violencia colectiva, obedeciendo al espontáneo mensaje subliminal del líder asesinado: “contra las oligarquías liberal-conservadoras, ¡a la carga!”, “… y si me matan, vengadme!”.
* (Del libro en preparación “Luché para vivir, viví para luchar”).