Semblanza del médico, catedrático y humanista antioqueño, presidente del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, CPDH, en ese departamento. Expectativa por el estreno del largometraje que recrea su vida, recientemente premiado en España
Simón Palacio
@Simonhablando
La producción colombiana ‘El olvido que seremos’ (2020), se llevó el galardón a mejor película iberoamericana en la reciente ceremonia de los Premios Goya. El largometraje premiado es una adaptación cinematográfica del libro homónimo escrito por Héctor Abad Faciolince, donde se relata la vida de Héctor Abad Gómez, reconocido médico antioqueño y activista por los derechos humanos asesinado por grupos paramilitares el 25 de agosto de 1987 en Medellín.
Debido a la emergencia mundial por la pandemia del covid-19, la película no ha podido ser estrenada en Colombia. Sin embargo, la esperada reapertura de salas de cine, proyectada para el próximo 1 de mayo de 2021, ya ha anunciado que tendrá ‘El olvido que seremos’ en la cartelera.
Por la memoria
Todos los esfuerzos por recuperar y reivindicar la memoria no oficial son fundamentales para un país cuya experiencia en la vorágine de la guerra fue y ha sido trágica. A lo anterior se le debe agregar una realidad que aumenta la incertidumbre: las mayorías sociales hoy desconocen su propia historia.
En ese sentido, la novela ‘El olvido que seremos’ plantea una deuda que tiene tanto el Partido Comunista como gran parte del movimiento social. Si bien existen gigantescos esfuerzos por verdad y justicia en el sistemático genocidio político contra una generación extraordinaria que luchó por una Colombia distinta, aún falta reconstruir, a partir de distintas narrativas más allá de las políticas y jurídicas, las importantes experiencias colectivas que fueron segadas por la violencia. Desde esta perspectiva, cobran importancia la olvidada historia del Partido Comunista en Antioquia y en Urabá.
Hoy se interpreta el proceso político en este departamento como un caso perdido, como un territorio conservador infestado por la cultura política del paramilitarismo y obnubilado por los postulados ideológicos del uribismo. Pero se desconoce que allí, en ese territorio de profundas tensiones, existió una prolija historia de batallas y resistencias sociales que solo pudieron ser detenidas por la intervención directa de la violencia fascista.
Héctor Abad, junto con los nombres de miles de luchadoras y luchadores sociales, son ejemplo de coherencia y dignidad en la historia olvidada en este departamento.
El Comité
Con toda seguridad, Héctor Abad Gómez se ha convertido en un patrimonio moral de las muchedumbres nacionales que siguen buscando su emancipación económica, política, social y cultural.
El movimiento social y las fuerzas políticas democráticas siempre lo recordarán como el ilustre catedrático que atendió el llamado de la historia y que a partir de su sentido de humanidad se convirtió en el presidente del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, CPDH, en Antioquia.
Abad Gómez se puso al frente de la organización desde 1982 hasta la fecha de su muerte. En un momento donde era imposible vacilar ante la impresionante escalada de violencia en el país, el profesor y médico se convirtió en un aguerrido defensor de los derechos humanos.
Más de tres décadas después de los fatídicos asesinatos que enlutaron a la Universidad de Antioquia y que dieron la entrada del paramilitarismo al departamento, es importante honrar a esta generación de defensores de derechos humanos que se la jugaron con toda en la batalla por el más elemental de los derechos: el derecho a la vida.
Nunca anticomunista
Nos distanciamos de Abad Faciolince, quien en ‘El olvido que seremos’ dice que su padre en la última etapa de su vida fue engañado por la “extrema izquierda”, identificada como el partido Unión Patriótica. Es verdad, los últimos años de Abad Gómez estuvieron sumergidos en la radicalización de sus postulados liberales y en el sentido contestatario del activismo político, pero en esta disertación son importantes las precisiones de la historia.
Tanto el nacimiento del CPDH en 1979 que organizó por primera vez la lucha por las libertadas básicas violentadas por el Estado de sitio, así como el XIII Congreso del Partido Comunista en 1980 que reorientaba la táctica por la apertura democrática y la solución política al conflicto, fueron precedentes que demostraron el compromiso genuino de un sector de la izquierda revolucionaria por la transformación de la sociedad a partir de la radicalización de la democracia.
La amnistía de 1982, los acercamientos de paz del gobierno Belisario Betancur (1982-1986) con los diferentes grupos insurgentes, pero en especial, los Acuerdos de La Uribe con las FARC en 1984 y el surgimiento de la UP en 1985, eran síntomas de un nuevo momento donde se podría evitar una nueva frustración, tal y como después sucedió.
Abad Gómez sabía que este nuevo rumbo era sin sectarismo, sin dogmatismos y sin grupismos, y en consecuencia se unió a la batalla por “un país mejor, un país más humano, un país bueno, civilizado, alegre y justo”, siendo su trinchera la defensa de los derechos humanos en un momento donde el acontecimiento social estaba subsumido en la violencia.
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