Helcías Martán Góngora: Poeta del mar y la negritud

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Helcías Martán Góngora

Sonia Nadezhda Truque

El poeta Helcías Martán Góngora escribió sobre su nacimiento: (Guapi, Cauca, febrero 27 de 1920 y murió en Cali en 1984) “Nací a ocho kilómetros de la desembocadura del río Guapi, en el Mar del Sur. La población negra me infundió, conjuntamente con el ritmo de las mareas, el sentido de la justicia social. De allí que mis poemas no puedan renunciar al acompañamiento táctico de marimba y tambor y que pregoné en otros, el pregón del esclavo de ayer y de hoy”. En sobre la originalidad de su nombre, el poeta comentaba con humor: “gracias a mis padres, tal como Aurelio Arturo, nací con seudónimo”.

Es indudable que el paisaje de infancia, entre el mar y la selva, le impregnarían el olor y el sabor de su territorio, que llevaría a sus últimas consecuencias escribiendo una poesía fundacional que se conocería como poesía negrista, y que sería un referente en los estudios posteriores conocidos como afrocolombianidad.

Su obra poética la debe a su infancia en Guapi, escuchando arrullos cuando nacía un niño y alabaos cuando moría alguien. Ese paisaje de selva y mar, con su exuberante naturaleza, el olor del río y mar le otorgarían esa musicalidad a sus poemas, cargados de ritmo. En su célebre poema Canción, afirmó:

Porque yo vengo del Océano

sobre el esquife de un cantar,

el caracol cabe en mi mano

y hasta su nombre me da el mar.

Eduardo Carranza, su amigo, le dedicó estos versos:

El mar que vive en tu apellido

es el que canta en tu cantar:

el oleaje y tus canciones

diálogos son de mar y mar.

Tuvo una excelente formación intelectual, estudió derecho, ocupó varios cargos públicos. Entre sus cargos se destacan, en el terreno cultural: ser miembro activo de la Academia Colombiana de la Lengua, condecorado por la Orden española de Alfonso X el Sabio, profesor de la Universidad del Cauca en la prestigiosa cátedra Guillermo Valencia, miembro de la Academia de Historia de Popayán, de la Sociedad Bolivariana de Colombia, cofundador y director de la revista internacional de poesía Esparavel, director del Teatro Colón en Bogotá.

Verso y política

Y en el terreno político propiamente dicho, sirvió a las comunidades del occidente colombiano como: personero de Popayán, alcalde de Buenaventura, secretario de Educación del Cauca, diputado de la Asamblea del Cauca, representante a la Cámara. Fue el autor de la letra del himno de la ciudad de Cali, y por ello recibió allí la Cruz al Mérito Cívico, y, póstumamente, la Orden de la Independencia de Santiago de Cali. Otros premios que le otorgaron fueron: el premio “Vasconcelos” del Frente de Afirmación Hispanista de México y la Medalla Cívica Pascual de Andagoya por su contribución al desarrollo de Buenaventura.

Vivió en Bogotá y en su momento fundó las revistas literarias Esparavel y Vanguardia, donde colaboraron varios escritores nacionales e internacionales, como Rafael Alberti, Langston Hughes, Aimé Cesaire y Pablo Neruda, quien en una ocasión, escribió sobre sus versos: “los más bellos versos del mar que jamás haya leído”.

En el poema “África mía” cada una de sus coplas eneasílabas, iniciadas siempre con la invocación “África mía, África mía”, la cual se va cargando de patetismo en cada nueva repetición, ofrece un argumento simbólico y emocional contra esa supuesta limitación de los nombres y los apellidos. La estructura repetitiva y envolvente pone a la voz poética en medio de innegables evidencias de africanía: el beso o la caricia de la amada negra, “principio y fin de la delicia”; el abrazo y la herencia de la sangre de una madre y padre negros; la esclavitud y servidumbre ineluctables que debemos ofrecerle a la vida y a la muerte:

He de llamarte África mía, en la pausa de cada beso. ¿A qué los nombres y apellidos, si entre tus redes estoy preso? África mía, África mía, en la tregua de la caricia. ¿A qué los nombres y apellidos, principio y fin de la delicia? África mía, África mía, tras la fusión de cada abrazo. ¿A qué los nombres y apellidos, si un niño soy en tu regazo? África mía, África mía, en el silencio y la canción. ¿A qué los nombres y apellidos, si eres sangre del corazón? África mía, África mía, al retorno y la despedida. ¿A qué los nombres y apellidos, si esclavos somos de la vida? África mía, África mía, tras el gozo de poseerte. ¿A qué los nombres y apellidos, si somos siervos de la muerte?”

Casa de Caracol

Duérmete, niño trasplantado

de la orilla de Senegal

y sueña con las estrellas

trigueñas del litoral.

Duérmete, niño del Congo,

flor de la rama de Cam,

tu padre se fue en el bongo

a robar ostras al mar”.

(Casa de caracol, 1968)

Poeta de la sed

Como cantor del mar, de los ríos y los manglares de su Pacífico natal, Helcías Martán Góngora fue considerado un poeta del agua; el crítico psicoanalista Fredo Arias de la Canal dice que esta abundancia de agua lo desnuda como un poeta de la sed, un poeta sediento (Arias de la Canal, 1974). Se puede aplicar esta sed también en el aspecto social, por su compromiso y seriedad en cuanto a la denuncia, a la expresión de lo injusto a través de sus palabras y de su arte poética.

Tenía sed de una Colombia más justa y equitativa, tenía sed de ver a su gente negra y mulata visible en una sociedad que siempre excluía. Tenía sed de ver a su pueblo afrocolombiano con voz y voto, de reivindicarlos, de sacarlos del olvido.

La admiración inicial por su obra se apoyó en su tratamiento del tema marino. El maestro Luis Vidales dejó escrito en 1946 que los Evangelios de Martán Góngora habían incluso opacado el trabajo de otros poetas previos provenientes de la costa. El guapireño inauguró en Colombia, en su concepto, la creación de poemas tocados auténticamente de agua salada y surcados por el hálito del mar.

Oralidad y poesía

La investigadora Miriam Ospina lo estudia así. “El diestro manejo de las formas tradicionales de versificación por parte de Martán Góngora, como siempre opinó sobre el escribir poesía, donde supo deslindar la oralidad de la gran poesía. En ocasiones sus composiciones se acercan a los hallazgos de la culta poesía modernista, como en la silva en versos de medida impar, todos rimados, de “Loa del currulao” o en el himno en decasílabos anapésticos y sus pies quebrados “Portia White” o en la sextilla aguda octosílaba de “Pejca” o en el soneto alejandrino “Misa negra”. Era un propósito consciente de Martán Góngora el logro de una métrica virtuosa en el poema. Cabe recordar lo dicho por él sobre el soneto, en una entrevista: El soneto, como la flor, tiene vigencia”.

Su vida profesional le permitió ocupar importantes cargos culturales y recibir condecoraciones.

En lo cultural fue miembro activo de la Academia Colombiana de la lengua y profesor de la Universidad del Cauca, entre otros.

Sus principales libros son: Océano, Socavón, Evangelio del hombre y del paisaje, Humano litoral, Mester de negrería y Fabla negra.