El 13 de agosto de 2009, a diez años de su asesinato, un grupo de siete amigos realizó un homenaje a Jaime Garzón en la Plaza de Bolívar de Bogotá, donde entre otros eventos hubo participación de reconocidos caricaturistas.
Luego del encuentro, el dibujante de VOZ, Arlés Herrera, Calarcá, se ofreció a pintar un cuadro para ayudar a financiar el acto. Un mes después les entregó la obra (foto).
Quienes en ese momento se hicieron llamar Colectivo Ciudadanos, iniciaron una odisea para venderlo. Inicialmente le hicieron unas fotos y lo ofrecieron por redes sociales e Internet, pero no surtió efecto.
“Al siguiente año volvimos a hacer otro evento en el Teatro Nacional La Castellana, donde fue exhibido. Luego nos dispersamos como grupo y el cuadro empezó a dar vueltas. Lo teníamos en la casa de uno de nosotros, luego en la de otro y no logramos venderlo”, explicó Fredy Rosso, integrante del grupo.
Desde hace tres años comenzaron a buscar un sitio para donarlo. Pero como dice Fredy, entendieron que eso tampoco es fácil, que requiere de ciertos procedimientos. El primer lugar en visitar fue el Centro Nacional de Memoria Histórica donde estaban muy interesados, aunque expresaron que mientras no existiera el Museo de La Memoria no se podía porque no tenían capacidad de bodegaje: “También implica que quien lo reciba garantice que va a tener el cuadro en óptimas condiciones. Además, para que lo reciban debe tener una documentación como cesión de derechos patrimoniales, para lo cual fue muy difícil encontrar al maestro Calarcá. Y no estamos enseñados a eso, entonces le echábamos ganas unas semanas, pero luego seguíamos con nuestras vidas”, dijo Fredy.
El segundo lugar adonde ofrecieron donarlo fue a Bellas Artes de la Universidad Nacional, a través de Bienestar Universitario, donde se mostraron muy interesados, sin embargo, después de un tiempo no volvieron a responder las comunicaciones enviadas por el Colectivo Ciudadanos.
En el Museo Nacional les exigieron lo mismo que en el Centro de Memoria, la documentación de la cesión de derechos de autor. De la misma manera, les pasó en el Centro de Paz Memoria y Reconciliación, donde les respondieron que tenían espacio para exposiciones temporales, pero no espacios adecuados para quedarse con la obra.
Después de diez años de estar buscando sitio para la obra, el grupo de amigos decidió donarlo al periódico VOZ, con el argumento que es un lugar donde se va a cuidar y es la casa de su autor, el maestro Calarcá. Por consiguiente fue donado cuando esta casa editorial celebraba el Día del Periodista, labor que también ejercía Jaime Garzón.
La risa como crítica
Para Arlés Herrera, el autor, fue gratificante ver de regreso su obra porque tuvo acercamientos con Jaime Garzón, a quien consideró alguien con la capacidad y el valor para burlarse del Estado y del poder: “Había en él algo interesante, y es que era antiimperialista, anti gringo. Se burlaba de los dueños del país y lo hacía con mucha gracia porque era un humorista realmente. Lástima que lo hayan asesinado por haber desafiado al poder”.
Calarcá, ejemplificando con el caso Garzón, también comentó que en el país son muchos los lugares en los que a los caricaturistas les prohíben hacer humor burlándose del poder: “Es una práctica que se da entre quienes la risa les parece subversiva, el humor les parece subversivo, la crítica les parece subversiva”.
El cuadro está en la sede de VOZ para ayudar a mantener la memoria, a recordar que son muchos los comunicadores que han sido perseguidos y asesinados por utilizar el arte, la palabra, las imágenes y el humor para resistir, reclamar y reivindicar la necesidad de construir democracia. En homenaje a Jaime Garzón y a miles más…