
Para el periódico VOZ, el personaje del año en el mundo es el personal de salud, porque, aun en indignas condiciones laborales y de bioseguridad, ha enfrentado un enemigo letal poco conocido
Redacción Actualidad
El coronavirus tomó al mundo por sorpresa. Hubo pánico e incertidumbre. Los países activaron improvisados sistemas de emergencia y contingencia, entre los que estaba enfrentar la pandemia con una primera línea que lograra detenerla o hacerla más lenta. Médicos, enfermeras y personal administrativo de clínicas y hospitales se convirtieron en las osadas vanguardias con las que las sociedades contaron para protegerse.
El mundo enfrentaba una crisis sanitaria pocas veces vista. La mayoría de los países optaron por confinamientos estrictos, mientras la comunidad médica y científica hacía frente a un enemigo desconocido, pero mortal.
Las consecuencias políticas, económicas y sociales reflejaban que el mundo estaba ante una nueva realidad, que no volvería a ser el mismo. Economistas, politólogos y sociólogos hicieron predicciones, pero fue el personal de salud y la comunidad científica quienes paulatinamente encontraron formas de enfrentar un virus, un poco más conocido en cuanto a su propagación, aunque seguía dejando miles y miles de muertos.
No solo víctimas mortales han quedado por donde pasa el coronavirus. Se han develado los deficientes sistemas económicos y de salud que en la mayoría de los países dejan más muertos que las mismas enfermedades.
La esperanza del mundo
El refugio y la esperanza que el mundo encontró en sus sistemas y personal de salud hizo que rápidamente médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería, internistas, psicólogos, psiquiatras, instrumentadores quirúrgicos, camilleros, conductores de ambulancias, terapeutas físicos y respiratorios, y personal administrativo de centros médicos se convirtieran en heroínas y héroes. Fue así como las brigadas médicas cubanas Henry Reeve fueron nominadas al premio Nobel de Paz.
Para muchos, incluidos algunos de ellos mismos, estos profesionales no deben ser considerados de esta manera porque sencillamente hacen bien su trabajo, algo para lo que están preparados. Sin embargo, las condiciones laborales indignas y la baja calidad de elementos de protección personal que quedaron en evidencia en la emergencia sanitaria sí resaltan una abnegación, responsabilidad y cumplimiento de su juramento hipocrático.
Y es que para el caso colombiano hace parte del paisaje ver clínicas y hospitales del sector público y privado en donde al personal le adeudan meses o más de un año de salarios, hay contratos a tres meses, pagos a destajo, falta de elementos de bioseguridad, subcontratación y otras anomalías propias del sistema de salud.
Una gran parte de ellos no cuentan con contratos laborales sino comerciales como prestación de servicios, la gran mayoría son tercerizados o trabajan a destajo, y solo una mínima parte tiene contratos laborales. Sin importar la forma de contratación, para muchos los salarios son muy bajos si se tiene en cuenta la complejidad de la profesión, el tiempo de estudio y preparación para ejercerla.
Por otra parte, en los primeros meses de la pandemia las redes sociales se inundaron de videos e imágenes en las que se aplaudía al personal de salud por su proeza de enfrentarse al coronavirus, SARS-CoV-2, en esas condiciones, pero también de denuncias por el rechazo y las agresiones contra varios de estos profesionales en conjuntos residenciales, transporte público y comercios.
Se viralizaron piezas comunicativas que mostraban a vecinos y transeúntes atacar a enfermeras y médicos para que no volvieran a determinados lugares, porque podrían transmitir la enfermedad. Muchos cambiaron sus residencias. Situaciones absurdas a las que también debieron enfrentarse.
El virus avanza dejando miles de víctimas letales en todo el mundo, dentro de las que hay personal de la salud. En el planeta son miles. Solo en América cuatro mil fallecidos, según la Organización Panamericana de la Salud. En palabras de Yezid Camacho, de la dirección nacional de Anthoc, en Colombia hay un subregistro, pero han fallecido alrededor de 200. “Lo que pasa es que el Instituto Nacional de Salud no reporta conductores ni camilleros. Para ellos los del aseo no son trabajadores de la salud”.
Enfermeras en el mundo
En abril, justo cuando la pandemia estaba en ascenso y se realizaban confinamientos estrictos en muchos países, la Organización Mundial de la Salud, OMS, hizo un reconocimiento al personal médico, especialmente a las enfermeras a quienes destacó por su importancia dentro de los sistemas de salud y por representar a más de la mitad de estos profesionales en el mundo.
“Los profesionales de enfermería son la columna vertebral de cualquier sistema de salud. Hoy en día, muchos de ellos se encuentran en primera línea en la batalla contra la covid-19”, dijo en aquel momento el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
En este contexto, esta organización evidenció algunas problemáticas de enfermeros y enfermeras: El personal de enfermería cuenta actualmente con cerca de 28 millones de profesionales, no obstante, hay un déficit mundial de 5,9 millones, la mayoría en países de África, Asia Sudoriental y la Región del Mediterráneo Oriental, así como en algunas partes de América Latina.
Esta radiografía también muestra un panorama desalentador si se tienen en cuenta los desarrollos académicos, profesionales, científicos, tecnológicos y económicos del mundo, porque estos no redundan en el bienestar de la humanidad, en términos de sanidad. Lo que no depende de las calidades de estos profesionales, sino de los sistemas de salud y los modelos económicos adaptados en cada país.
Bono para algunos
Por otra parte, en Colombia, el presidente de la República, Iván Duque, en los primeros meses de la emergencia sanitaria y en reconocimiento a la labor de estos profesionales, prometió una bonificación para médicos y enfermeras, aunque excluyó a algunos auxiliares de enfermería, camilleros, conductores de ambulancias y personal de aseo quienes son de los más expuestos y también han dejado muertos en las batallas contra la pandemia.
Para Yesid Camacho, se excluyó a mucha gente del pago del bono: “Según el Gobierno les han pagado a 250 mil personas, pero en lo que hemos revisado con el sindicato no le han pagado a 50 mil. Estamos ante un Gobierno muy mentiroso”.
Es necesario recordar que el país cuenta con alrededor de 900 mil trabajadores de la salud, de los cuales hay 180 mil en servicios generales y áreas administrativas, conocido como personal de apoyo. 180 mil médicos que laboran en su mayoría, 80%, en el sector privado y del restante el 58% son personal de enfermería, entre quienes se cuentan enfermeras profesionales y auxiliares. En el sector privado hay más de 500 mil trabajadores.
“En el personal de enfermería deberían estar los camilleros a quienes hoy día les exigen ser enfermeros, pero no figuran en lo que se denomina talento humano. Tampoco están los conductores de ambulancia, las señoras del aseo ni el personal administrativo”, explicó el dirigente sindical.
Más allá de si son héroes y heroínas, para VOZ estos profesionales sí son el personaje del año, no solo por la importancia de su trabajo en el contexto de la crisis sanitaria mundial, sino por las condiciones adversas y los abusos con los que han tenido que ejercer, para resistir los embates de la pandemia mientras la humanidad obtiene una vacuna que pueda inmunizarla.
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