
La imagen del niño sirio que sobrevivió al bombardeo de un barrio en Alepo, despertó la solidaridad universal hacia un pueblo que se desangra. Pero a falta de un fuerte movimiento de solidaridad internacional que detenga a los verdugos, las imágenes se hacen rutinarias y el conflicto continúa

Alberto Acevedo
Se apagaban los últimos destellos de sol del pasado miércoles 17 de agosto, cuando el barrio Qaterji, uno de los más poblados de la ciudad mártir de Alepo, en Siria, fue sacudido por poderosas descargas de la aviación oficial, que pretendía eliminar los últimos reductos de la resistencia que desde hace varios años pretende, sin lograrlo todavía, desalojar del poder al presidente Bashar al-Assad.
Un edificio de viviendas fue virtualmente demolido. De inmediato se movilizaron socorristas de los cuerpos de rescate. De las ruinas extrajeron cadáveres, heridos, víctimas en general de todo el horror que produce una guerra. Pero conmovió de manera particular que lograron sacar con vida el cuerpo de un pequeño de cinco años de edad, Omran Daqneesh. También sacaron a dos de sus hermanos, uno de los cuales falleció en las horas siguientes, y a sus padres, que aún permanecen hospitalizados, reponiéndose de las heridas.
Un corresponsal de guerra logró el registro fotográfico del pequeño Omran, en los instantes siguientes a su rescate, cuando era llevado a una ambulancia. El niño no se quejaba. No lloraba. Como si estuviera esperando el bombazo, como si fuera algo normal en su pequeña existencia. Y algo de lógica tendría este razonamiento, si es que lo había. La guerra en Siria va para su quinto año de cruentos combates, la misma edad que tiene Daqneesh.
La imagen, trasmitida de inmediato y publicada en los principales diarios de la región, conmovió al mundo. Millones de voces clamaron porque se ponga fin al conflicto en Siria. Pero como ha sucedido otras veces, a pesar de lo dramática, la foto de Daqneesh comienza a diluirse en el olvido, las bombas siguen cayendo, los fusiles siguen disparando, la sangre sigue derramándose.
Atrapados en la guerra
De acuerdo a información reciente de la Unicef, divulgada en marzo pasado, entre cien y doscientos mil adultos permanecen atrapados en la parte oriental de la ciudad de Alepo, objeto de una guerra sin cuartel por su control, entre fuerzas rebeldes y leales al gobierno de Asad. En cinco años, tiempo en que se ha prolongado el conflicto, han nacido en Siria tres millones y medio de niños, uno de cada tres de la actual población infantil. Una generación que no ha conocido la paz. Son niños que no han conocido más que “violencia, miedo y desplazamiento”, anota el informe de la Unicef.
El organismo de las Naciones Unidas dice además, que en la actualidad hay en Siria 8.4 millones de niños (80 por ciento de la población infantil), afectados por la guerra. Por su parte, Save The Children, una organización humanitaria no gubernamental, calcula que dos millones de niños sirios no pueden ir a la escuela por culpa del conflicto. En cuatro años, las escuelas sirias han sufrido más de cuatro mil ataques armados, por fuerzas de tierra o a causa de bombardeos.
El informe de Unicef dice que una proporción grande de niños, se enrolan en la guerra. “Los niños están luchando una guerra que no les pertenece”, dice el organismo de la ONU. “Continuamente dejan la escuela y a muchos se les obliga a trabajar, mientras que las niñas se casan pronto”.
Camino al exilio
En otro aparte, el informe asegura que unos 6.5 millones de niños sirios han tenido que abandonar su hogar e iniciar el camino del desplazamiento forzado, para salvar su vida, mientras dos millones más se encuentran atrapados en lugares de dominio de facciones de combatientes, a donde no tienen acceso los organismos humanitarios.
Dos días después del bombardeo en el citado barrio de Alepo, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en preparación de la celebración del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, publicó desgarradoras cifras sobre la situación de la niñez en el mundo, afectada por las guerras, la pobreza y los desastres naturales, entre otros factores.
Dice el informe, que en el futuro inmediato, 69 millones de niños morirán en el planeta a causa de enfermedades que podrían prevenirse si existiera una atención médica aceptable. Además, 167 millones de niños caerán en la pobreza, 267 no irán a la escuela, y en el año 2030, 750 millones de niñas estarán casadas antes de la edad apropiada.
En la actualidad, nuestra humanidad se caracteriza por niñas y niños víctimas de redes de trata de personas, que sufren abusos sexuales, que son mutilados, asesinados para extraerles órganos y reclutados como soldados o esclavizados de alguna otra manera, señala el informe. “Los niños y las niñas siguen sufriendo torturas, mutilaciones, abusos sexuales, hambre y son asesinados en conflictos armados”, resumió el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, comentando la jornada humanitaria.