¿De qué huyen los hondureños?

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Aspecto de la caravana de migrantes, de los que un primer contingente alcanzó ya la frontera con los Estados Unidos.

El modelo neoliberal se ha convertido en una cadena de tragedias para el pueblo hondureño. De acuerdo con organismos internacionales, el nivel de pobreza este año afecta al 68% de la población

Ricardo Arenales

La industria más próspera en Honduras en este momento es el crimen organizado, especializado en la trata de personas, el narcotráfico, el contrabando y los asesinatos por encargo.

Este fenómeno ha sido posible gracias a un modelo de desarrollo neoliberal que se inauguró en junio de 2009, cuando la Corte Suprema de Justicia de ese país avaló el golpe de Estado contra el presidente constitucional, Manuel Zelaya, que abrió paso a un régimen entregado por completo a los intereses de las grandes empresas multinacionales de capital norteamericano, que incrementó la pobreza, el desempleo y la miseria en ese país centroamericano, originando el desplazamiento masivo de migrantes a Estados Unidos, que, paradójicamente, creen que ese destino es el paraíso de redención para todos sus males ancestrales.

Ese modelo neoliberal se ha convertido en una cadena de tragedias para el pueblo hondureño. De acuerdo con organismos internacionales, el nivel de pobreza este año afecta al 68 por ciento de la población. El 42.6 por ciento de los habitantes se encuentran en niveles de pobreza extrema. Tres millones de hondureños comen una sola vez en el día.

Uno de los más peligrosos

Un informe reciente de la Organiza­ción Internacional del Trabajo, OIT, dice que el año pasado el 59 por ciento de los hondureños estaba sin empleo. El 35 por ciento de los pobladores, indican fuentes nacionales, son menores de 15 años, una de las poblaciones más jóvenes de América Latina. Pero esos muchachos, sin educación ni empleo, ni tampoco comida, se dedican en muchos casos a la delincuencia, y por ello mismo, incrementan las cifras de homicidios.

Junto a Guatemala y El Salvador, Honduras tiene una tasa de 40 asesinatos por día, tres veces por encima del promedio mundial, lo que posiciona al país como uno de los más peligrosos del mundo.  En cifras globales, de acuerdo al registro del Instituto Nacional de Estadística, INE, eso representa una tasa de 43.6 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, en un país de apenas nueve millones 200 mil habitantes. La misma fuente indica que en el país centroamericano circulan 4.5 millones de armas de fuego “made in USA” no registradas.

Entrenados por los gringos

Para el periodista hondureño Bartolo Fuentes, uno de los inspiradores de la marcha de migrantes, la situación política de su país está vinculada a la injerencia de Estados Unidos en Centroamérica. “Hay un gobierno de Estados Unidos que impone su criterio, porque tiene bases militares en Honduras. Porque los que entrenan a los militares en Honduras son los mismos gringos, y son los que salieron a matar a la gente en las calles cuando protestaron por el fraude electoral (contra el candidato más popular, Salvador Nasralla). Y ahora ellos buscan culpables de la caravana de migrantes”, asegura el periodista.

Dice Fuentes que la política exterior norteamericana es en buena medida causante de la crisis política de Honduras. “¡Ellos son los invasores! Nosotros no invadimos a nadie. Hace unos cien años en Honduras hubo más de 200 empresas mineras sacando el mineral de nuestro país, sin pagar nada por esos metales que se llevaron. ¿Y qué quedó en nuestras comunidades? ¡Los puros huecos! Hombres y mujeres enfermos, y los pueblos en la miseria”, reflexiona Bartolo Fuentes, ante una pregunta de la cadena RT.

Otros analistas señalan que el apoyo de Estados Unidos al golpe de Estado en 2009 contra el entonces presidente de ese país, Manuel Zelaya, así como el respaldo de Washington al actual mandatario, Juan Orlando Hernández, acusado de fraude, constituyen el marco de la crisis.

Intervencionismo

La acusación de injerencia norteamericana no es gratuita. Para las elecciones siguientes al golpe, que consolidaron un proyecto de ultraderecha, la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, reconoció que intervino en la política hondureña para apoyar las elecciones celebradas por los golpistas e impedir el regreso de Zelaya.

“En los días siguientes al golpe hablé con mis homólogos de todo el hemisferio, incluyendo a la Secretaria Patricia Espinosa, de México, con el objeto de organizar rápidamente unas elecciones que tuvieran como resultado hacer irrelevante la cuestión de Zelaya”, dice Clinton en su libro autobiográfico “Decisiones difíciles”. Desde entonces, Honduras vive un clima de permanente inestabilidad política.

“La masiva ola migratoria iniciada como una caravana de hondureños desde el pasado sábado 13 de octubre, saliendo de la ciudad de San Pedro Sula, y a la que se han sumado hondureños de otras regiones del país, es una exposición irrefutable de los resultados de la democracia y del modelo de desarrollo impulsado en las últimas cuatro décadas”, señala un documento del Instituto Universitario Democracia, Paz y Seguridad, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Represión

Fue la caída del presidente Zelaya, el hecho que inauguró una reapertura de las políticas neoliberales en Honduras. Su salida del poder constituyó el primer golpe de Estado institucional exitoso que sucedió en América Latina, desde que la llegada de Chávez al poder en 1998, dio comienzo al llamado ciclo de gobiernos progresistas en el continente.

Como reacción inmediata al golpe institucional, en el país centroamericano se organizó el Frente Nacional de Resistencia Popular, pero este mecanismo fue desarticulado con el asesinato de varios de sus dirigentes y una fuerte represión que llevó a otros a la cárcel o al exilio.

Respondiendo a preguntas de los periodistas, varios integrantes de la caravana de inmigrantes, al llegar a ciudad de México, dijeron que la crisis migratoria en Honduras fue detonada por la dictadura del presidente Juan Orlando Hernández, apoyada por Estados Unidos. La mayoría de ellos salieron del país por la falta de empleo y por el aumento exagerado en los precios de los alimentos y de los combustibles.

“Esto es una crisis política, porque los políticos allá todo se lo están comiendo, se lo están robando. Juan Orlando Hernández le da trabajo a los de él”, dice Alexis Lagos, uno de los migrantes que alcanzó a llegar hasta la valla que separa el norte de México con la frontera de los Estados Unidos.