La tumba de Antígona
Renata Cabrales
Se habla del mal comportamiento en niños, niñas y adolescentes, cuando estos se rebelan en contra de los adultos por los malos tratos recibidos y por ser conscientes de las condiciones de desigualdad en las que se encuentran. Siempre contradictorias e incoherentes, las personas adultas, asumen que el castigo, como ese que se impone desde la palabra sagrada, es la mejor forma de demostrar a menores de edad que son ellas y ellos los que están equivocados.
La letra con sangre entra, e infundir el temor a Dios desde corta edad, son métodos “educativos” medievales que según las personas adultas, esto es, padres, educadores o sacerdotes es algo efectivo, aún en pleno siglo XXI, para corregir el “mal comportamiento”.
Las niñas de Guatemala son las más recientes víctimas de esta forma retrógrada de vigilar y castigar, sobre todo, cuando se trata de las personas más vulnerables, personas “de segunda categoría”, vilipendiadas por el Estado y la sociedad en general.
Estas niñas inocentes fueron encerradas en un salón de clases por su “mal comportamiento”, por haber intentado escapar del infierno al que estaban siendo sometidas, debido a los tratos crueles que recibían sobre sus cuerpos, como abusos sexuales y embarazos no deseados.
Las niñas de Guatemala se rebelaron contra la violencia de género, cansadas de que sus cuerpos fueran sometidos por un sistema patriarcal que no les permite tener autonomía sobre estos. Con su amotinamiento pretendían denunciar todas las violencias a las que estaban siendo sometidas por su condición de género y clase, por la desigualdad histórica a la que son sometidas las niñas y las mujeres en este tipo de sociedades, que las priva de cualquier clase de privilegios, como la educación y la salud e incluso un hogar donde sean tratadas con respeto y amor.
Las niñas no tenían ni el mínimo derecho a ser escuchadas y por esto tomaron la decisión de exponer sus vidas para que la sociedad se dignara a mirar hacia ellas, convirtiéndose así en 40 heroínas más de las personas invisibles.
La sociedad guatemalteca, indignada, acusa al gobierno de Jimmy Morales de abandono a las instituciones sociales, como Hogar seguro. Después de los hechos, Morales aseguró que las menores estaban bajo llave cuando ocurrió el incendio.
Como las mujeres de la fábrica de camisas de Nueva York que exigían sus derechos laborales en 1911, estas niñas fueron incineradas por querer gritar al mundo que sus derechos estaban siendo vulnerados. Ahora tenemos otro 8 de marzo en el calendario histórico de las mujeres, para no olvidar que nunca debemos callar.