En un informe divulgado el pasado 15 de enero, el Instituto de Finanzas Internacionales, adjunto al Fondo Monetario Internacional, reconoció que la deuda externa de los países ha roto un récord mundial, alcanzando su pico más alto en toda la historia de las finanzas y del comercio internacional.
De acuerdo a datos consolidados hasta 2017, y la proyección para el periodo posterior, hasta la actualidad, la deuda alcanza un 225 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB, a escala global, esto es, un equivalente a 184 billones de dólares, que superan los 86 mil dólares per cápita. Esta última cifra representa dos veces y media más que el ingreso per cápita promedio de los habitantes del planeta.
La proyección a la época actual haría subir el pico de la deuda al 318 por ciento del PIB global, indicaron fuentes cercanas al Banco Mundial. Sobresale en el informe el dato de que las tres economías más endeudadas del mundo corresponden precisamente a los países más ricos, o con mayor desarrollo. Encabezan esta lista Estados Unidos, China y Japón. Los países pobres y en desarrollo, por su parte, muestran una escala ascendente en materia de endeudamiento, tanto público como privado.
Lo que no dice el informe del FMI es que este proceso de hipoteca de las economías globales, acompañada de un detrimento de la política de asistencia social, es producto de la aplicación del mismo recetario de ajuste fiscal y desestímulo a la inversión social, impuesto por el FMI a los países. Reconoce sin embargo el informe que el endeudamiento encubre la creciente desigualdad entre los ingresos y la riqueza generada por el propio sistema capitalista. Mientras crecen el trabajo informal y la pobreza en los países, datos de 2017 indicaban que el uno por ciento más rico, acaparó el 82 por ciento de la riqueza mundial.