Desde el momento en que Trump rompió el acuerdo nuclear con Irán, ha desatado una serie de sanciones económicas, comerciales y diplomáticas contra Teherán
Alberto Acevedo
El pasado 8 de mayo, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció la firma de una orden ejecutiva, para “imponer sanciones contra el hierro, el acero, el aluminio y el cobre de Irán, que son las fuentes más grandes de ingresos del régimen, fuera del petróleo”. Se trata de otro acto de extraterritorialidad en la aplicación de las normatividades norteamericanas, vulnerando la Carta de las Naciones Unidas y de la Organización Mundial del Comercio.
Con la medida, la administración norteamericana pretende que otros Estados suspendan la compra a Irán de los productos mencionados, y asfixiar su economía. El gobernante norteamericano anuncia además que habrá “nuevas acciones” sancionatorias, a menos que Irán de manera “fundamental”, modifique su política y se pliegue a las exigencias gringas en cuanto a su programa nuclear.
Las anteriores medidas, constituyen los primeros pasos concretos que conducen a la nación norteamericana hacia una guerra con Irán. El anuncio de la Casa Blanca estuvo precedido de una serie de provocaciones contra el país de los ayatolas, después de que hace precisamente un año, Trump rompió en forma unilateral los términos de un acuerdo, conocido como el pacto 5+1, en que varios países de Europa consiguieron un compromiso en torno al programa nuclear con fines pacíficos que adelanta Irán.
Rusia no sería indiferente
Norteamérica pisa así un terreno peligroso, en el que, aunque no tenga la intención expresa de desatar una confrontación armada, sí estimula un ambiente de riesgos y provocaciones, en una zona donde ya subsisten numerosos conflictos regionales, odios y prevenciones entre diferentes actores.
Se sabe que sectores conservadores de Estados Unidos le apuestan a una guerra asimétrica, en la que los ‘halcones’ hacen cuentas alegres frente a la superioridad militar que sus fuerzas tienen sobre Irán. Pero en tratándose de un pulso de fuerzas militares, Rusia, que considera a Irán un aliado estratégico, no va a permanecer de brazos cruzados.
Tampoco Israel ni Arabia Saudita, aliados incondicionales de Estados Unidos en la región, y que odian de muerte al régimen de Irán, permanecerían al margen de una confrontación. Si Israel se mete, lo harían también, en apoyo a Irán, grupos islámicos armados como Hezbolá. Y en esto radica precisamente el riesgo inminente de que estalle una nueva conflagración, que arrastraría al conjunto de potencias occidentales. Inclusive China, que no se involucraría directamente, podría suministrar ayuda militar y económica a Rusia e Irán.
Uranio enriquecido
Un conflicto semejante, está alimentado por la actitud hostil de Estados Unidos hacia la nación persa. Desde el momento en que Trump rompió el acuerdo nuclear con Irán, ha desatado una serie de sanciones económicas, comerciales y diplomáticas contra Teherán, que no cesan.
El gobierno persa no se ha quedado con los brazos cruzados. A los países signatarios del acuerdo 5+1, incapaces de neutralizar las sanciones norteamericanas, les fijó un plazo de sesenta días para que actúen en defensa de Irán y del acuerdo, o de lo contrario, desconocerá la totalidad de lo pactado. Consecuencia inmediata de esto es que Teherán reanudará su programa de enriquecimiento de uranio y de agua pesada para los reactores nucleares.
La advertencia de Irán no es, en sí misma, una amenaza para la región. El gobierno persa ha disco siempre, que su programa nuclear está orientado a generar energía nuclear con fines pacíficos, para autoabastecerse. Podría dar un paso adelante y producir un arma nuclear, para lo cual ha desarrollado los insumos necesarios. Pero, aún así, sería un programa defensivo.
Irán sí ha cumplido
“La República Islámica siempre ha preferido el diálogo con la comunidad internacional, y nosotros siempre hemos dialogado y resuelto los problemas a través del diálogo”, dijo el canciller de ese país, Mohammad Javad Zarif. Teherán no ha buscado confrontación con ningún país, contrario a la política de Estados Unidos que “ha pasado en guerra 222 de sus 243 años de existencia”, puntualizó el diplomático.
Washington argumentó, para justificar el rompimiento del acuerdo nuclear con Irán y las posteriores sanciones, que el país persa violaba los términos de los acuerdos. Sin embargo, la Organización Mundial de Energía Atómica, certificó que Teherán cumplió juiciosamente cada una de las partes de los acuerdos. Lo que pone de relieve, otra mentira de la Casa Blanca para justificar una aventura intervencionista.
En este sentido, el canciller ruso, Sergei Lavrov, dijo que la retirada de Estados Unidos del pacto nuclear con Irán es una violación de la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y aumenta las tensiones en la zona, donde irán amenazó con cerrar el estratégico estrecho de Ormuz, por donde pasa la mayor parte del crudo que consume occidente, si no se levantan las sanciones unilaterales contra su país.