Hay muchas sospechas hacia esta transacción que involucra dos de las más grandes y estratégicas empresas del Estado: la distribución de energía y los hidrocarburos. Ecopetrol adquiere ISA, pero se oculta que el sector privado aumenta su participación en el negocio
Iván Posada P.
No son usuales a nivel gubernamental transacciones de compra-venta de empresas estatales y menos entre grandes entidades como ISA (Interconexión Eléctrica S.A.), generadora y transportadora de energía y Ecopetrol, que explora, explota, refina y transporta el crudo y el gas industrial y domiciliario.
De la venta de la participación accionaria de la nación en ISA (51,4 por ciento) se venía hablando de tiempo atrás como una fuente de recursos para cubrir el recurrente déficit fiscal a través de sucesivas reformas tributarias que en los últimos gobiernos se volvieron anuales, algo insólito en un país medianamente serio y con un mínimo de planeación estratégica en materia fiscal. Ya se convirtió en política la práctica de “echarle mano” al patrimonio nacional cuando las cuentas del gobierno no cuadran. Cuando se enajena la propiedad estatal para que el andamiaje de la nación pueda seguir funcionando, es señal de una política fiscal errática e improvisada.
A través de amañadas interpretaciones de la ley se armó el entramado para que Ecopetrol pudiera hacerse con la generadora de energía bajo de figura de convenio interadministrativo. A la oferta que hizo Ecopetrol se le dio el carácter de “exclusiva” por lo que otras empresas como el Grupo de Energía de Bogotá, GEB no pudo presentar una propuesta al respecto.
Soterrada privatización
El ministerio de Hacienda argumenta que al transferir un activo del Estado a otro no hay privatización del patrimonio. Veamos: en la actualidad dos compañías privadas, J.P. Morgan y The Vanguard Fund poseen el 11 por ciento de las acciones de Ecopetrol. Ahora la estatal petrolera va a sacar a subasta otro 9 por ciento de acciones para completar 20 por ciento, máximo permitido por ley. Así se va a incrementar la participación accionaria de los privados y en consecuencia disminuye la estatal. Además, los pequeños accionistas de ISA quedan en desventaja por no decir que en el limbo pues su participación accionaria va a quedar diluida en la fusión de ISA con Ecopetrol.
Energías limpias
El gerente de Ecopetrol, Felipe Bayón afirma que esta transferencia le dará más impulso a la empresa para mutar hacia la generación de energías limpias, e iniciar el proceso de “descarbonizar” las plantas que operan con el carbón como fuente energética. Dudosa afirmación. Hay toda una estrategia para implementar el fraccionamiento hidráulico (fracking), tecnología de extracción muy cuestionada por el impacto ambiental que causa sobre los acuíferos y por los grandes volúmenes de agua que requiere este sistema de explotación del crudo, prueba de ello son los planes piloto que están en ejecución en varias regiones del país.
Otras destinaciones
De acuerdo a declaraciones del Minhacienda, José Manuel Restrepo los recursos de esta billonaria operación, irían a solventar los gastos del gobierno invertidos en mitigar la pandemia (seguramente vía reforma tributaria) y en reactivar la economía.
Ecopetrol adquirió el paquete accionario de ISA por 14 billones de pesos, que corresponden en teoría al 51,4 de propiedad estatal en ISA. Estudios de especialistas en el tema, afirman que el valor de este porcentaje de acciones puede llegar hasta los 25-30 billones, es decir, se estaría subvalorando la parte de ISA que posee la nación, otro motivo para cuestionar esta transacción. Para pagar esta suma, Ecopetrol adquirió a su vez un préstamo a la banca internacional, y el saldo pendiente se cubrirá con la venta del 8,5 por ciento de las acciones que aún puede sacar a la bolsa de valores, unos 10 billones de pesos. Una superficial mirada a los estados financieros de la estatal petrolera permite afirmar que no está pasando por su mejor momento.
Ebitda= Utilidades antes de impuestos, depreciaciones y amortizaciones
Consolidado a marzo de 2021
Fuente: Superfinanciera
De acuerdo al gráfico anterior, la empresa no estaría tan sólida como se sostiene. Las deudas (el pasivo) representan más del 50 por ciento de los activos. Además, según datos del Banco de la República (diciembre 2020) la deuda externa, entre marzo y septiembre de 2020 pasó en cifras redondas, de 7 a 12 mil millones de dólares, que con la tasa de cambio a $3.800 por dólar hoy día, se incrementará aún más. A lo anterior habría que añadir que, a causa de varios factores, a marzo este año, Ecopetrol producía entre 700.000 y 750.000 barriles/ día, lejos de la meta trazada de un millón, lo que repercute en los costos y rentabilidad de la compañía.
Sopesado todo lo anterior, algunas analistas concluyen que la empresa debería invertir sus recursos en la ampliación de la refinería de Barrancabermeja, teniendo en cuenta que cerca de la mitad de sus ingresos provienen de la comercialización de los combustibles al interior del país y no en la adquisición de las acciones de ISA. Es el llamado costo de oportunidad, o sea lo que se deja de percibir recursos monetarios, por ejemplo, al tomar una decisión frente a otras alternativas.
Cambio de objetivos
Otro cuestionamiento a esta transacción tiene que ver con la misionalidad de Ecopetrol comparada con la de ISA. Son dos actividades económicas totalmente diferentes que requieren infraestructura, recursos humanos, conocimientos y logística altamente especializados. La estatal petrolera deberá, pues, comenzar a aprender de generación y trasmisión de energía, lo que le puede resultar altamente oneroso.
De acuerdo a la anteriormente expuesto, es muy peligroso que los 14 billones de ISA se dilapiden al cabo de pocos años en funcionamiento del Estado y en burocracia. De ahí la importancia de consolidar unas mayorías en Senado y Cámara a través del Pacto Histórico, que impidan la malversación del erario público y que aseguren el adecuado uso del patrimonio público representado en las empresas de capital estatal.