Se cumplieron dos décadas del magnicidio que cegó la vida del popular periodista y defensor de derechos humanos. 1.500 personas en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional lo recordaron como el hombre de la esperanza. En entrevista con VOZ, Sebastián Escobar, abogado del Colectivo José Alvear Restrepo, habla sobre lo que ha sido este arduo proceso que involucra directamente al Ejército y a la dominante clase política del país
Sara Zapata
@sagaza91
El pasado martes 13 de agosto, el día declarado por el Ministerio de Cultura como día nacional de la esperanza, se realizó la conmemoración de los veinte años del asesinato de Jaime Garzón, con la asistencia de más de 1.500 personas en el auditorio León de Greiff en la Universidad Nacional.
Marisol Garzón lo dejó muy claro en el homenaje, “Jaime no era ningún optimista, ni un humorista, era un hombre de esperanza”. Y es que han querido vender esa imagen de Jaime como el mamador de gallo, el chistoso, el irreverente, el que hacía reír; pero aquello que criticaba Garzón no era nada cómico ni mucho menos divertido, él estaba informando acerca de las oscuras maniobras de quienes han ostentado el poder en este país, pero su rol más importante fue el de defensor de derechos humanos y constructor de paz, desde el periodismo, pero también desde el diálogo con los actores del conflicto.

La guerra contra el buen nombre de Garzón
Parece que el recuerdo de Jaime Garzón aún no se desvanece del imaginario popular, y es algo cínico porque a pesar de todas las pruebas, todas las implicaciones, los medios y los líderes de opinión aún no se atreven a desenmascarar a los perpetradores de este crimen; siguen encubriendo a un Estado asesino que desde hace más de 50 años está acabando con quien se atreva a cuestionarlo.
Los medios insisten cada año, quieren imponer su versión de Jaime, incluso hicieron una telenovela para reforzar ese cliché de que Jaime era simplemente un comediante que hablaba de más y que por eso lo mataron, casi que justifican su asesinato y lo caricaturizan. Y nadie le quita el talento, Jaime era brillante con sus personajes cuidadosamente construidos, con esa imitación casi perfecta, con una sátira de las que ya no se ven, y sobre todo con el conocimiento, con el estudio, con la lectura.
Pocos recuerdan a Jaime en su labor humanitaria, y es que es precisamente lo que los medios de Sarmiento Angulo y Ardila Lule no quieren que se conozca; Garzón se reunió con las FARC y con ELN, pero siempre como mediador entre el gobierno y las guerrillas, nunca como negociador, incluso ayudó a traer a la libertad a nueve personas secuestradas.
Allí fue cuando el General Jorge Enrique Mora, comandante del Ejército de Colombia, pide ante la opinión pública investigar la participación de Jaime Garzón en la liberación de los secuestrados y lo vinculó como aliado de la guerrilla, afirmación que sigue vigente en las discursos de sus enemigos. Jaime respondió a través de un telegrama ya que Mora no lo quiso atender: “General, no busque enemigos entre los colombianos que arriesgamos la vida a diario por construir una patria digna, grande y en paz, como la que quiero yo y por la que lucha usted”. Después de algunos meses, el mismo General Mora, el zar antisecuestro de la época y los familiares de secuestrados confirmaron la labor humanitaria de Jaime y aclararon que él hacía esto sin ánimo de lucro.
Incluso en algunos documentales sobre su vida, amigos y periodistas cuentan que cuando los paramilitares empezaron a amenazarlo, él buscó al mismo Carlos Castaño para dialogar, sin embargo, al sanguinario líder de las AUC, le quedó más fácil darle bala que confrontarlo. Era una época oscura, desde el inicio del genocidio contra la UP, el narcotráfico y las autodefensas estaban exterminando a todo el que hablara de paz. Muchos afirman que, si Jaime viviera, lo volverían a matar.
El homenaje en la Universidad Nacional
Como cada año, Marisol Garzón vuelve a revivir la peor tragedia de su vida al visitar la esquina de la carrera 40 frente a Corferias, donde hace 20 años asesinaron a su hermano; el poste contra el que chocó su camioneta después de que le dispararon, se ha convertido en un punto de homenaje donde quienes lo recuerdan, pintan este poste con mensajes de esperanza, luego van hacia la esquina de esa mima avenida donde está uno de los monumentos a Jaime Garzón, allí lo pusieron a izar bandera.

“Esto es un símbolo de cómo nosotros incluso hasta después de la muerte debemos ser firmes en defender a este país y en quererlo, y en ser honestos y tener principios. El pretexto sigue siendo Jaime, ver este monumento con la bandera, me recuerda inmediatamente la imagen de Jaime cuando la liberación de los extranjeros a los que ayudó, él se devolvió al helicóptero por la bandera; eso fue lo que hizo mi hermano, no otra cosa, él le entregó la vida a este país porque creyó en él. Esperamos que haya justicia, pero es muy difícil llegar a los responsables directos”.
Durante el evento en el León de Greiff, Marisol anunció la creación de la fundación “Banca del Parque”, que tendrá como misión, entre otras, promover el pensamiento y la acción crítica de Jaime Garzón
También se lanzó esa noche la nueva novela del escritor Fernando González Santos, autor que ya participó en la escritura de “Lea pa´ que hablemos” y que ahora revive a Jaime con “No habré vivido en vano”, una ficción, una tragicomedia inspirada en la vida del abogado y periodista, donde él reaparece en el páramo de Sumapaz y empieza a confrontarse con lo que ha sido la historia de Colombia durante estos 20 años a través de sus personajes más destacados.
20 años de un litigio por la verdad
Sebastián Escobar, abogado del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo quien representa a la familia Garzón, habló con VOZ sobre lo que ha sido este arduo proceso que involucra directamente al Ejército y a la clase política dominante del país.
–Muchos califican el crimen de Jaime Garzón como un magnicidio ¿cómo cree que este hecho afectó a la sociedad colombiana?
–Yo creo que el homicidio de Jaime Garzón fue muy representativo porque estuvo dirigido contra una persona que no solamente era un ser humano, sino que adicionalmente representaba algo muy particular en la sociedad colombiana, él tenía diferentes roles en nuestra sociedad y uno de ellos y quizás el más conocido era el de periodista y que hacía periodismo a través de una herramienta que le permitió llegar a muchos sectores que era el humor; quizá su faceta no tan conocida y quizás también la que le significó poner en riesgo su vida y que finalmente atentaran en contra él, fue su faceta como defensor de derechos humanos y como gestor humanitario particularmente en gestiones para facilitar la liberación de secuestrados por parte de la guerrilla de las FARC y muy particularmente aquellas liberaciones que logró durante los secuestros de la vía al llano.
En su faceta como un gestor de paz, era una persona que tenía la característica de tender puentes a través del diálogo entre sectores opuestos, esto fue algo que impulsó a través de su vida, fue muy activo en el preámbulo de las negociaciones en el Caguán con las FARC-EP y también fue parte de la comisión de notables que buscaba justamente que el Gobierno nacional también entablara diálogos con el ELN.
Yo estoy convencido de que si Jaime Garzón viviera sería diferente el capítulo del cierre del conflicto, quizás no habría una opinión pública tan en contra del Acuerdo de Paz o quizás hubiese podido ser un proceso más sencillo porque Jaime tenía esa facilidad metodológica para acercar a los contrarios.
Crimen de lesa humanidad
–Se habla mucho del tema de que el Tribunal Superior de Bogotá no reconoce el crimen como de lesa humanidad. ¿Qué significa este fallo para ustedes?
–Una decisión reciente de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, por un lado significa un pequeño avance en términos de justicia en la medida que se logró condenar y confirmar sentencia en contra de un personaje como José Miguel Narváez Martínez, quien es célebre en la guerra sucia que se orquestó desde el establecimiento en contra de determinados sectores sociales en Colombia, que eran justamente estos sectores los que representaba Jaime Garzón, defensores de derechos humanos, críticos con el establecimiento, gestores de paz, sectores de izquierda.
Quizás una de las alusiones más recordadas a José Miguel Narváez ha sido lo mencionado por los comandantes paramilitares, varios de ellos sobre la celebración de conferencias de por qué es lícito matar comunistas, y esto es un hecho que refleja ese talante ideológico de un personaje como José Miguel Narváez, que estigmatizó e implicó acciones delictivas en contra de este sector social de la población colombiana.
Creo que es un hecho desafortunado que en la decisión de la Sala Penal del Tribunal se haya generado un retroceso en términos del esclarecimiento de la verdad y de la memoria histórica que rodea este crimen. Particularmente creo que se desconocen dos cosas, por un lado, el rol que tuvo el Estado en el asesinato de Jaime Garzón, es claro que quienes estuvieron detrás de este crimen fueron altos sectores de las fuerzas militares y que el señor Narváez sólo fue un emisario de una solicitud que transmitió al comandante de los grupos paramilitares Carlos Castaño Gil.
Por otro lado, se desconoce el contexto en el que ocurrió este crimen, es desafortunado que el Tribunal considere que el crimen de Jaime Garzón es un asunto de sicariato, como si se tratara de un crimen aislado, cuando la realidad y las piezas procesales en el expediente demuestran que este fue un hecho que sucedió en un contexto muy específico de ataques masivos generalizados y dirigidos a través de una política muy clara en contra de defensores de derechos humanos; masivo porque durante la década de los 90 se atentó contra sectores amplios de estos defensores y con el mismo modus operandi, ejecutados a través de la banda “La Terraza”, podemos mencionar allí casos como el de Jesús María Valle, Eduardo Umaña Mendoza, el secuestro de Piedad Córdoba.
El asesinato de Jaime Garzón reunía los dos elementos que en la jurisprudencia del derecho internacional son reconocidos ampliamente para establecer un crimen como de lesa humanidad.

–¿Ustedes como defensa van a apelar esta decisión?
–Nosotros continuamos evaluando las acciones a seguir, este es un caso que tiene esa paradoja, por un lado, tenemos un avance en justicia, y por el otro, significa un retroceso en el esclarecimiento de la verdad, pero no queremos que, por vía de acciones judiciales por parte de las víctimas, de sus familiares o de sus representantes, pongamos en peligro una condena histórica como la que pesa en contra de José Miguel Narváez.
–Después de 20 años, ¿cree que se ha llegado al fondo de la verdad, a los determinadores del crimen?
–Cuando uno mira los avances judiciales de este caso, a pesar de que existen dos condenas, contra Carlos Castaño y contra Narváez Martínez, es inevitable pensar que el caso sigue en la impunidad, porque a pesar de que se han logrado establecer unas mínimas responsabilidades, e incluso, se ha logrado vincular otros personajes que sin duda son eslabones clave en este crimen, hacen parte de una cadena mucho más amplia que desde la hipótesis que se ha construido históricamente de la responsabilidad, este caso asciende hasta la máxima dirigencia de las fuerzas militares, que justamente durante la época de los hechos persiguió a Jaime Garzón por las labores humanitarias que hacía.
El caso en la justicia transicional
–¿Cómo la JEP podría aportar en este caso?
–Estamos en una fase inicial con respecto a la función que podría tener la jurisdicción especial. Ahora estamos en una fase de sometimiento de personas que han estado vinculadas por estos hechos. Que tengamos conocimiento, hasta ahora existe un acta de sometimiento de Rito Alejo del Río y hay un proceso en curso del sometimiento de Jorge Eliécer Plazas Acevedo. Por ahora no sabemos de un acta de sometimiento de Narváez quien además entraría como tercero y hasta ahora no se conoce manifestación de su voluntad de comparecer ante esta jurisdicción.
Todavía no existe dentro de la dinámica procesal de la Jurisdicción Especial para la Paz un macro-caso que de cuenta de la situación de agresiones en contra de defensores de derechos humanos o periodistas, dentro del cual se puede investigar el homicidio de Jaime garzón, hay que recordar que la JEP no está creada para investigar hechos puntuales concretos o hechos aislados, sino que nació para investigar dentro de una metodología que dé cuenta de un fenómeno de macro-criminalidad donde se identifiquen los contextos de estos crímenes.
–En cuanto a la reparación a las víctimas, a la familia, ¿se ha adelantado algo?
–Hay una decisión del Consejo de Estado que ordena una indemnización integral a las víctimas, está en una fase de concertación e incluye acciones no solamente indemnizatorias sino también tendientes a la satisfacción y la recuperación de la memoria de Jaime Garzón, está ordenado por el Consejo de Estado un acto público.
También existe un proceso que se surte dentro de los procedimientos de peticiones del sistema interamericano derechos humanos, hay una petición que se presentó en el año 2011 y que hasta ahora cuenta con la decisión de admisibilidad pero se espera que en el futuro se resuelva de fondo y eventualmente tendría que decidir la responsabilidad del Estado colombiano en estos hechos y fórmulas para la reparación integral de las víctimas, especialmente aquellas que están orientadas a re-dignificar la memoria de Jaime Garzón.
–¿Cómo cree que los colombianos podemos hacer un homenaje a Garzón?
–Jaime siempre fue una persona que transmitió un mensaje de esperanza, hay una frase que dijo en una conferencia en Cali, una reflexión que evoca la actualidad del pensamiento de Jaime. Por un lado, invitar a la esperanza, a que este cuento se puede cambiar y hay que cambiarlo, pero que si queremos apostar por el cambio, eso entraña una responsabilidad como ciudadanos pero también como agentes de transformación política y social.