Grupo de Trabajo Historia y memoria
El 28 de agosto pasado falleció el historiador español de origen catalán Josep Fontana. Su muerte significa una pérdida significativa para la historiografía crítica, las ciencias sociales y el pensamiento alternativo hispanoparlante.
Recientemente, Fontana destacó por su imponente trabajo Por el bien del imperio (2011), un texto de más de mil páginas donde, por medio de análisis agudos, sustentados en una importante cantidad de fuentes, narra la historia del mundo desde el final de la II Guerra Mundial hasta la crítica situación de principios del siglo XXI. En este libro Fontana explica que la ilusión –surgida tras la derrota del fascismo– de construir un orden mundial basado en el progreso social y la estabilidad política se perdió en medio de la crisis económica, social, ambiental y política con que se cerró el siglo XX, y que aún hoy no se supera.
Sin embargo, la labor de Fontana se remonta a 1970, y abarca una obra de más 500 publicaciones, incluidos 30 libros; una obra que, además, se imbricó con un claro compromiso político.
Luchador contra el franquismo
Fontana nació cinco años antes del estallido de la Guerra Civil española, y según sus propios testimonios, su aprendizaje infantil se inició justo cuando la dictadura de Franco apenas empezaba, en 1939. La represión del régimen fascista marcó su juventud y el inicio de su formación como historiador. En 1956 se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, y se doctoró en historia en el año 1970 por la misma universidad. Por esa misma época, militó en el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), organización de estirpe comunista que, durante la dictadura, operaba desde el exilio en Francia, pero que había comenzado a reorganizase en Cataluña en la clandestinidad a mediados de la década de 1950. El partido luchaba por el restablecimiento de la democracia y la autonomía catalana.
El compromiso de Fontana en la lucha antifranquista lo llevó, en la década de 1960, a laborar en Ariel, un proyecto editorial que se propuso quebrantar la censura impuesta por la dictadura. Allí Fontana trabajó junto a intelectuales de izquierda como el filósofo marxista Manuel Sacristán.
Referente obligado de la historia social
Como historiador, Fontana jalonó el desarrollo de la historia social, y se cuenta, a su vez, como uno de los introductores del marxismo en la historiografía en España. Su trabajo tuvo un fuerte influjo de los postulados de los historiadores marxistas británicos –los cuales ayudó a difundir en castellano promoviendo la publicación de traducciones de obras como La formación de la clase obrera en Inglaterra de E. P. Thompson en la editorial Crítica de Barcelona–, de la primera escuela de los Annales, y sobre todo del hispanista francés Pierre Vilar. Esto llevó a Fontana al estudio de la conformación de la organización social contemporánea que dio pie a la creación del Estado español moderno. En sus trabajos La quiebra de la monarquía absoluta 1814-1820 y La crisis del Antiguo Régimen (1808-1832), Fontana expuso cómo tras la crisis del antiguo régimen español, se dieron continuidades que generaron la formación de una burguesía rentista, un grave problema para el desarrollo económico ulterior del país.
Compromiso emancipador y verdad
Su carrera y obra estuvo marcada por el compromiso con la verdad histórica, por lo que entabló duros debates con las posturas historiográficas posmodernas y con las ideas de los principales promotores del posmodernismo, como Michel Foucault, así como con intelectuales al servicio del neoliberalismo, como Francis Fukuyama.
Los debates teóricos de Fontana se expresaron también en su esfuerzo por estudiar la forma como los historiadores han desempeñado su oficio. Pero hay que decir que la reflexión del catalán a este respecto, plasmada en libros como Historia. Análisis del pasado y proyecto social (1982), La historia después del fin de la historia (1992) y La historia de los hombres (2000), no se circunscribió únicamente al análisis de los enfoques teóricos, conceptuales y metodológicos de la ciencia histórica. Fontana estableció una relación analítica entre el oficio del historiador y la política, los intereses económicos y los procesos sociales vividos por los diversos historiadores y las escuelas historiográficas, con el fin de comprender mejor los diversos enfoques con que se ha analizado el devenir de la humanidad.
De esta forma planteó que la historia no es una ciencia neutral, pero sin renunciar a la capacidad de esta para llegar a la construcción de un conocimiento veraz, basado en la investigación rigurosa sobre la documentación. De esta forma, Fontana reconoció en la historia una función vital en cualquier proyecto emancipador.
De tal forma que los historiadores de hoy, y las ciencias sociales en general, tienen mucho que aprender de la obra de Josep Fontana.