Alejandra Benítez
El pacífico colombiano es la región del país con menor desarrollo y con mayor índice de pobreza. En esa zona de nuestra geografía colombiana se encuentra ubicado el municipio de Tumaco, que podría ser perfectamente, uno de los municipios más excluidos. Según indicadores publicados en el portal web de la alcaldía municipal, el 84 % de la población vive en la pobreza y el 16,4 % en pobreza extrema. La electricidad se va cuando llueve y allá llueve mucho; solo el 5,7 % de la población tiene alcantarillado y el 29 % acueducto; el desempleo llega al 72 %. No hay vías principales decentes, y ni hablar de secundarias, y no hay semáforos. Hablar de planificación urbana en Tumaco es ficción. La salud es precaria.
Se estima que por lo menos el 56 % de los habitantes de Tumaco, son jóvenes entre los 14 y 30 años de edad, de los cuales solo el 26 % termina la secundaria; de ellos, solo el 3 % llega a la universidad. Estos datos solo por no hablar de los índices de violencia, desplazamiento y despojo de tierras al que han sido sometidos los habitantes de esta bella población.
Estos jóvenes, acorralados por la pobreza y el abandono estatal, intentan mirar con esperanza la posibilidad de atraer el desarrollo equitativo y la superación de sus más elementales problemáticas, a través de la presencia en su territorio de una de las zonas veredales transitorias de normalización de las FARC.
Fue así que, en medio de esta desesperanzadora realidad, jóvenes de este municipio, se dieron cita con otros jóvenes provenientes de municipios y resguardos indígenas de Nariño, el pasado 20 de mayo, en La vereda “la Variante”, lugar en el que se encuentra ubicada la Zona Veredal Transitoria de Normalización “Ariel Aldana”.
En este punto apartado de la geografía colombiana, y alejado de las realidades y comodidades citadinas, se llevó a cabo el I Festival Territorial de la Juventud y los Estudiantes, como esfuerzo unitario de organizaciones juveniles de Nariño, en visibilizar la realidad de jóvenes como los que habitan en Tumaco, quienes aspiran a que, con la materialización de la paz, lleguen las oportunidades que les han sido negadas históricamente, como son la educación, la salud, una vivienda y un empleo digno, la cultura y el deporte entre otras.
Este escenario de Festival Juvenil Territorial es el primer espacio en donde jóvenes civiles y jóvenes aún alzados en armas discuten propuestas para la construcción de un país en paz y justicia social partiendo desde lógicas juveniles y territoriales. Durante tres días, junto a jóvenes combatientes de las FARC-EP y en medio de las ruinas de la guerra, discutieron respecto del momento histórico que atraviesa el país, y de manera especial, el periodo de implementación de los acuerdos de La Habana, y los retos que jóvenes del territorio han de asumir. En medio de demostraciones culturales y deportivas los asistentes construyeron lazos de unidad y fraternidad en función de disputar en medio de la paz, las reivindicaciones más sentidas para las poblaciones juveniles apartadas y excluidas.
Llamando a la reconciliación
El festival arrojó como conclusión la necesidad de avanzar en la construcción de un movimiento juvenil por la paz, que recoja las reivindicaciones más latentes de la población joven, de todo el país, en función de edificar ese sujeto transformador, que conquiste nuevas realidades para el pueblo colombiano, para lo cual, participarán en el proceso del festival nacional de la juventud.
Al cabo de las jornadas de deliberación, los jóvenes provenientes de otras partes del departamento, marcharon a sus lugares, con las mochilas repletas de esperanza en un mejor mañana, mientras que los jóvenes tumaqueños, volvieron a su lucha diaria contra el olvido y la exclusión, esperanzados en que la paz completa sea la garantía para un mejor vivir, en el que la cultura, la educación, el deporte y la vida digna, sean la realidad de las futuras generaciones.