Hernán Ortiz Rivas
El pasado 16 de mayo se cumplió un siglo del nacimiento de Juan Rulfo (Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Viscaíno), oriundo de Sayula, Estado de Jalisco, muerto en ciudad de México, el 7 de enero de 1986, escritor, fotógrafo y guionista de cine, uno de los más grandes literatos de todos los tiempos; cuya obra breve en cantidad, pero enorme en calidad, ha sido exaltada desde su aparición, por la integridad de los autores que se ocupan de las letras. La muerte siempre rondó por su vida, a los siete años perdió a su padre, cuatro años después falleció su madre, por esta orfandad fue a vivir con una abuela, luego tuvo que ir a un hospicio, situado en Guadalajara. Siendo muy joven intentó ingresar a la Universidad de Guadalajara. Por estar en huelga, no pudo vincularse a la enseñanza superior, por lo cual, decidió trasladarse a Ciudad de México, donde asistió como alumno en el Colegio de San Idelfonso. A temprana edad comenzó a escribir sus trabajos literarios en la revista América.
Formación
En la biblioteca de un cura de San Gabriel, Rulfo pudo leer varios libros, esenciales para su formación cultural, como recordaba con frecuencia; también su orfandad temprana le sirvió de estímulo para su vocación literaria. En la Universidad Nacional de México asistió a cursos sobre historia, arte, antropología. Se convirtió en un conocedor riguroso de geografía, costumbres e instituciones de México, fue un gran viajero, dedicado igualmente a la fotografía. En las primeras décadas del siglo anterior, conoció a Clara Aparicio, su gran amor, a quien dedicó unas cartas, publicadas en el año 2000, con ella contrajo matrimonio, tuvo cuatro hijos, en medio del trabajo y el alcohol, produjo su extraordinaria obra de cuentos y novelas. Estuvo vinculado a la compañía Goodrich Euzkadi de 1946 a 1952, como agente viajero. De 1954 a 1957 fue colaborador de la Comisión de Papallapan y editor del Instituto Indigenista de Ciudad de México. En 1956, por iniciativa de Emilio Fernández, “el indio”, realizó varios guiones de cine, participó en muchos congresos nacionales y extranjeros, recibió varios premios, en 1956, el Xavier Urrutia, por su novela: Pedro Páramo, el galardón nacional de Literatura de México en 1970, el 9 de julio de 1976, fue elegido miembro de la Academia de la Lengua de México, y premio Príncipe de Asturias de España en 1983. Es necesario decir que Rulfo, por su vida y por su obra, fue hijo de la Revolución Mexicana, era un llano en llamas, un ánima en pena.
Como decimos al comienzo, Rulfo, fue autor de una grandiosa obra breve, un libro de cuentos, El llano en llamas (1953), una novela, Pedro Páramo (1955), un guion cinematográfico, El gallo de oro (1960), más bien una novela, con posterioridad a su muerte se publicó, Cartas a Clara, Aire en las colinas. A pesar de la brevedad, en la obra literaria de Rulfo, su valor es gigantesco, reconocido en todo el mundo, como hemos insistido, en este pequeño artículo periodístico; García Márquez dijo que cuando leyó a Pedro Páramo sufrió una conmoción que solo había vivido con la Metamorfosis de Kafka, sin que hubiese podido dormir después de la primera lectura; por lo cual, enseguida emprendió la segunda lectura para poder conciliar el sueño. Por su parte, Borges, no vaciló en decir: “Pedro Páramo es una de las mejores novelas de lengua hispánica, y aún de toda literatura”.