En las plataformas digitales se calibra una parte de la realidad social. Estos escenarios virtuales no son ajenos a las guerras sucias, con operaciones de desprestigio y montajes, tal como sucedió́ con la senadora Aída Avella
Redacción Política
La humanidad asiste a un cambio significativo en términos de comunicación, y con ello se hace inevitable que la política se traslade a escenarios de virtualidad. Se ha pasado de los medios unidireccionales como la televisión, la radio y los periódicos que obligaban al receptor a seguir una línea recta de agenda, a los medios digitales transmedia, multimedia, interactivos y multidireccionales como las redes sociales, que vienen siendo un canal para expresar mensajes políticos pero que no necesariamente significan democratización de la información.
Indicador de la realidad social
En plena pandemia el presidente Iván Duque ha escogido la estrategia de anunciar medidas extraordinarias por la televisión intentando ganar popularidad por cada uno de los anuncios. Después de la primera semana de confinamiento y ante los anuncios de salvamento a la banca en general, y las encuestas de popularidad que el equipo de comunicaciones de Presidencia contrata cada semana para valorar la depreciada simpatía popular de Duque, cambiaron la estrategia; ahora las cuentas digitales de los medios de comunicación masivos son el lugar por donde intentan subir en las encuestas memorizando los discursos y maquillando de buenas intenciones sus medidas económicas.
En las redes sociales se calibra una parte de la realidad social, y es por ello que se han convertido en una expresión contestataria que tiene mayores efectos debido a su lógica multidireccional con mayor efecto comunicativo.
El montaje
Estos escenarios virtuales que hoy se masificaron por efecto de la pandemia, no son ajenos a las guerras sucias, con operaciones de desprestigio y montajes. En días pasados en el Congreso de la República se dio un particular episodio. En medio del debate de control político contra la presencia de tropas de los Estados Unidos en Colombia, y sus pretendidas intenciones de sembrar una guerra en la región atacando a Venezuela, se hizo tendencia el nombre de la senadora Aída Avella, después de ser víctima de estas operaciones virtuales de desprestigio.
De la cuenta en Twitter de un excontratista en comunicaciones de la alcaldía de Enrique Peñalosa, se emitió un trino señalando a la parlamentaria de haberse quedado dormida. De inmediato la reacción de la senadora fue aclarar que revisaba su celular, y por supuesto recibió todo el apoyo de sus colegas, tanto de la bancada de oposición como de las filas del partido de Gobierno.
Pese a ello, y aunque la operación no les salió como querían pues fue neutralizada la mentira, se activaron las “bodegas” pagas de los uribistas, robots programados para tuitear y multiplicar falsas acusaciones en artículos de prensa contra la senadora de la Unión Patriótica en el Congreso.
Guerra digital
La guerra sucia, como la política, se ha trasladado de escenario. La senadora Avella no había tenido un episodio de ese estilo. Por otro lado, hay que recordar que el Ejército colombiano en sus redes tiene un particular seguimiento al perfil de Twitter de la senadora, en una curiosa carpeta llamada “Oposición”, junto con otros políticos y periodistas.
Las bodegas uribistas pretenden legitimar su ideología mediante campañas con premisas como que “Colombia es ejemplo mundial para el manejo de la pandemia privilegiando la economía sobre la vida”. O la peor de todas, “Álvaro Uribe es el mejor colombiano, padre de la patria e incomprendido perseguido por la justicia”.
La pandemia ha permitido que tales operaciones de manipulación tengan cada vez menos espacio. No por la contrapuesta mediática que estas significan, sino porque la interacción en los medios digitales son un indicador de un país que se abre el diálogo político. Al uribismo ya no le creen masivamente, por eso apelan a ataques personales con montajes audiovisuales contra Aída Avella, Gustavo Petro, Iván Cepeda y Gustavo Bolívar. Capítulo aparte son los montajes en redes sociales contra la bancada del partido FARC e incluso contra ciertos integrantes del Partido Verde.
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