Kamala Harris

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Magnolia Agudelo Velásquez

La elección del demócrata Joe Biden y Kamala Harris a la presidencia de los Estados Unidos abre el debate respecto a qué impacto puede tener la elección de la vicepresidenta Harris, por su trayectoria progresista, y si representará cambios en la política norteamericana.

La campaña presidencial estadounidense antecedida por la profundización de la crisis política, económica y social del capitalismo a nivel mundial, agudizada por una política clasista, xenófoba, racista, de negacionismo respecto a la amenaza del covid-19, de desprecio por la vida, los derechos de la ciudadanía, acompañada de violencia policial y estatal en cabeza del presidente Trump, apoyados en grupos de extrema derecha; generaron una masiva respuesta de inconformidad del pueblo norteamericano; descontento que fue canalizado por el Partido Demócrata, lo que no significa que este haya hecho ruptura con el gran capital, las grandes corporaciones y el complejo militar del Pentágono.

En este contexto, el Partido Demócrata se hace al gobierno de una de las naciones más poderosas del mundo con el respaldo popular y la adhesión a la campaña de Sanders; aquí entra en escena Kamala Harris la primera mujer de ascendencia asiática y afro electa vicepresidenta, reconocida abogada que llegó a ocupar el cargo de fiscala general y senadora, quien ha asumido la defensa del matrimonio igualitario, de mujeres violentadas sexualmente, ha liderado con los movimientos de mujeres, afros e inmigrantes importantes luchas contra el racismo y por derechos democráticos, acumulado que le permitió consolidar la victoria.

La expectativa está en cuál será la respuesta de la fórmula Biden-Harris ante la profundización de la disputa por la democracia, por los derechos civiles y políticos, por condiciones dignas de existencia, por parte de las trabajadoras y trabajadores, de la población inmigrante, afroamericana y de las mujeres que tienen un peso importante en este país. Estará por verse la solución a las demandas de la sociedad norteamericana.

Todo va a depender de la profundización de la lucha de clases por parte del pueblo por transformar las condiciones de opresión, exclusión, explotación y miseria a las que viene siendo sometido. Sin duda de la satisfacción de esas demandas dependerá la cosecha de Kamala Harris, su posicionamiento con la población inmigrante, afro y con el movimiento de mujeres y la posibilidad de abrirse paso a la presidencia en el futuro.

Desde enero de 2021 cuando Kamala habite la Casa Blanca se pondrá a prueba su trayectoria refrendada el día del triunfo en parte del discurso por los efectos del covid-19 en la población. “Y aunque este virus nos afecta a todos, seamos honestos: no es un agresor que haga daño de forma equitativa. Negros, latinos e indígenas están sufriendo y muriendo de forma desproporcionada. Esto no es una coincidencia. Es efecto del racismo estructural. De las desigualdades en la educación y la tecnología, la atención de la salud y la vivienda, la seguridad laboral y el transporte. De la injusticia en la atención de la salud reproductiva y materna. Del uso excesivo de la fuerza por parte de la policía. Y seamos claros: no hay vacuna contra el racismo”, concluyó la vicepresidenta electa.

Sin duda en adelante las luchas en esta Nación y en el mundo tendrán la impronta antirracista, antihomofóbica, por los derechos de las mujeres, por los derechos ambientales, contra las grandes desigualdades sociales y económicas, como parte central de la agenda de los pueblos.

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