La absurda propuesta de la bancada “Provida”

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Movilización de mujeres el pasado 25 de noviembre. Foto @cosmecastell

El pastor cristiano y senador John Milton Rodríguez impulsa un proyecto de ley que propone dar un salario mínimo a las mujeres que hayan sido violadas y decidan ser madres, con el fin de “evitar el aborto”. El movimiento feminista considera inadmisible la propuesta

Violeta Forero
@Violeta_Forero

Una vez más el Congreso de la República pretende decidir sobre el cuerpo y la salud, tanto física como psicológica, de millones de mujeres colombianas. De nuevo la polémica es el aborto, un tema que abre debates entre distintas posiciones contradictorias, que van desde las expresadas por sectores religiosos conservadores hasta las construidas por el movimiento feminista.

En esta oportunidad le sale un nuevo pelo al gato. El pastor cristiano y senador John Milton Rodríguez, quien lidera a nombre del partido político ‘Colombia Justa Libres’ la bancada “Provida”, está adelantando un proyecto de ley que propone darle un salario mínimo vital a las mujeres que hayan sido violadas y decidan ser madres con el fin de “evitar el aborto”.

Es importante entender que, siguiendo a Rodríguez, a las mujeres que decidan abortar después de una violación, se les va a proporcionar una especie de castigo por decidir cómo llevar su vida. Es decir, no se está atacando directamente al problema de violencia sexual (que es pan de cada día), sino a las mujeres que deciden abortar, lo cual es absurdo.

Una propuesta revictimizante

Mariana Ardila, abogada de la organización Women’s Link, ha expresado que “el error de esa propuesta de subsidiar a las mujeres víctimas de violencia sexual que quedan en embarazo es que, en vez de darle opciones a las mujeres, les estarían brindando un apoyo condicionado. Es decir, solo obtienes un subsidio en la etapa de gestación si decides no interrumpir tu embarazo. Pero, en caso de querer ejercer el derecho fundamental a interrumpirlo no recibes nada”.

Además, se debe decir que este proyecto causa revictimización hacía la mujer que fue violada, pues además de ser violentada, debe ir a hacer el denuncio, someterse a trámites burocráticos que van desde avisar a la policía hasta someterse a las pruebas de Medicina Legal, procedimiento tortuoso que puede identificarse como violencia sistémica. Contrario a esto, el movimiento de mujeres cree que se debe atacar el problema de raíz, empezando por creerle a la víctima (cosa que pocas veces o nunca sucede) y luego sí mirar qué decide hacer.

Efectivamente el Estado debería proporcionar auxilio y ayudas a las mujeres que han sido abusadas sexualmente, pero no solo a las personas que decidan tener el hijo, sino a todas las que han recibido maltrato de cualquier tipo. En este caso sería mejor tener un apoyo psicológico con una línea establecida si se necesita, pues no hay pruebas científicas de la relación entre el aborto y las afectaciones de salud mental. Además, tener un hijo no deseado o producto de una violación, podría llegar a ser incluso más traumático que el mismo acto violento.

John Milton Rodríguez.

Gratuito, legal y seguro

¿Qué hace un hombre dirigiendo un proyecto para mujeres?, ¿por qué el mundo no entiende que las mujeres son las que tienen que presentar y liderar este tipo de iniciativas, si son ellas las que sufren con las violaciones? Cuando se formulan estas y otras preguntas es común identificar comentarios como “es que a los hombres también nos violan”, con el claro propósito de desnaturalizar las denuncias.

Claro que a los hombres los violentan, pero es una situación incomparable si se evalúa la realidad que una mujer debe enfrentar a diario en un mundo extremadamente machista, donde se decide sobre el modo de vida que deben llevar.

En pocas palabras, las mujeres si quieren, van a seguir abortando, ese no es el punto, el punto es que quienes decidan hacerlo tengan garantías y condiciones mínimas. Lo que exige el movimiento de mujeres es que el aborto sea gratuito, es decir que no tenga privilegios de clase; que sea legal, lo que conlleva a que haya clínicas y centros médicos con las condiciones necesarias para hacerlo sin dejar de lado la salud de la mujer; y que sea seguro, es decir, que las mujeres no mueran al abortar.

Ángela María Robledo, representante a la Cámara por la Colombia Humana – Unión Patriótica, subió un video el 2 de agosto en respuesta al polémico proyecto de la bancada “Provida”. “Para muchas mujeres en Colombia es aterrador lo que está sucediendo en el Congreso. Los hombres, con la biblia quieren cercenar los derechos que hemos ganado las mujeres de Colombia en las calles, en las universidades, en el parlamento. ¿Con qué derecho vienen a decirnos cómo debemos gestar una vida? ¿Con qué derecho nos vienen a seguir ordenando como vivir nuestra sexualidad?”, fue la contundente reacción de la dirigente política y lideresa feminista que en 45 segundos logra unificar la postura de las mujeres que están en desacuerdo con el proyecto de ley presentado por Rodríguez.

Ángela María Robledo

Empatía

Contrario a esto, a principio de este año, la abogada “Provida” Natalia Bernal presentó una demanda que busca la penalización total del aborto incluso en los tres casos donde ya está legalizado, es decir, una regresión de 14 años en la historia.

No se puede dejar de lado que el aborto es un procedimiento médico avalado por la Organización Mundial de la Salud, OMS, es decir, es un método tan normal como sacarse las muelas del juicio, que no debería tener mayores complicaciones para la mujer. El problema es que en Colombia este procedimiento no es legal, lo que conlleva a que decenas de mujeres mueran al día por realizarse abortos ilegales, muchas veces en condiciones paupérrimas.

Lo ideal sería que el aborto fuera una decisión, no un delito ni un castigo. No es difícil entender que una violación es un hecho traumático y que obligar a las mujeres víctimas a tener el hijo es una revictimización, muchas veces más dolorosa.

Se necesita un poco de empatía para entender que el aborto no es un procedimiento al que una mujer se someta cada mes por deporte o por diversión, no es un “amiga, qué vas a hacer en dos meses ¿Nos tomamos un café y abortamos juntas?”. No, es un procedimiento médico que bien llevado incluso podría realizarse desde la casa.

Pero claro, es que los hombres no sufren los dolores del parto, no amamantan, no sobreviven a los cólicos menstruales, no tienen los cambios hormonales propios de las mujeres, por eso a ellos no les importa el dolor físico y emocional de tener un hijo y además de cargar con el peso de una sociedad que diariamente está decidiendo por cómo eres, cómo te vistes, cómo te comportas, cómo vives tu vida. Ellos abortan de otras maneras, por ejemplo, no ejerciendo la paternidad responsable o incluso huyendo de casa.

¡Juntas!

Ahora bien, ¿qué tienen en la cabeza esas personas que dicen que, por abolir la ley en contra del aborto, va a ser obligatorio para todas las mujeres? No señores, no señoras, la maternidad debe ser deseada y las mujeres deben tener el derecho a decidir sobre si quieren o no ser mamás. Es cuestión de respeto. Ya es anacrónica la visión de vida que ve a las mujeres únicamente para tener hijos e hijas; si no se han dado cuenta, no estamos en la época de las cavernas, no estamos en la época de la Inquisición. Si una mujer decide ser mamá, está bien; y si decide no serlo, también está bien.

Ni una ley, ni la cárcel, ni sus amenazas nos van a poder parar, al contrario, cada vez estamos más juntas defendiendo lo que nos hemos ganado con sangre y lágrimas, porque nosotras somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar. Aborto libre, gratuito y seguro.

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