La agresión a Siria fue un acto ilegal

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Foto RT.

“Problemas internos de los países se resuelven con diálogos, no con bombardeos”

Presidente Evo Morales

La agresión a Siria por parte del gobierno de los Estados Unidos fue un acto vandálico, ilegal y cobarde, no cabe la menor duda. El presidente Donald Trump, repudiado en su propio país por las posiciones retrógradas y extremistas que asume, no vaciló en ordenar el bombardeo el jueves 06 de abril pasado, sin contar con la autorización del Congreso de su país, del Consejo de Seguridad de la ONU y ni siquiera de las grandes potencias agrupadas en la OTAN, que por lo general le alcahutean al imperio estadounidense las guerras de rapiña y las agresiones a otros países.

Es un acto ilegal y de piratería internacional. Busca derrocar al gobierno de Bashar  Al Asad y favorecer a bandas terroristas, que son sus aliadas en las estrategias geopoplíticas y económicas. En especial a ISIS y Al Nusra que son las responsables de nuemrosos atentados en Medio Oriente y Europa. Estados Unidos muestra el desprecio por la comunidad internacional, en función de sus intereses hace alianzas hasta con el diablo. Así lo ha hecho siempre el Pentágono, la CIA y otras agencias como DEA y FBI. Tanto en la guerra fría en las cruzadas anticomunistas y después de ella, tras el derrumbe soviético, para afianzar su condición de potencia global.

El pretexto para el bombardeo, con la amenaza de continuarlo, es el supuesto ataque con armas químicas a  civiles en Siria por orden del Gobierno sirio, lo cual no está comprobado. Rusia y otros países demandaron una investigación y antes de que se hiciera, Trump ordenó el ataque. Es la misma situación que cuando invadieron a Irak, en 2003 con la acusación de que existían arsenales de armas nucleares. Nunca aparecieron y con el tiempo se conoció que había sido una flagrante mentira del entonces presidente Bush.

El gobierno de Estados Unidos se burla del mundo. Se cree el “policía del planeta”. No respeta el derecho internacional y lo peor es que al final termina imponiendo sus designios imperiales. Las grandes potencias se callan o terminan dándole respaldo. Es el nuevo orden mundial, la dictadura imperialista. Todo eso está bien para ellos, lo que se aparta del statu quo es un error de la historia que hay que eliminar como sea, a como dé lugar.

Las organizaciones democráticas no pueden permanecer pasivas ante el desafío del imperialismo de Estados Unidos. Es un anacronismo esa política en el siglo XXI, ahora la retoma Trump, representante de la extrema derecha y de la causa absolutista del dominio yanqui.

En la calle, en la movilización popular, los sectores democráticos y progresistas deben repudiar este infame ataque, que EE UU amenazó con descaro en la ONU que volverá a repetir.