Sin rimbombancia, su poesía es el tiempo que testimonia el amor, la política, los sueños y las alegrías
Alberto Blandón Schiller
Ahora, en este encierro, donde el panóptico son las redes sociales y el miedo una constante, la poesía se convierte en un canto de libertad y quién mejor que Mario Benedetti, que se definió como defensor de la alegría como una trinchera, para recordarnos que la palabra, el encuentro y el arte son nuestro escudo contra el silenciamiento y el control. Para gozar el mañana hay que pelear el ahora/… porque en esto no hay suplentes…/ Versos llenos de optimismo y de compromiso, que nos recuerdan como ahora, que la esperanza nos cabe en un dedal.
La artera muerte le llevó de este mundo y esperemos que no sea precisamente en el aburrido cielo donde se encuentre este irredento y nostálgico poeta, que logró hacer de la cotidianidad un ejercicio poético, encontrando los resquicios por donde se cuelan las flores, los aromas y los amores, así como también la alegría, la solidaridad y el compromiso. Compromiso no sólo social e histórico sino humano con la vida, con el amor, con la imaginación logrando expresar situaciones colectivas a través de temas e imágenes que con ritmo suave y lento evocan sentimientos y sensaciones próximas al lector. “No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes” … “Si habito en tu mirada no estoy solo” … “estarás en la orilla del mundo”.
Estamos a un siglo de su nacimiento. Un 14 de septiembre de 1920, en Paso de los Toros, Uruguay, nació Mario Benedetti. Su obra incluye poesía, narrativa y crítica. Vivió escribiendo, creando y mantuvo una intransigente lucha por la libertad, el amor y la alegría. Como muchos escritores e intelectuales latinoamericanos sufrió la larga noche de la represión y el exilio.
Sin rimbombancia, su poesía es el tiempo que testimonia el amor, la política, los sueños y las alegrías. Sus palabras resuenan en los espacios cotidianos: Las escuchamos en el Jardín botánico, o en el cielo de las costumbres, así como en las oficinas y claro en las luchas cotidianas donde el puedo y el quiero se juntan, también en las ciudades que se transforman: Cada ciudad puede ser otra/ cuando el amor la transfigura, o en los parques y su fiesta de los pájaros y la homilía de los pinos.
En su vasta obra hay poemas-canciones, por ejemplo, los “poemas de otros” que con la voz de Nacha Guevara y la música de Alberto Favero forman parte de un capítulo de poemas de amor: “Hay que aventar cierta mentirosa imagen que suele presentar al luchador político, al joven militante como un ser tan riguroso en su disciplina, tan sectario en sus sentimientos que es incapaz de amar como cualquier hijo de vecina e incluso a la hija del vecino, sobre todo si está bien de piernas e ideología”. El sur también existe, interpretado por Joan Manuel Serrat que recoge varios de sus poemas. Así mismo cantantes populares como Daniel Viglietti, Los Olimareños, Numa Moraes, Gian Franco Pagliaro, Soledad Bravo… entre otros han interpretado sus poemas.
Inventario, una obra que durante los años 70 y 80 formó parte de los libros de los universitarios, de los jóvenes poetas y de muchos militantes es parte de la memoria y la sensibilización de quienes soñaban con transformar el mundo y a la vez de enamorar a la compañera de lucha. Prometiste y prometí encender esta candela/… La unidad que sirve es la que nos une en la lucha… Sus versos se recitaban en mítines, en tertulias, en bares como antídotos para reivindicar la ternura y el amor como parte de las luchas cotidianas. “Porque la política es también una forma del amor, pero no viceversa” solía repetir en sus recitales. Su poesía, un acto de amor que nos recuerda las palabras de Thomas Mann: “Se ama al hombre porque su vida es difícil y porque uno mismo es hombre”.
Sus novelas, quizás menos conocidas muestran un narrador capaz de tejer desde lo cotidiano historias de largo aliento que expresan situaciones propias de los exiliados y perseguidos, por ejemplo, Primavera con Esquina Rota, que narra de manera casi autobiográfica su propio exilio. Gracias por el fuego, narra la historia de tal manera que se siente el ambiente uruguayo, se percibe el respirar de los personajes y su lenguajear del cono sur.
Sus cuentos van por diferentes geografías, logrando intensidades y evocaciones que incluyen como en Los Pocillos atmósferas cotidianas que muestran el deterioro y al tiempo sutiles ramalazos de erotismo.
Una de las muchas miradas posibles sobre su obra es la del creador de una poética cotidiana y testimonial; esto es claro en las reflexiones que él hace en su libro “Testigo de uno mismo”, obra escrita al llegar a los 90 años y donde la idea del Testigo traza una especie de cartografía de su propia obra: remar en mi querido arroyo / hasta llegar al mar de la conciencia / y preguntar después al cielo gris / si tiene datos sobre mi destino.
Fue lo que a falta de mejor término podemos llamar un poeta “orgánico” que expresó la alegría del vivir cotidiano, así como reivindicó el compromiso y la militancia política; él mismo militó en la expresión poética, en la lucha contra las tiranías y en la defensa de la libertad. Quizás por ello invitó a “andar con el corazón en la mano” y escribió sobre las emociones y las ideas con un lenguaje tranquilo, coloquial, sin rebuscamientos o posturas ajenas a los propios sentimientos: Pero esas muertes queridas/ van escribiendo la historia/… Cada cual en su faena…/ vamos juntos compañero…
Corazón coraza
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y porque que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes donde quiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
Señales
En las manos te traigo
viejas señales
son mis manos de ahora
no las de antes
doy lo que puedo
y no tengo vergüenza
del sentimiento
si los sueños y ensueños
son como ritos
el primero que vuelve
siempre es el mismo
salvando muros
se elevan en la tarde
tus pies desnudos
el azar nos ofrece
su doble vía
vos con tus soledades
yo con las mías
y eso tampoco
si habito en tu memoria
no estaré solo
tus miradas insomnes
no dan abasto
dónde quedó tu luna
la de ojos claros
mírame pronto
antes que en un descuido
me vuelva otro
no importa que el paisaje
cambie o se rompa
me alcanza con tus valles
y con tu boca
no me deslumbres
me basta con el cielo
de la costumbre
en mis manos te traigo
viejas señales
son mis manos de ahora
no las de antes
doy lo que puedo
y no tengo vergüenza
del sentimiento
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