José Ramón Llanos
Nunca antes la población colombiana estuvo ante tantos riesgos e indefensa como hoy. Los peligros hubieran requerido que en la Presidencia estuviera un estadista, predictivo, autónomo. Pero tenemos en la presidencia a un funcionario al servicio de un empresariado que lo manipula y lo ha convertido en una marioneta que ejecuta las orientaciones que a esa clase avarienta e insensible benefician.
Ante la pandemia los gobiernos han analizado y aceptado las recomendaciones de un colectivo de investigadores formados en ciencias de la salud humana y las enfermedades producidas por virus, la Organización Mundial de la Salud, OMS. Las orientaciones que esta impartió son claras y precisas: se debe retardar lo máximo posible la llegada y propagación del virus al país. El mejor medio para lograrlo, la cuarentena.
¿La cuarentena para qué? Para lograr tres objetivos: primero, detener o atenuar la propagación del virus. Segundo, el servicio de salud debe prepararse, potenciarse para optimizarlo y los médicos deben descansar y recuperarse y tercero, “poner todos los sistemas en su lugar: todas las instalaciones de aislamiento, la capacidad de cuarentena, las leyes, el rastreo de contactos. Si solo haces el uno y el dos y luego vuelves a liberar [la cuarentena] la historia se repetirá”. Llegará el rebrote.
El Presidente prefirió ceder a las presiones de los empresarios y hoy estamos padeciendo las consecuencias de esa imprevisión. El gobierno esperó que hubiera 470 infectados y cuatro fallecidos antes de iniciar la cuarentena. Posteriormente, presionado por los constructores, no olviden que la vicepresidenta tiene interés en ese sector, cuando iban 5.597 contagiados y 253 fallecidos, permitió que salieran a trabajar en construcción.
Y para que no quede duda de la total insensibilidad ante la enfermedad y muerte de los colombianos y sus preocupaciones prioritarias por los dineros de los capitalistas, programó el día sin IVA, cuando iban 63.276 infectados y 2.045 fallecidos. Fueron tantas las aglomeraciones que ya estamos sepultando los muertos de esa fatídica decisión.
La incondicionalidad del Presidente y la avaricia de la burguesía ya han logrado lo que en un artículo anterior titulé: La ejecución del genocidio programado: cada 24 horas fallecen entre 180 y 259 ciudadanos, se contagian entre 6.700 y 8.000 y en total suman 204.005.
Ante este genocidio suena cínico el discurso del 20 de julio:
“Ante el Congreso, quiero asumir un compromiso con todos los ciudadanos, para que nuestro país salga adelante y que invite a todas las instituciones, al sector privado, a la ciudadanía, a los gobernantes locales, a que todos trabajemos por nuestra patria”. Le faltó agregar nuestra patria son los banqueros, las mineras y mis amigos que me financiaron la campaña electoral y con los poderes que me da el artículo 315 de la Constitución Política, los puedo amparar para que tengan más ingresos y así tengan músculo financiero y ayuden a los futuros candidatos del Centro Democrático y no tengan que acudir, como yo al finado Ñeñe.
Cómo castigar a los genocidas. Acusando penalmente al presidente Duque y a los presidentes de Fenalco, Anif y Andi. Y que las bancadas de los Verdes, Colombia Humana y la UP hagan un debate político a los parlamentarios del Centro Democrático y los acusen penalmente por la ñeñepolítica y por la autoría intelectual del genocidio. Es la hora de juzgar y penalizar tanto atropello inveterado contra el pueblo.
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