Nelson Fajardo
Cuando se habla de bolivarismo, se asocia hacia atrás con el pensamiento de Simón Bolívar tal y como él desarrolló las fuentes iniciales de su existencia; pero si tratamos el bolivarismo en el presente, encontramos serios contrastes entre los propósitos del pensamiento del Libertador y la realidad que nos domina.
Si viramos el pensamiento de Simón Bolívar encontramos verdaderas piezas sistémicas que nos dan muestras de que Bolívar tenía en la cabeza no solo su terruño patrio, sino también a América Latina como un todo; sobre la cual se sugiere que “lo original del proceso actual es que, a partir de la gesta cubana, las vanguardias continentales, caracterizadas por el heroísmo y el radicalismo, han combatido incesantemente, por uno u otro medio en forma creadora y haciendo toda clase de sacrificios, por la liberación de nuestros pueblos.”1
Este planteamiento del camarada Álvaro Vásquez, nos señala la necesidad de interiorizar la transición que estamos viviendo en varios planos. En lo cultural estamos superando la cultura parroquial para colocarnos a tono con las exigencias de un capitalismo internacionalizado que nos exige cada vez mayores esfuerzos por avanzar en la modernización; sin embargo son muchos los rezagos que nos quedan aún; por ejemplo la corrupción, que es una mezcla híbrida entre pasado y presente.
Pérdida de la identidad nacional
En lo económico, son muchos los cambios también, pero ante todo la colocación del proceso de acumulación de capitales al servicio del modelo neoliberal, que prioriza las privatizaciones y fortalece la transnacionalización de la economía; formando un dúo dinámico, privatización y transnacionalización, cuyo efecto más significativo es la pérdida de identidad nacional expresada en el proceso de desindustrialización continua. En lo social, resalta la cuestión de la pérdida de la identidad nacional que se encuentra en la migración de todo tipo y está vaciando el país de su propia fuerza de trabajo.
Como podemos observar, la conexión entre el pasado y el presente es coherente con los rezagos pequeño burgueses de la región y semifeudales, pero lo moderno está relacionado con la amplia producción bananera, que no impacta el total de la región; en esta dirección, Francisco Gutiérrez nos dice que “en primera instancia es necesario intentar entender el sector en su complejidad (Morín, 2000), pues hasta ahora ha estado mediatizado por una concepción autárquica y excesivamente pragmática en términos de un activismo exacerbado, que, si bien es cierto, ha sido una etapa necesaria e ineludible- gracias a ello hoy existen igualmente la dispersión de objetivos, esfuerzos, recursos y en no pocas oportunidades (y contradictoriamente) hasta desperdicios de los mismos”2 .
Finalmente, la relación entre el presente y el futuro es mucho más compleja pues abordar el futuro tiene como formación en el presente, un capitalismo transnacionalizado que de nada sirve al colombiano de la calle, y hace la gran mayoría de la sociedad, caracterizada por estar al servicio de las transnacionales estadounidenses, como lo destaca la economía política revolucionaria.
Veamos, el Producto Interno Bruto creció, estos últimos cuatro años, así: 2015= 3,1%; 2016= 2,0%; 2017= 1,8% y 2018= 1,9%. Por su parte, el Salario Mínimo Mensual Legal Vigente fue 2015= $644.350; 2016= $689.455; 2017= $737.717; 2018= $828.116. Por su parte, tenemos 28% de pobreza y la línea de pobreza 2016 llegó a $ 241.673 y la línea de pobreza extrema para el mismo año alcanzó $ 114.692; mientras que la indigencia en 2015 fue de 7,9% y en el 2016 de 8.5%; un aumento que demuestra que si Colombia está pasando por un momento muy negativo, regulado a través de recursos minero energéticos y los recursos del narcotráfico, Colombia no se queda atrás.
En Venezuela el PIB creció así: 2015= 3,1%; 2016= 2,0%; 2017= 1,8%; 2018= 1,9. Pero ese crecimiento estuvo afectado con una inflación del 13.000%; lo que obligó al Gobierno de Maduro a incrementos salariales muy altos, para compensar la pérdida del poder adquisitivo en medio de semejante bloqueo, igual como el que se le aplica a todo proceso revolucionario desde la Comuna de París.
Este fenómeno no disculpa al Estado venezolano de sus errores, pero ellos no son tomados por la oposición, que se ha dedicado a exportar la contra revolución. Al respecto, Lenin haciendo un balance de la Revolución de 1905, destaca tres lecciones principales:
Las fuerzas para la insurrección
- Así, pues, nada más miope que el punto de vista de Plejanov, que hacen suyo los oportunistas, de que no se debió emprender esta huelga inoportuna que “no se debían haber empuñado las armas.”
- De suyo se comprende que si la revolución no gana a las masas y al ejército mismo, no se puede pensar en una lucha seria. Se comprende que si la revolución no gana a las masas y al ejército mismo, no se puede pensar en una lucha seria. Se comprende que el trabajo en el ejército es necesario.
- La tercera gran lección que nos ha dado Moscú se refiere a la táctica y a la organización de las fuerzas para la insurrección. La táctica militar depende del nivel de la técnica militar. Engels ha remachado esta verdad y la ha dado masticada a la boca de los marxistas.
Si observamos detenidamente estas tres lecciones, encontramos que Lenin nos invita a seguir el llamado insurreccional, que coloca el debate con los oportunistas en primer plano, y, nos llama la atención sobre la dicotomía entre reforma y/o revolución. La reforma para nosotros no es más que un medio para abrir el camino revolucionario, desde luego que no es una tarea fácil y en el caso de Venezuela, es claro que debemos ser solidarios con la Revolución. Pues desde la Comuna de París en 1870, la burguesía y la oligarquía aplicaron y aplican el bloqueo a los revolucionarios. Necesitamos trabajar con el proletariado; ante todo con la franja que está por los cambios democráticos, con perspectiva socialista.
1 Vásquez, Álvaro y Oviedo, Álvaro: Memoria y luchas sociales, Ediciones Izquierda Viva, 2010-08-11, página 269.
2 Gutiérrez Betancur, Francisco: Gestión y economía del deporte. Aproximaciones teóricas y aplicaciones, Funámbulos Editores 2007, página 81.