
La cuarentena por la pandemia del coronavirus ha incrementado la carga laboral y de trabajo del cuidado de las mujeres, en Colombia y América Latina. Muchas son mayores de 60 años y hacen parte de la población con más riesgo de contagiarse
Renata Cabrales
@RenataRelata
Existe la idea conservadora de la familia tradicional biparental, conformada exclusivamente por la madre, el padre, los hijos y las hijas, donde es de suponer que el padre y la madre comparten el cuidado de los hijos e hijas. Pero, se desconoce entonces, otro tipo de vínculos familiares en los que se incluye a los adultos mayores en hogares monoparentales, donde la carga del cuidado se deja en manos de una sola persona, por lo general, una mujer, al ser las mujeres las que cubren la demanda de cuidados en la sociedad, sobre todo, en América Latina.
Pero, en tiempos de la pandemia del coronavirus, son las mujeres de la tercera edad, a quienes se les ha aumentado el trabajo del cuidado, pues no solo deben hacerse cargo de sus parejas, por lo general de edad más avanzada, sino además de los nietos y nietas, lo que, a su vez, hace que aumente el riesgo de contagio pues hacen parte de la población más vulnerable y, además, los niños y las niñas pueden ser portadores de la enfermedad, aunque no desarrollen los síntomas. Sin embargo, los gobiernos hacen un llamado superficial al aislamiento necesario de las personas de la tercera edad, sin tener en cuenta que en una gran mayoría pertenecen a familias de escasos recursos, sin ningún tipo de ayuda social, y que son las mujeres que hacen parte de esta población, las encargadas del cuidado dentro de las familias.
De esta forma, las medidas de confinamiento social propuestas por los diferentes gobiernos, son solo paños de agua tibia si no se tiene en cuenta que de puertas para adentro son las mujeres, y peor aún, mujeres mayores de 60 años, quienes por diferentes motivos deben asumir la doble carga que conlleva la cuarentena cuando del cuidado de los familiares se trata.
Mucho se dice que la pandemia ha sacado lo mejor y lo peor del ser humano, pero lo que sí es cierto es que ha mostrado el lado más oscuro de esa economía patriarcal que ha conseguido aumentar la desigualdad (de manera exponencial como el virus) en los hogares al delegar a las mujeres al cuidado de las niñas, niños, personas mayores o enfermos dependientes, trabajo que como es de saber, no es remunerado. No importa entonces, que los cuerpos cansados de las mujeres desfallezcan por el exceso de trabajo, haciendo que bajen sus defensas y corran mayor riesgo de contagio, aumentando así la posibilidad del colapso del sistema de salud.
La economía feminista
La economía feminista es una corriente de pensamiento que visibiliza las dimensiones de género de la dinámica económica y sus consecuencias en la vida de las mujeres. Su concepto de “economía del cuidado” ha servido de base para actualizar el debate feminista sobre las formas de organización de la reproducción social y su impacto en la reproducción de la desigualdad. Uno de sus objetivos, es entonces, contribuir al estudio de las raíces económicas de la desigualdad de género.
Uno de los aspectos más importantes de la denuncia de las desigualdades de género gira alrededor de la economía del cuidado, y se basa en la división sexual del trabajo que tradicionalmente ha delegado a las mujeres el trabajo doméstico, los cuidados y el trabajo no remunerado.
De acuerdo a un estudio publicado por la revista Portafolio en marzo de 2019, Economía del cuidado: desafío para la igualdad entre hombres y mujeres, el género femenino se sigue haciendo cargo 2,6 veces más del cuidado de personas no remunerado y del trabajo doméstico que el masculino.
Trabajo no remunerado
“Uno de los principales aportes de la economía feminista fue la recuperación de un debate de larga data dentro del feminismo: aquel conocido como ‘debate del trabajo doméstico’ que, tempranamente y en diálogo con la teoría marxista, argumentó sobre la necesidad de visibilizar el rol del trabajo doméstico no remunerado en el proceso de acumulación capitalista, y las implicancias en términos de explotación de las mujeres, tanto por parte de los capitalistas como de ‘los maridos’”, (Nueva Sociedad, marzo-abril de 2015)1.
Si el trabajo de cuidados fuera remunerado, representaría el 9% del PIB mundial, lo que equivale a 9 billones de dólares, de acuerdo a las cifras de la OIT.
Según las Naciones Unidas, esta división sexual del trabajo hace que el 75% de las personas que trabajan en la primera línea de asistencia sanitaria sean mujeres. «La primera línea de respuesta» frente a la epidemia de coronavirus «siguen siendo las mujeres», tanto «las profesionales de medicina como las limpiadoras de los hospitales, por ejemplo», destaca la representante de ONU Mujeres. Esta etapa de cuarentena va a «sobrecargar de cuidado físico, emocional y económico» a las mujeres, (France24.com, marzo 2020)2
La extensión de la pandemia agrava una situación que ya existía, y es que las mujeres son mayoría entre las personas cuidadoras; son quienes realizan las tareas domésticas y sostienen la reproducción de la vida en las familias.
1 Corina Rodríguez Enríquez. Economía feminista y economía del cuidado. Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad (NUSO Nº 256 / marzo- abril 2015). Recuperado de: https://nuso.org/articulo/economia-feminista-y-economia-del-cuidado-aportes-conceptuales-para-el-estudio-de-la-desigualdad/
2 La pandemia de coronavirus golpea con fuerza a las mujeres de América Latina, https://www.france24.com/es/20200324-coronavirus-mujeres-latinas-violencia-trabajo-informal
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