De la cocina al estadio

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Renata Cabrales
@RENATARELATA 

Existe una idea generalizada de que las figuras del deporte no deben intervenir en asuntos políticos, este fundamento, ¿estará basado en el hecho de que las competencias deportivas en la Roma clásica manifestaban el interés de algunos gobernantes de mantener entretenidas a las masas con “pan y circo”?

Mucho se critica, hoy en día, la falta de conciencia política de una mayoría que alza su voz en público cuando de un partido de fútbol se trata, pero nunca por una injusticia, como es el caso de los asesinatos sistemáticos a líderes sociales en Colombia.

Si bien es cierto que el fútbol no tiene nada que ver con la falta de conciencia política, sí es cierto que el grito de reclamo de una figura pública puede hacer eco en las negras conciencias de quienes hacen parte de la oligarquía que nos vulnera.

A pesar de la aceptación general de la idea de no participación en política de las y los deportistas, como si sus derechos no estuvieran cimentados en lo político, hay casos como los del reconocido boxeador estadounidense, Mohamed Alí y su posición política contra la guerra de Vietnam y el racismo o el futbolista chileno Carlos Caszely, quien sorprendió por su negativa a darle la mano a Augusto Pinochet en la despedida del dictador a la selección de ese país antes de dirigirse al Mundial de Alemania en 1974, asimismo, llamaron la atención las duras críticas de Gerard Piqué sobre la represión policial durante el referendo en Cataluña.

Estas acciones extraordinarias de figuras rebeldes se dan en sociedades que enfrentan graves problemáticas sociales, como es el caso de Colombia, país vejado por la guerra eterna, donde voces como las del Pibe Valderrama o René Higuita hicieron eco cuando este se debatía entre la paz o la ilógica continuidad de la guerra. Sin embargo, ha habido eventos vergonzosos de figuras, como el futbolista James Rodríguez y el ciclista Nairo Quintana, quienes han posado orgullosos ante la cámara al lado del expresidente Uribe, a quien investiga la Corte Suprema de Justicia por diferentes delitos.

En todo caso, no hay que olvidar que hace poco tiempo las mujeres de la selección Colombia fueron noticia por levantar su voz contra las vejaciones de las que eran víctimas por parte de los hombres que las rodeaban en este campo y ni qué decir  de la rebeldía feminista de la mediocampista y capitana de las campeonas mundiales, Megan Rapinoe, quien se negó a cantar el himno de su país en uno de los partidos, para protestar contra las políticas racistas de Trump, lo que produjo fuertes críticas de los medios contra el presidente, y asimismo, se expresó contra la FIFA, por “no mostrar respeto hacia el fútbol de las mujeres”.

De la cocina a la calle y de la calle al estadio. Calladitas no somos más bonitas.