En la Cumbre del clima en Madrid, prevaleció la visión mercantilista de la vida

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En la Cumbre de Madrid, los jóvenes demandaron de los gobiernos compromisos efectivos para detener el cambio climático.

Algunas de esas empresas se presentan como campeonas en la lucha contra el cambio climático y a menudo patrocinan campañas ecologistas, cuando en realidad provocan masivas emisiones de gases de efecto invernadero

Alberto Acevedo

El Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, suscrito en 2015, fue presentado ante el mundo como el gran logro alcanzado en la XXI Conferencia de las Partes, COP21 de la Convención sobre el Cambio Climático, celebrada a instancias de las Naciones Unidas y de numerosas organizaciones ambientalistas del mundo.

Se dijo entonces que era la primera vez que todos los países del mundo se unían en un esfuerzo común por mantener el cambio climático por debajo de los dos grados Celsius respecto a la era preindustrial. Se acordaron en este sentido esfuerzos por limitar a 1.5 grados dicho cambio, sobre la base de que cada país fijaría sus metas, voluntaria u obligatoriamente, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Ese acuerdo entró en vigor, pero cinco años después, aún no se aplica. Le hizo falta una especie de ley reglamentaria, y eso tiene un efecto devastador para el clima. Los 192 países miembros del acuerdo de París llevan un lustro discutiendo las reglas de aplicación de ese instrumento intergubernamental.

Las emisiones siguen aumentando

Se esperaba que, en la Cumbre de Madrid, que sesionó del 3 al 15 de diciembre, se lograra un Acuerdo en este aspecto. Pero las expectativas fallaron y ahora se plantea que, salvo tímidos acuerdos bilaterales entre varios gobiernos, en la próxima cumbre del clima, la COP26, se pueda alcanzar ese acuerdo. Pero muchos científicos advierten que para entonces será demasiado tarde. Que, si se cumplieran las metas establecidas por la cumbre de París, el calentamiento global es tanto, que tales topes resultan insuficientes.

Los actuales compromisos nacionales no alcanzan el objetivo inicial del acuerdo de París, y el mundo marcha aceleradamente hacia los tres grados de aumento de la temperatura global, lo que resulta catastrófico. Países más contaminantes como Estados Unidos, China, Brasil, Australia y Arabia Saudita, encabezaron el sabotaje a los esfuerzos de Madrid. Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando y no parece que las cosas vayan a mejorar pronto. La reunión de Madrid terminó en tragedia.

“Nuestra guerra contra la naturaleza tiene que parar”, dijo en el inicio de la reunión, ante 50 jefes de Estado, Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas. Varios de los mandatarios asistentes declararon públicamente su compromiso de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Pero ni siquiera cuentan con planes reales para afrontar esta crisis.

Responsables de la tragedia

Ejemplo de este divorcio entre el discurso y el compromiso real es el de Indonesia, donde el año pasado se quemaron 8.578 kilómetros cuadrados de bosques, un área del tamaño de Puerto Rico, y donde las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzaron los 709 millones de toneladas, algo así como las emisiones de Canadá.

Las grandes empresas multinacionales hacen otro tanto en la emisión de gases de efecto invernadero. En un informe reciente de la organización Greenpeace, se afirma que la actividad industrial está detrás de los grandes incendios, como ocurrió el año, pasado en Brasil, y como sucede esta semana en Australia. Esto quiere decir que poderosos grupos industriales son responsables también de esta tragedia ecológica.

Algunas de esas empresas, como Galletas Oreo, Kit-Kat, Jabones Dove o Unilever, se presentan como campeonas en la lucha contra el cambio climático y a menudo patrocinan campañas ecologistas, cuando en realidad provocan masivas emisiones de gases de efecto invernadero. Mayor aún es la responsabilidad y el daño causado por las productoras de la pulpa y el papel.

Temas que se excluyeron

Valoraciones como estas llevaron a organizaciones que integran la Campaña Mesoamericana de Justicia Climática a calificar como “un fracaso” la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP25. “La visión mercantilista de la vida prevaleció en todas las discusiones”, dijo por su parte Jacqueline Martínez, de El Salvador, quien asistió al encuentro. La activista aseguró que no hubo ni un solo acuerdo que permita enfrentar los graves impactos del cambio climático.

La reunión de Madrid fue un fracaso, opinan grupos ambientalistas, porque se continúa viendo el medio ambiente como un recurso, como algo de lo cual se puede sacar el mayor, provecho económico. No se visibilizó a miles de personas desplazadas por el cambio climático, la vulnerabilidad de los asentamientos, la criminalización de las personas defensoras y los intereses de los pueblos indígenas.

En la Cumbre de Madrid, como en las anteriores, faltó voluntad política para alcanzar acuerdos que impidan que millones de personas caigan en el abismo del holocausto climático. Los anunciados fondos de adaptación están desfinanciados, los aportes no aparecen. Exigir políticas a los gobernantes es vital en este momento. Pero también lo es la movilización de los ciudadanos. Hay que ponerles un límite a los grandes grupos empresariales en su carrera desbocada por dañar el clima y la naturaleza.