Alberto Acevedo
La deuda externa global se ha disparado a un máximo histórico del 331 por ciento del Producto Interno Bruto mundial, que equivale, en cifras reales, a 281 billones de dólares en el primer trimestre de 2020, un incremento global que no se veía desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Así lo informó el Instituto Internacional de Finanzas.
En un informe reciente, el organismo comentó que la deuda se elevó en más de diez puntos porcentuales con respecto a la registrada al cierre de 2019. “Las condiciones de recesión impulsadas por la pandemia llevaron a la deuda global al PIB a un nuevo récord del 331 por ciento en el primer trimestre, frente al 320 por ciento en el cuarto trimestre de 2019”, indica el informe citado.
En cuanto a los denominados mercados maduros, el incremento es mayor. Canadá, Francia y Noruega observaron un incremento de deuda del 380 por ciento de su PIB en promedio. Para los mercados emergentes, el impacto de la deuda en el PIB fue del 230 por ciento. Es como una encarnación del Basilisco, el monstruo mitológico al que se le atribuye la capacidad de matar con la vista.
En casa
En Colombia, de acuerdo a un informe del Banco de la República del 9 de junio pasado, la deuda externa llegó a 153.628 millones de dólares a abril del presente año, equivalente al 50.8 por ciento del PIB. En marzo-abril, el endeudamiento del gobierno nacional llegó al 60.4 por ciento, de acuerdo a un reporte del Ministerio de Hacienda, citado, por Semana.
Los países europeos lideraron el crecimiento de la deuda en términos del PIB de sus economías, principalmente Francia, Grecia, España y Reino Unido, y experimentaron un salto de su endeudamiento cercano a los 40 puntos porcentuales en tiempos de pandemia.
Entre los mercados emergentes, lideran el endeudamiento China, Turquía, República de Corea y Emiratos Árabes Unidos. En Estados Unidos, la primera economía del mundo, la deuda respecto a su PIB se elevó en un 129 por ciento en 2020. Se espera que para 2021 escale el 133 por ciento.
Las anteriores cifras pueden presentarse abstrusas para el ciudadano de la calle, pero inciden en su destino; además se convierten en este momento en un quebradero de cabeza para muchos analistas.
Vendrán nuevos estallidos sociales
James Howard Kustler, especialista financiero y cabeza de la firma Kustler.com, agrega además que el decrecimiento que viven las principales economías está llevando a que no puedan crearse excedentes de riqueza necesarios para pagar una deuda que, de hecho, se juzga impagable.
Reconoce además que la reorganización del comercio internacional, con el surgimiento de nuevos actores, de nuevos líderes, está poniendo en jaque el dominio económico de Estados Unidos.
Advierte de la tendencia actual de muchos países, entre ellos las grandes economías, de seguir imprimiendo dinero sin que esté asociado con una actividad productiva real. En este sentido recordó que, durante los años de la Gran Depresión, hacia los años 30, a pesar de la hondura de la crisis, Estados Unidos seguía manteniendo una gran estructura productiva. Eso no sucede en la actualidad.
“El problema que tenemos ahora, especialmente por culpa de los tejemanejes de los bancos centrales, es que estamos entrando en un periodo de la historia de no crecimiento” y esto afectará la capacidad para enfrentar las deudas que se van acumulando. En este sentido, no es raro que se produzcan nuevos estallidos sociales, puntualiza Howard.
Que hablen los pueblos
Para otro analista, Juan Torres López, los datos revelados sobre el crecimiento de la deuda global “muestran que estamos sentados sobre una bomba que va a estallar sin remedio, si no se adoptan medidas adecuadas para desactivarla”. Estos datos son graves, afirma, no solo por el monto acumulado, sino por el crecimiento vertiginoso que vienen registrando en los últimos años, y que se han acelerado a causa de la pandemia.
Torres dice que esa bomba de tiempo hay que desactivarla en el menor tiempo posible. No habría otro camino. Precisamente, el Banco Internacional de Pagos reconoce que, en el caso de Europa, las políticas de austeridad demostraron no servir para disminuir la deuda, sino lo contrario. Según datos recientes de Eurostat, la deuda pública de toda la Unión Europea es de 12 billones de euros.
Es una situación impresionante. El año pasado, en plena pandemia, cuando era urgente destinar recursos para salvar vidas, los países de la eurozona tuvieron que pagar 172.706 millones de euros por intereses de deuda.
Si no se frena la escalada de la deuda, será inevitable volver a sufrir crisis financieras cada vez más peligrosas por recurrentes y destructivas. Guste o no guste a la banca internacional, será inevitable ponerle fin al crecimiento continuado de la deuda y eso puede hacerse por las buenas o por las malas, dice Juan Torres López. Los pueblos tienen la palabra, para exigir cambios en esta dirección.