La dignidad de un pueblo

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Aspecto de la vigorosa protesta social que puso contra las cuerdas la política neoliberal de Lenín Moreno en Ecuador.

Renata Cabrales

Es necesario saber lo que sucede en Ecuador, antes de que la ultraderecha siga destilando odio hacia sus comunidades indígenas y desinformando con ideas absurdas, como el supuesto de la vil conspiración entre Nicolás Maduro y Rafael Correa para desestabilizar el país. De tanto inventar, Maduro acabará por ser, para el pueblo latinoamericano, un personaje heroico, totalmente contrario al que estos gobiernos conservadores quieren mostrar.

El gobierno ecuatoriano llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, FMI, para obtener un crédito por más de 4.200 millones de dólares, y a cambio, debía reducir el déficit fiscal, ahorrando y recaudando. Así, Moreno, buscando alternativas que comprometían la tranquilidad del pueblo, anunció un plan de austeridad que consistía en: una contribución especial de empresas con altos ingresos, un ajuste en el sector público, mediante una baja salarial en contratos temporales y la reducción de las vacaciones a los empleados del Estado, quienes deberían aportar a este un día de su salario.

La medida más indignante era, entonces, la eliminación de los subsidios a los combustibles que han tenido los ecuatorianos por alrededor de 40 años.

Al implementar la medida, el precio de la gasolina se disparó a más del doble. Mientras el FMI felicitaba al presidente Moreno por sus acciones, el pueblo se revolucionó. Sindicatos, estudiantes e indígenas no se hicieron esperar. Pero fue, sobre todo, como ha sido históricamente, el movimiento indígena el protagonista de las movilizaciones y reyertas de varios días en todo el país. Asimismo, fueron los pueblos indígenas quienes consiguieron una victoria.

Dentro de este legendario movimiento popular, en su mayoría se encontraban mujeres, pues era liderado por la Asamblea de Mujeres de los Pueblos, algunas, incluso, iban acompañadas de sus hijos.

“Vamos a resistir hasta lo último, nosotras somos madres, mujeres e hijas, que estamos viniendo de las diferentes provincias del país para reclamar que el Estado, abusando de su poder, no venga a matar a nuestra gente, eso no lo vamos a permitir”, esta era la consigna más importante para ellas.

Al igual que el presidente Duque, con el Gobierno de Santos, Lenín Moreno culpa a Correa de todos sus fracasos. Ambos coinciden además, en pasarle la pelota caliente a Nicolás Maduro, cuando su torpeza se extralimita. El “sátrapa de Maduro”, así lo llamó Lenín, cuando ante medios afirmó que este, en supuesta connivencia con el expresidente Correa, planeaba desestabilizar el país.

Lo que calla la ultraderecha es que la comunidad indígena de Ecuador no ha necesitado de la ayuda de  otra nación para derrocar presidentes como ya lo ha hecho anteriormente. Desde 2005, por ejemplo no se decretaba un estado de excepción, cuando lo impuso el coronel Lucio Gutiérrez, quien terminó derrocado por una insurrección popular. Desde 1990 el único que logró terminar su presidencia fue Rafael Correa e incluso, fue reelegido.

Los indígenas buscaron un diálogo directo con el gobierno para recordarle que la mayoría trabaja en el campo y que requiere el combustible para las máquinas y que las medidas afectan sus condiciones de vida. El movimiento, otra vez, acabó con decisiones injustas que lo vulneran, y tumbó el nuevo decreto sobre los subsidios de combustibles.

El pueblo colombiano emula al ecuatoriano solo cuando el gobierno inútil culpa a Maduro por todos los males. Pero nunca cuando se trata de la valiente lucha indígena por la defensa de los derechos.