Gabriel Ángel
@GabAngel_FARC
Si algo debemos aprender del proceso histórico vivido por nuestra generación, es el sentido de la dialéctica, esas leyes que aprendimos a recitar desde nuestra lejana juventud. Crecimos bajo la ola triunfalista de la derrota nazi y la apoteosis de la URSS, aplaudiendo la independencia africana, las luchas raciales en los Estados Unidos, celebrando la revolución cubana, el mayo francés, la victoria de Allende y la derrota yanqui en Vietnam.
Más tarde viviríamos la debacle de Europa Oriental, la desaparición de la Unión Soviética y el socialismo real, el sorprendente camino adoptado por China, por el propio Vietnam. Admitimos con dolor las limitaciones de la revolución cubana, de la economía socialista, esa complicada materia cuya fórmula secreta no aparece en ningún manual de marxismo leninismo. Volvimos a ser felices con el renacer revolucionario y democrático de Nuestra América.
Chávez, Lula, Kirchner, la derrota del ALCA. El ascenso de Evo Morales, de Lugo, de Tabaré Vásquez, los sabios consejos de Mujica, la festiva alegría de Correa, el regreso del Frente Sandinista en Nicaragua, del FMLN en Salvador, el frescor de la Bachelet en Chile. La soledad continental de Uribe. Los más atrevidos exigían más, ¿por qué Chávez no extinguía la propiedad privada? Tan grande era el sueño que llegaron a tacharlo de neoliberal camuflado.
Viéndolo bien, un Obama en USA era mil veces mejor que cualquier Trump. Los acuerdos con Cuba bastaban para pensarlo. Sin embargo todo eso se fue a pique. De manera lenta, como ejecutado con sumo cálculo y paciencia por un demiurgo del mal. La revolución bonita, la más pacífica e inesperada, la de rostro bolivariano, la que extendió su mano solidaria a Cuba y se abrazó con Fidel en un histórico venceremos, parece enfrentada hoy a su última batalla.
La asedian los monstruos del gran capital. Saboteada y bloqueada financieramente. Víctima de acaparadores y especuladores. Cercada por antiguos aliados que ahora empujan su caída. Trump muestra sus garras, Bolsonaro anuncia que Maduro se va por las buenas o las malas, Duque que le quedan pocas horas. La patraña de la ayuda humanitaria que Maduro rechaza parece el pretexto ideal para la intervención militar. El chavismo y la revolución son ahora demonios.
Lo construyeron país por país. Paraguay, Honduras, Argentina, Chile, Brasil, Ecuador, Perú, Colombia, El Salvador. ¿Qué fue de Unasur y la Celac? Si Maduro cae, la emprenderán contra Ortega y Evo, que a nadie le quepa duda. México será el siguiente blanco. La ultraderecha llegó con todo por lo suyo, y habrá que resistirla con talento. Por difíciles que sean los días por venir, volveremos a cambiar las cosas. La lucha de los pueblos triunfará finalmente.