La fuerza de la reacción

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Alfonso Conde

Culminadas las elecciones parlamentarias y las consultas sobre candidaturas presidenciales de la derecha y de la coalición por la decencia, y escrutadas 103.054 de las 104.126 mesas de votación, algunos asuntos se hacen evidentes asociados con los resultados publicados. Debe anotarse previamente que las campañas de la izquierda estuvieron acompañadas de agresiones violentas, instigadas por la derecha guerrerista, que llegaron al extremo de poner en peligro la integridad de varios candidatos y sus equipos. De todas formas los resultados ya obtenidos regirán el futuro próximo de la política colombiana.

En primer lugar se hizo evidente que en la consulta que escogió a Iván Duque como candidato participó la casi totalidad de quienes votaron al senado por las listas de la derecha. Así, a la suma de votos al senado obtenida por el Centro Democrático (2’513.320) habría que sumar los votos del Partido Conservador, los de Cambio Radical, los de Opción Ciudadana y los de Unión con Fortaleza (suman 6’900.000) para alcanzar los participantes en la consulta mencionada (6’130.000). Si a ellos se suman los votos de las agrupaciones religiosas se obtiene un techo de menos de 8’000.000 para los enemigos de la paz. Claro que en primera vuelta se desgranarán un poco más de 2’000.000 de votos que irán para Vargas Lleras quien a su vez arrastrará votos del Partido Liberal, que parece fracturado, y del Partido de la U. Así las cosas, la aspiración de Uribe de ganar en primera vuelta se desvanece. Vargas Lleras, por su lado, contará con los votos de Cambio Radical y tal vez con una fracción de los liberales y otra de la U para completar entre 3,5 y 4 millones de votos.

Para asegurar su paso a segunda vuelta los sectores democráticos que han trabajado por la construcción de la paz tendrán que unir sus fuerzas como la única opción válida de defensa del proceso construido y del avance de las conversaciones con el ELN. Tal alianza debería contar con la coalición por la decencia, los verdes, el Polo, Todos somos Colombia, la Fuerza del Común y la fracción de liberales y del partido de la U que se mantengan en la defensa de la paz. No es suficiente la eventual alianza de Fajardo con de la Calle para que ellos puedan aspirar a segunda vuelta, ni tampoco basta la alianza denominada de la izquierda, a pesar de la votación por Petro. Se requieren todos los demócratas.

La unidad nunca ha sido fácil. Si así lo fuera el país habría cambiado desde tiempo atrás. La unidad implica privilegiar los intereses comunes sobre los intereses de las partes, incluidos los individuales, asunto de gran dificultad. Pero la encrucijada colombiana exige en este momento deponer esos intereses y defender, entre todos, una Colombia que pueda conducirse a una nueva etapa de apertura hacia la democracia real.

Los sectores populares, incluidos claro está los sindicales, tienen una doble tarea ineludible: por una parte la movilización permanente que fortalezca las posturas de la izquierda por una nueva Colombia y, por otra, la presión intensa sobre los dirigentes de los sectores políticos democráticos y de izquierda, incluidos Petro, Fajardo y de la Calle, que los induzca a construir la alianza necesaria. No se puede permitir que prevalezca el imperio del guerrerismo fascista al que nos conduciría una segunda vuelta entre Duque y Vargas Lleras.

Ya el legislativo conformado muestra que en el Senado existe un equilibrio muy precario de fuerzas entre defensores y enemigos de la paz, mientras que en la Cámara de Representantes la balanza se inclinó con ventaja para los opositores del proceso, decisión que no podremos revertir por ahora. Falta la decisión sobre la cabeza del poder ejecutivo y sobre ella tenemos que actuar con decisión.

Todavía hay tiempo para actuar; todavía podemos impedir que la extrema derecha se apodere nuevamente de Colombia.