La geoestrategia del litio

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Extracción de litio en Argentina

Bolivia es el país que tiene las mayores reservas de litio en el mundo y junto a Chile y Argentina concentran el 80 por ciento del total

Alberto Acevedo

Es el elemento sólido más liviano de los hasta ahora reunidos en la tabla periódica y se le clasifica como un metal blando, de color plata, que se oxida rápidamente en el aire o en el agua. Aunque fue descubierto en 1817, sus yacimientos pasaron desapercibidos por décadas, hasta que, con los avances de la tecnología moderna, se puso de moda. Se llama litio, y es considerado el “oro blanco” del siglo XXI.

Se trata de un metal necesario para la producción de baterías de ión litio (BIL) recargables, teléfonos inteligentes, baterías de energía fija, bicicletas y automóviles eléctricos, herramientas de trabajo, equipos médicos, entre otros.

El litio es un metal clave para reemplazar el motor de combustión interna por la propulsión eléctrica. Es materia central para acumuladores de energía y alimentar dispositivos eléctricos cotidianos. Abre, por consiguiente, enormes posibilidades para la energía renovable, en franco avance y desarrollo en estos momentos. Una energía que puede ser acumulada.

Múltiples aplicaciones

Sus propiedades no para ahí. Y aunque más de la mitad del litio que se produce en el mundo se destina a la producción de baterías, un 23 por ciento se utiliza en la producción de vidrios y cerámicas; un 6 por ciento en lubricantes. También se puede utilizar en la industria aeroespacial, del aluminio, la farmacéutica, los sistemas de aire acondicionado. Pero, sorpréndase amigo lector, tiene aplicaciones para la producción de energía nuclear, incluso para armas de destrucción masiva, en tanto que las sales de litio se destinan para cierto tipo de enfermedades depresivas.

El tema de la extracción de litio tomó cuerpo unas semanas después del golpe de Estado contra el presidente Evo Morales en Bolivia, cuando el exmandatario expresó que entre los numerosos factores que confluyeron en el putsch, había intereses ocultos de grandes multinacionales y gobiernos, como el norteamericano, interesados en el acceso y control de los enormes yacimientos de litio que posee el país suramericano. Y no se trató de una afirmación arbitraria. Bolivia posee en ese tomento los mayores yacimientos de litio de todo el mundo.

Ahora se sabe, que la denuncia de Evo no era un temor infundado. Hay empresas y países centrales, interesados en apropiarse del metal, que estuvieron involucrados de una u otra forma en el derrocamiento de Evo Morales, para tomar el control de los yacimientos. La evolución de la noticia tocó los intereses de Elon Musk, uno de los hombres más ricos de Estados Unidos, financiador de las campañas de Donald Trump y propietario del consorcio Tesla, el mayor productor de autos eléctricos en el mundo, al que le siguen las concesionarias chinas Byd y Baid.

Tras los “minerales críticos”

Elon Musk hizo estallar el detonante cuando afirmó en su cuenta de tweet: “Derrocaremos a quienes queramos derrocar”. Es la línea del presidente Trump, que también había dicho, refiriéndose a la intervención militar en Venezuela: “todas las opciones están sobre la mesa”. La indignación que produjo la afirmación del empresario hizo que a las pocas horas retirara el mensaje de su cuenta. Pero la confesión de parte estaba hecha. Y estaba claro que en la mira estaban no solo Bolivia sino los demás países productores de litio en el mundo, que casualmente están en América Latina.

El debate se complica a partir del momento en que poderosas corporaciones deciden catalogar el litio como metal estratégico, que no es otra cosa que la posibilidad de obtener generosas utilidades tanto para las empresas mineras, como para los países que disponen de tecnología de punta. Pensando en el litio, en diciembre de 2017 el presidente Trump emitió una orden ejecutiva que establece la “estrategia federal para el aseguramiento de fuentes confiables de minerales críticos”. Después vendría el golpe de Estado en Bolivia.

El consumo global de carbonato de litio se estimó en 307.000 toneladas el año pasado y se proyecta para el 2025 un consumo de 800.000 toneladas. Una firma analista de este mercado, Fastmarkets, asegura que el consumo del metal para 2025 podría llegar a 1.1 millones de toneladas.

Se multiplican las ventas

El año pasado, las ensambladoras de automotores eléctricos vendieron 2.1 millones de unidades, en un proceso acelerado de reconversión energética; las ventas este año serían de cinco millones de vehículos. El año pasado, Tesla tuvo un destacado desempeño, con 367.561 automotores colocados en el mercado.

La Comisión Europea aprobó recientemente la creación de un fondo de 3.5 millones de euros para ser invertidos en la cadena de suministros de baterías para autos eléctricos. Entre tanto, China controlas el 60 por ciento del mercado de baterías y la extracción del metal. Desde 2017, el gigante asiático es el mayor productor de autos eléctricos.

Sin embargo, es Bolivia el país que tiene los mayores depósitos de litio en el mundo y junto a Chile y Argentina concentran el 80 por ciento de las reservas globales. Bajo la administración del presidente Evo Morales, Bolivia venía desarrollando una política patriótica y nacionalista de impulso a la producción industrial del metal. Se trabajaba en la investigación y desarrollo de factorías para la producción de carbonato de litio.

Defender los recursos naturales

Había adelantado la producción de materiales catódicos, que estaban siendo puestos al servicio de las comunidades campesinas e indígenas. Había un proyecto de exportaciones para la industria automotriz, especialmente para Europa. Y desde luego, de alguna manera China se beneficiaba de tales exportaciones, por lo que el asunto se convirtió en un problema de “seguridad nacional” para Estados Unidos, como suele calificar las desventajas que otros competidores le marcan en su empeño por controlar todo el mercado latinoamericano y apropiarse de sus recursos naturales.

Para las grandes corporaciones trasnacionales que controlan la nueva revolución tecnológica, no era posible que semejantes yacimientos de un metal que hasta ahora es irreemplazable en las tecnologías de punta, fuera puesto al servicio del bienestar de unos indiecitos al sur del continente americano. Preferible que tal riqueza pasara a manos de quienes podían impulsar la tecnología de teléfonos móviles, baterías y otros desarrollos, así hubiera que sacrificar un gobierno de raigambre popular.

Lo que dijo Elon Musk es indicativo de lo que es capaz de hacer el imperio. Por eso la defensa de los recursos naturales de los países pobres y en vías de desarrollo, se pone también a la orden del día. Y por eso hay que defender a Bolivia y a Venezuela.

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