De la hacienda al 27M

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Hernán Camacho
@camachohernan 

La hacienda es un modelo de desarrollo económico implantado en el continente desde la conquista, basado en el latifundio y que reinó por siglos. De hecho, analistas económicos en la actualidad, sugieren que Colombia sigue desarrollándose en ese modelo con visos de capitalismo primario. Nada descabellada esa afirmación.

La superación de la hacienda en el continente les permitió a otros países el ingreso a una parte de la modernidad, desde el siglo pasado, bajo el panorama económico de un capitalismo productivo fundado en la diversificación de la producción, tránsito rápido de mercancías y la cualificación de la mano de obra. A la par se modernizaron los Estados, las instituciones y sobre todo, le arrebataron a la Iglesia católica el poder decisorio en el Estado y sobre el cuerpo de la mujer. Eso para muchos es modernidad, bajo el desarrollo capitalista, obvio.

Colombia por el contrario, se ancló en un perverso modelo latifundista, negándose a romper el cordón umbilical que la ataba a la jerarquía clerical, evitando así que el país construyera su propio desarrollo industrial, social y político. La sotana fue constituyente primario, la clase dirigente diseñó un Estado a su medida. Se llevaron por delante la ética, la estética, la educación y la democracia, siempre en construcción; y con ello los derechos, las garantías y las conquistas sociales que por esta época llaman “castrochavismo”.

Las camarillas que dominaron la política desde la mitad del siglo pasado, lo siguen haciendo. El latifundio se mantiene como modelo de riqueza, la acumulación de tierra improductiva es la mejor muestra de poder. La segregación, discriminación y la soberbia de esa clase dirigente contra los ciudadanos trabajadores sigue intacta. La Iglesia ya no rige el país sola con el Concilio Vaticano, le compiten otras congregaciones de fe que ahora son aliados en la cruzada contra el Estado laico.

A trece días de la elección presidencial, la ciudadanía, como nunca antes en la historia reciente del país, puede dar un paso adelante y abrir la puerta a una nueva historia de Colombia, darle la bienvenida a la modernidad, a la democracia, a los derechos y hasta los nuevos desarrollos capitalistas. Gustavo Petro puede hacer viable ese tránsito por las urnas.

De ganar Colombia Humana, que espero sea en primera vuelta, el país va a tener la posibilidad de desatar el nudo del atraso económico, social y político de hace más de doscientos años. No será la soñada toma del poder por el pueblo, incluso puede ser una versión mejorada de la Revolución en Marcha de López Pumarejo, pero con toda certeza es mejor Petro que el oscurantismo de Duque, Vargas, y el neoliberalismo jipi de Fajardo.

El 27M podemos abrirnos a un mundo nunca conocido, la modernidad en democracia.