Juez de Neiva absuelve a Simón Trinidad de varios cargos que serían pruebas para determinar su inocencia ante las acusaciones que tiene en Colombia y la condena en Estados Unidos
Carolina Tejada Sánchez
@carolltejada
Ricardo Palmera Pineda o, como él mismo se hizo llamar luego de ingresar a las FARC-EP, Simón Trinidad, fue detenido el 2 de enero de 2003 en Ecuador. El extinto Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, habría solicitado a la Interpol emitir la orden de captura y esta se hizo efectiva en horas de la noche en Quito. Se realizó con información de la inteligencia militar gringa.
En el momento de su captura, Simón ya era un destacado integrante de las FARC y había sido delegado para apoyar los diálogos para un acuerdo humanitario que permitiera el intercambio de retenidos políticos por la guerrilla, entre esas personas estaba Ingrid Betancourt, y algunos guerrilleros que se hallaban en las cárceles colombianas. Un año después de estar en una prisión de máxima seguridad, el expresidente Uribe autorizó su extradición a EE.UU., bajo los cargos de narcotráfico y el secuestro de tres ciudadanos estadounidenses pertenecientes a la CIA.
Las maniobras de la justicia colombiana
Desde la defensa de Trinidad, siempre se ha cuestionado la ausencia de pruebas para vincularlo con diversos casos, incluyendo los de la extradición, por ser violatoria de todo tipo de derechos constitucionales. Luego de 16 años de prisión las pruebas frente a su inocencia siguen saliendo a la luz.
Hace una semana, VOZ conoció de primera mano una sentencia de un juez de Neiva en donde se le declara inocente del cargo relacionado con el secuestro del avión HK3951 de Aires que cubría la ruta Neiva-Bogotá, el 20 de febrero de 2002. Esta sentencia absolutoria N. 2, por “toma de rehenes en concurso heterogéneo con apoderamiento y desvió de aerolíneas y terrorismo”, sería clave para determinar su inocencia de las más de 100 acusaciones que tiene en todo el país, con el argumento de que pertenecía al secretariado de las FARC.
Así lo confirmó el abogado que lo ha representado por varios años en el país, Ramiro Orjuela, quien comenta que las múltiples acusaciones en su contra, “los secuestros, tomas guerrilleras, como lo fue el caso de Mitú, Miraflores, no fueron su responsabilidad. Simón, tiene los mismos llamados que Marulanda, Timochenko y en general, los principales miembros del secretariado de las FARC”.
Y, según explica, la importancia de esta sentencia es que se demuestra que él “nunca fue del Estado Mayor Central de las FARC y, por su condición de guerrillero medio, no podía dar las órdenes en los casos que se le acusa”.
La Fiscalía General de la Nación, cuenta el abogado, se dedicó a abrir procesos a los más altos dirigentes de la entonces guerrilla por las acciones de los diferentes frentes, argumentando que ellos eran los autores mediatos por cadena de mando. “A Simón lo vinculan a esa lista. Pero, por un error de la Fiscalía, lo vinculan como parte del estado mayor de las FARC y del secretariado. Simón sí fue un guerrillero destacado, famoso por el origen de donde venía, un banquero, hijo de familia pudiente y un importante economista, pero nunca fue un comandante, mucho menos del Secretariado”.
Si Simón estuviera en suelo patrio las acusaciones que tenía en su contra se caerían y dejaría en evidencia la debilidad de la justicia colombiana. También habría podido comparecer ante la Justicia Especial para la Paz, JEP, y, apunta Ramiro: “Él estaría libre, pues todas las acusaciones se hacen cuando era un rebelde y se le reconocería como actor político alzado en armas”.
Una extradición sin garantías
Por ahora, las demás acusaciones que tiene están en etapa preliminar y otras en audiencia pública para juzgamiento: “Nosotros nos hemos opuesto a que las audiencias, por medios virtuales, se hagan sin la comparecencia de Simón y la justicia estadounidense ha impedido que se sigan haciendo, violando el derecho a la defensa. Ahí es donde lo veíamos encadenado de la cintura, los pies, las manos. Nosotros hicimos la denuncia de las condiciones infrahumanas en la que lo tenían, y por eso es que han torpedeado su participación en el proceso”, resalta Orjuela.
A Trinidad lo extraditan en 2004 por narcotráfico y toma de rehenes. El caso de los rehenes está relacionado con los tres agentes de la CIA a los que en febrero de 2003, la guerrilla les derribó una avioneta para capturarlos.
El exguerrillero tuvo cuatro juicios en los EE.UU. de los cuales el jurado lo declaró no culpable de tres. Dos por narcotráfico y uno por toma de rehenes. Le vuelven a abrir juicio por el caso de toma de rehenes, esta vez en el Distrito Federal de Washington fue condenado a 60 años.
La prueba reina consistía en que el guerrillero hacía parte del secretariado de las FARC. Elemento que tampoco se pudo demostrar, a pesar de los más de 35 testigos entre policías y fiscales. Su mayor delito fue haber afirmado que sí hacía parte de los negociadores para el intercambio humanitario adelantado al momento de su detención.
Explica Ramiro que dicha condena viola los requisitos de extradición que conceden la Corte Suprema de Justicia y el Gobierno, pues no debe haber cadena perpetua ni “tratos crueles e inhumanos, pues está aislado, incomunicado, amarrado, le tienen prohibido hablar y leer; el contacto con el sol es limitado. La cárcel en donde se encuentra está ubicada en Colorado, en medio de un desierto. A él se lo llevan cuando tenía 54 años y lo condenaron a los 60. Si la condena es de 60 años, entonces terminaría de cumplirla a los 120 años”.
Simón estudió Economía en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y cuando terminó se fue a ejercer la profesión a Valledupar. Además de la ganadería y su ejercicio de banquero, se vinculó a la Universidad Popular del Cesar.
El hombre de hierro
El periodista Jorge Enrique Botero, quien lo acompañó en varias de sus audiencias, relata en su libro El hombre de hierro que en medio de las condiciones extremas en las que lo tienen cautivo, recibió la noticia de la muerte en un bombardeo, de Lucero, su compañera sentimental y guerrillera, y de su pequeña hija Alix. En este texto cuenta el autor que la niña, quién vivía con su abuela, cuando está por graduarse pide que como regalo de grado la envíe al campamento guerrillero donde su mamá. Previamente ha sido seducida por un joven reclutado por la inteligencia militar, quien antes de que la niña saliera a ver a su madre le entregó un supuesto regalo para alagarla.
Era una caja con unos aretes con un chip, a través del cual el satélite detectó el campamento y esa misma noche, sin contemplar que había una civil menor de edad, la aviación colombiana ordenó el bombardeo y allí mueren Alix y Lucero, esposa e hija de Simón.
A 16 años de detención, el hombre de hierro continúa en cautiverio en los EE.UU., y solo una amnistía presidencial podría otorgarle la libertad.