La justicia es algo efímero

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Otra vez sobrio en mi gabinete: la justicia no podrá restablecerse sino a través de otro crimen. Que a continuación tenga que suicidarme, resulta inevitable. Con ello no quiero eludir responsabilidades, al contrario, sólo así podré justificar mi acción, si no desde un punto de vista jurídico, sí al menos desde una perspectiva humana. ‘Justicia’ de Friedrich Dürrenmatt

 Juan Guillermo Ramírez

El joven abogado Felix Spät es uno de los muchos testigos de los hechos cuando el prestigioso consejero gubernamental Kohler, en medio del concurrido restaurante “Du Theatre” en la ciudad de Zúrich, da muerte al profesor Winter. En algún momento Spät entiende lo que el espectador/lector sabe desde el inicio de la película/novela: es el protagonista de una farsa; es un títere que vive y respira para que determinado plan pueda llegar a su conclusión: la liberación del asesino.

No existe causa conocida alguna que haya podido motivar el crimen. El influyente Kohler insiste claramente en su propia detención y admite con serenidad la sentencia del tribunal: veinte años de cárcel. Pero luego pide a Spat que, de manera puramente teórica, plantee de nuevo el caso.

Maximiliam Schell no podía ser otro que Kohler.

Spat, al principio, cree que se trata de una broma de mal gusto, aunque la hija de Kohler, Helena, le ha asegurado, ya en la misma sala de justicia, la inocencia de su padre. Pero Spät saber que Kohler es culpable. No obstante, accede -por Helene- a lo que se le ha pedido; al fin y al cabo, le hace buena falta el dinero.

Lo que empezó como un puro juego teórico, se le apodera y lo problematiza luego Spat. De repente, Kohler es una persona en libertad, y un presunto inocente hubo de morir. Pero ¿qué es justicia y qué es culpabilidad en este enredado caso? Para Felix Spät, parece existir una única solución: tiene que volver otra vez al “Du Theatre”.

La película Justicia (1993) de Hans W. Geissendorfer (Augsburgo, 1941) realiza estudios de Germanística y Lenguaje africano, y teatro- se realizó sobre la base de la novela homónima del célebre escritor, pintor y dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt (Konolfingen, 1921-Neuchâtel, 1990); se trata de una narración policíaca de sentido moral, en torno a la diferencia entre Justicia y justicia -ésta en cuanto entera imparcialidad y equidad-.

El relato, pese a su carácter de meditación sobre el tema, no se queda corto en lo referente a tensión e intriga.

Pero dejemos que el mismo director alemán hable sobre su película: Si seguimos la historia, con todo el ingenio que hay en ella, los tres elementos llegan a manifestarse por sí solos: el argumento policíaco, la parábola moral y la sátira social. Kohler comete un primer asesinato ante testigos, y a este hace que sigan otros cinco, planeados y ejecutados desde la seguridad de los muros de una penitenciaría suiza.

Esos son los acontecimientos de una historia policíaca de estructura clásica. El hecho de que sólo a pesar nuestro y aunando las fuerzas de nuestra moral, nos enojamos con el genial asesino, constituye una parte de la parábola moral.

En cuanto a lo último, se presenta directamente con el comportamiento de la prensa, y en el del público que ella manipula. Pero ¿quién manipula en la prensa? Tanto en la novela como en la película, son los “Kohlers”; es decir, los asesinos, según el buen parecer común, quienes provocan nuestra indignación, en la medida que nos hace creer lo que hemos visto; pero a esos mismo los aplaudimos cuando se nos aclara que los malos son los otros, y ellos los santos.

La justicia habita en un piso de la casa al que la Justicia no tiene acceso, dice Kohler a Spät. Esta es una de las frases claves del libro y de la película. Porque Justicia así se titula la película/novela, sin artículo, sin adjetivos, no parece tratar de llevar al espectador/lector a una conclusión sobre lo qué es justicia, sino por el contrario, mostrar lo que no es.

Pero todos tenemos la esperanza de que la Justicia proceda justamente con nosotros, y de que la justicia sea la vara de medir de toda justicia. Ahora bien, con una y otra ocurre tal vez algo parecido a lo que pasa con la Iglesia, son las formas creadas por los hombres, del orden y organización de la vida social.

En el imaginario social moderno, derecho y justicia se han vuelto conceptos indisociables en la medida en que la impartición de la justicia, entendida cono derecho o legalidad, opera como mecanismo estabilizador mediante un sistema de normas a través de ciertas instituciones reguladas. Por ello, se pretende incorporar la justicia al derecho constituido y aplicables incluso por la fuerza que se pone en práctica, por lo que se considera que el derecho de aplica en nombre de la justicia.

Friedrich Dürrenmatt hace una crítica de la pretensión de justicia individual, que se sobrepone a la de la sociedad plasmada en el derecho, y pone en tela de juicio los intentos de configurar la justicia, de establecer fórmulas para calcular lo justo, no tanto de la filosofía del derecho, cuya función es explicar la justicia o de la teoría parta proveer parámetros objetivos de análisis, como de leyes que pueden fracasar, por ser un producto humano, como cuando son utilizadas para el provecho personal.

La metafísica y la justicia son las estructuras que nos permiten tener esperanza y vivir.