La juventud, protagonista de la movilización

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Movilización el pasado 21 de noviembre de 2019. Foto Sophie Martínez

La movilización contra la brutalidad policial, las jornadas de noches sin miedo y la minga por la vida y el territorio, han proyectado a la juventud del país como protagonista de la protesta social

Redacción Juvenil

El presidente Iván Duque podrá ser recordado en la historia del país por diferentes elementos. En la memoria de las nuevas generaciones estarán presente las palabras del gobernante uribista cuando prometió volver a la juventud una protagonista en su gobierno. Efectivamente, la juventud colombiana ha sido protagonista, no de la manera corporativa y burocrática como él había pensado, sino como un sector determinante en los procesos de movilización contra el gobierno actual.

El acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la insurgencia de las FARC-EP hizo que el conjunto del país pudiera pensar, soñar e imaginar la sociedad colombiana al margen de la dinámica de guerra, pues esta no solo se configura como una forma parasitaria de la economía, sino como un fenómeno que restringe las libertades individuales y colectivas, obligando a la población más joven a morir en ella.

Por esto cuando una capa de la población vio que era posible vivir bajo otras condiciones, tuvo el coraje de movilizarse con mayor determinación posterior a los resultados negativos del plebiscito por la paz, y hasta el día de hoy asumió que cuando el partido de Gobierno manifestó durante la campaña presidencial que el acuerdo de paz había que volverlo trizas, esta declaración se convirtió en un problema contra una generación que, de ser obligada a retornar a la guerra, tendría que reducir sus expectativas sobre el tipo de vida que se quería vivir en sociedad, donde la vida, la paz y la democracia podían ser una realidad.

La potencia del acuerdo

Con todo ello es cierto que el acuerdo de paz podría ser mejor, aunque este es fruto de la correlación de fuerzas militar y política de la guerra, también es posible que debía de tener previsto otra serie de elementos que no están incorporados y otros que no deberían estar; pero lo que es innegable son tres cosas, lo primero es que ya es una realidad, está incorporado en el bloque de constitucionalidad, y existe un compromiso durante un periodo de al menos diez años para cumplirlo, generando unas condiciones políticas distintas para confrontar el régimen criminal.

En segundo lugar, que el acuerdo y todo su sistema de justicia, aunque fuese mutilado por la ultraderecha, generó contradicciones en el bloque de poder, sobre la perspectiva o no de la guerra y cómo saldar las responsabilidades individuales y colectivas de la misma, con un sistema que busca y priorizar la verdad como condición para la obtención de justicia y así buscar una reparación y garantías de no repetición.

Y, en tercer lugar, efectivamente el acuerdo tiene una potencia que necesita ser canalizada por los sectores más determinados en la movilización social y popular.

Bajo esta última idea, es indudablemente el papel que la juventud colombiana ha tenido en cuatro momentos claves en la confrontación contra el gobierno actual. El primero de ellos, la movilización estudiantil universitaria finalizando el 2018, donde posterior a casi dos meses de paro, de protestas y asambleas, se logró posicionar un pliego del cual salieron unos compromisos que el Gobierno nacional no ha cumplido a cabalidad.

El paro del 21 de noviembre del 2019 que, si bien sus reivindicaciones no estaban circunscritas exclusivamente al mundo juvenil y estudiantil, fue el movimiento juvenil colombiano, expresado en la variedad de sectores y diversidad en las dinámicas, el que logró poner al Gobierno en jaque a través de la movilización, respaldando el pliego del Comité Nacional de Paro y ampliando sus contenidos.

Un pueblo indignado

El 2020 si bien no ha sido un año fácil, es un periodo donde las contradicciones del pueblo colombiano con el gobierno se han profundizado. Al frágil sistema de salud incapaz de enfrentar una crisis de salud pública como la pandemia del covid-19, se agrega la pérdida de empleos en contraste al aumento de las ganancias en el sector financiero, la continuidad de asesinatos de excombatientes, líderes sociales y masacres.

Todo ello, que se resume en la aplicación de la política de la clase dominante, ha provocado y desencadenado un alto nivel de indignación, que, sumado al agotamiento de la violencia policial y estatal, desembocó en los procesos de movilización del mes de septiembre y octubre.

Indiscutiblemente la movilización contra la brutalidad policial, las jornadas de noches sin miedo, los murales que se han venido haciendo en las distintas ciudades, han marcado una dinámica juvenil. Pero ese mismo aire y entusiasmo, es el que ha garantizado la vinculación de este conjunto social heterogéneo con el proceso de la minga social y comunitaria, aportando con alegría y entusiasmo a un proceso de movilización, que hoy logra representar la dignidad de un pueblo que aspira a cambiar el estado actual de cosas para garantizar la vida, la democracia y la paz en los territorios.

Nunca más guerra

La juventud colombiana se ha logrado convertir en un dinamizador de las contradicciones políticas y sociales entre el régimen y el pueblo colombiano. El movimiento juvenil colombiano, aspira a cambiar lo que tenga que ser cambiado para garantizar una vida dignidad con paz democrática, con acceso a salud, trabajo, techo y educación. De igual forma el movimiento aspira a reivindicar la memoria de las jóvenes víctimas del conflicto social y armado, de aquellos jóvenes que han fallecido en manos de la brutalidad policial, aquella práctica que, desde la muerte de Gonzalo Bravo Pérez, se volvió ley en la fuerza pública colombiana: dar trato de guerra y combatientes a la juventud colombiana.

La bandera con la cual se ha logrado unificar una gran parte del movimiento juvenil colombiano es “Nunca más guerra para la juventud”, consigna general que ha venido insistiendo en la generación de un sinnúmero de espacios de articulación que busca promover los cambios democráticos que requiere nuestro país, pero sobre todo el pueblo colombiano, ya agotado en la guerra. Por ello la juventud colombiana no descansará hasta ver depuestas las prácticas indignas a las que ha llevado a nuestro pueblo de masacres, odio y terror, y lograr ver por fin las grandes alamedas, nuestros campos y ciudades boyantes de dignidad, alegría, esperanza, amor y paz democrática.

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