La llamada clase media

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Álvaro Oviedo

El concepto de clase media centra la atención en el acceso a bienes y servicios, lo cual supone en la sociedad capitalista, tener ingresos para acceder a ellos. Y dentro de esa lógica la clasificación de las clases se hace por el nivel de ingresos. Así serán clases altas las de altos ingresos, clases medias las de medianos ingresos y clases bajas las de bajos ingresos. Los límites mismos entre unas y otras no están claramente determinados. Se supone que más de tres salarios mínimos, de ingreso, deben garantizar la compra de la llamada canasta familiar, o sea el conjunto de bienes necesarios para satisfacer las necesidades básicas de una familia de cuatro integrantes, pero las metodologías mismas para medir los costos de la canasta, los bienes y servicios que deben componerla, son motivo de debates reajustes, y maquillajes. Quienes no alcanzan a satisfacer necesidades básicas se consideran en situación de pobreza, y de acuerdo a su drasticidad incluso de miseria.

Este esquema de clasificar las clases por los ingresos ha sido funcional para efectos tributarios y de políticas públicas. Ante las críticas reiteradas sobre la inexactitud de estas clasificaciones, se recurrió al concepto de los estratos, y con “gran esfuerzo de imaginación”, decidieron que la vaga clasificación de clases alta, media y baja, ganaba en exactitud al definir los estratos con la categoría de: alto medio y bajo. Así hoy tenemos clase alta alta, alta media, y alta baja y así sucesivamente con la media y la baja.

En sana lógica daría nueve estratos, pero con la política de exenciones para los grandes propietarios deja de ser funcional el precisar la composición al detalle de estos estratos y así nos hemos acostumbrado a que la clasificación llega hasta estrato 6 donde pueden entrar funcionarios con 30 o mas  millones de ingresos mensuales y los integrantes de grupos financieros con ingresos de miles de millones por día, no importa las abismales diferencias, cuando de exenciones se trata, estas se discuten en concreto y se establecen por diferentes vías.

Así entonces, los estratos 5 y 6 corresponderían en Colombia a las clases altas; 3 y 4 a la clase media; y 1 y 2 a las clases bajas. La gente puede no tener claro a qué clase pertenece, pero cada mes los recibos de los servicios le recuerdan en que estrato está, y los de la llamada clase media aprenden que para pagar servicios es mejor ser de estrato 3, y que para presumir, es mejor ser estrato 4 o 5, en esta sociedad donde el arribismo cuenta tanto como el juego de las apariencias. No es raro ver en Colombia proyectos de vivienda que se anuncian como de estrato 3 “pero que van a estar rodeados de estrato 4”. Eso vende.

Y la apuesta por aumentar ingresos a los estratos bajos para fortalecer dentro de esa lógica clasificatoria la clase media, puede ser apoyada. Estamos por la superación de la pobreza, y fortalecer los ingresos para que alcancen a todas las familias lo mínimo para satisfacer sus necesidades básicas, merece nuestro apoyo. Y vale la pena aclarar, no es una medida socialista. Mayores ingresos significan mayor capacidad de consumo, de mercancías, bienes y servicios, y es sano para el desarrollo de la economía capitalista. Los pequeños y medianos empresarios tienen más posibilidades de vender sus productos y servicios si la gente tiene capacidad adquisitiva. Y obvio que esas posibilidades acompañan en mayor medida a los grandes propietarios.

Relaciones de propiedad

La parte que oculta esta definición es la de las relaciones de producción como determinantes de la formación de las clases. Y dentro de las relaciones de producción en primer lugar las relaciones de propiedad, que define y reglamenta de manera detallada la ley. La forma y la cantidad que uno percibe del producto social están determinadas justamente por las relaciones de propiedad. La forma alude a si los ingresos son obtenidos por salario, plusvalía, renta. La cantidad que uno percibe está igualmente en buena parte determinada por las relaciones de propiedad, y la calidad de la mercancía que uno vende, si es calificada o no, trátese del asalariado que vende su fuerza de trabajo como mercancía, o del trabajador por cuenta propia que vende sus productos o servicios. También las relaciones de producción determinan si uno define qué se produce o se ofrece como servicio, y si interviene como organizador y director del proceso, o si se le contrata para una tarea cuya dirección y organización descansa en manos de otros por el hecho de ser propietarios, o delegados de los mismos.

A regañadientes en los debates teóricos, las estadísticas oficiales han introducido categorías que aluden a las relaciones de producción como la de empleador, y si propietario, trabajador por cuenta propia, o asalariado de la ciudad o el campo, calificados o no calificados.

Estas relaciones de producción cambian históricamente, la apropiación del plustrabajo que han realizado los propietarios de los medios de producción, cambia de forma, en el capitalismo se llama plusvalía, y del viejo régimen vienen los ingresos por renta.

Concepción de clase

La concepción de clase de tradición marxista, exige mínimo tener en cuenta las relaciones de propiedad como determinantes, de la forma y cantidad de los ingresos, de la conformación de estos agrupamientos, si se es propietario o no de medios de producción; entender el lugar que ocupan las clases en modos de producción históricamente determinados; y que por lo tanto las clases actuales no han existido siempre ni siempre existirán.

Y que los asalariados, clase históricamente desposeída de los medios de producción, lleva en sí la clave para la superación de la explotación y la abolición de las clases. Que puede, si su trabajo es calificado, y ha conservado su contratación colectiva, tener ingresos medios, al igual que pequeños y medianos propietarios de medios de producción, de la ciudad y el campo, y que, siendo asalariado o trabajador por cuenta propia en condiciones precarias, puede hacer parte de los sectores con ingresos bajos, y que en cualquier circunstancia sufre con ellos la expoliación del gran capital financiero.